En
el estado de conciencia normal, es decir, no iluminado, el poder y el infinito
potencial creativo que residen en el ahora quedan totalmente oscurecidos por el
tiempo psicológico. Tu vida pierde la cualidad vibrante, la frescura, la
maravilla. Las viejas pautas de
pensamiento, emoción, conducta, reacción y deseo se expresan en acciones
absolutamente repetitivas; son un guion mental que te da una especie de
identidad, pero distorsiona o encubre la realidad del ahora. A continuación
la mente crea una obsesión en la que el futuro sirve para escapar de un
presente insatisfactorio.
Para
notar si te has dejado atrapar por el tiempo psicológico, puedes usar un
criterio muy simple. Basta con preguntarse: ¿Hay alegría, fluidez y ligereza en lo que estoy haciendo? Si no es
así, el tiempo encubre el momento presente, y percibimos erróneamente la vida
como una carga o como un esfuerzo.
Si no hay alegría, fluidez
o ligereza en lo que haces, eso no significa necesariamente que tengas que
cambiar lo que haces. A veces basta con cambiar la manera de hacerlo.
El "cómo" siempre es más importante que el "qué". Trata de
conceder mucha más atención a lo que haces que al resultado que esperas
obtener. Concede toda tu atención a lo que el momento te presente. Esto implica
aceptar plenamente lo que es, porque no puedes conceder toda tu atención a algo
y al mismo tiempo resistirte a ello.
En cuanto honras el
momento presente, toda infelicidad y esfuerzo se disuelven, y la vida empieza a
fluir con alegría y suavidad. Si tus actos surgen de la conciencia del momento
presente, cualquier cosa que hagas, hasta la acción más simple, quedará impregnada
de calidad, cuidado y Amor.
Por
tanto, no te preocupes por el fruto de tus acciones: mantente atento a la acción misma. El fruto ya vendrá cuando
corresponda. Ésta es una práctica espiritual muy poderosa. En el Bhagavad
Gita, Una las enseñanzas espirituales más antiguas y hermosas que se conocen,
el desapego del fruto de la acción
recibe el nombre de karma yoga. Se describe como la senda de la "acción
consagrada".
Cuando
cesa el esfuerzo compulsivo por alejarse del ahora, la alegría de Ser fluye en
todo lo que haces. En cuanto tu atención se orienta hacia el ahora, sientes una
presencia, una quietud, una paz. Ya no dependes del futuro para conseguir la
satisfacción o la realización; no buscas en él la salvación. Por lo tanto, no
te apegas a los resultados. Ni el éxito ni el fracaso pueden cambiar el estado
de tu Ser interno. Has encontrado la vida subyacente en tu situación de vida.
En ausencia del tiempo
psicológico, tu sentido de identidad procede del Ser, no de tu pasado personal.
Y así la necesidad psicológica de convertirte en algo distinto de lo que eres
deja de presionar. En el mundo, en lo relativo a tu situación de vida, puedes
hacerte rico, adquirir conocimientos, tener éxito, liberarte de esto o de
aquello, pero en las dimensiones profundas del Ser ya eres completo y total ahora.
―En
ese estado de totalidad, ¿aún seríamos capaces de conseguir objetivos externos?
¿Tendríamos deseos de conseguirlos?
Por supuesto, pero ya no
tendrías expectativas ilusorias de que algo o alguien del futuro va a salvarte
o hacerte feliz. En lo relativo a tu situación de vida, puede que te queden
cosas por conseguir o adquirir; son parte del mundo de la forma, del mundo de
la ganancia y de la pérdida. Sin embargo, a un nivel más profundo, ya estás
completo y, cuando tomas conciencia de ello, todo lo que haces queda envuelto
en una energía alegre y juguetona. Estando liberado del
tiempo psicológico, ya no persigues tus objetivos con sombría determinación,
impulsado por el miedo, la ira, el descontento o la necesidad de convertirte en
alguien. Tampoco te paraliza el miedo al fracaso, que para el ego implica una
pérdida de identidad. Cuando tu sentido
de identidad se deriva del Ser, cuando te liberas del "devenir" como
necesidad psicológica, ni tu felicidad ni tu sentido de identidad dependen de
los resultados, y por tanto estás libre del miedo. No buscas la permanencia
donde no puedes hallarla: en el mundo de la forma, de la ganancia y de la
pérdida, del nacimiento y de la muerte. No pides que las situaciones,
condiciones, lugares o personas te hagan feliz y después sufres si no responden
a tus expectativas. Respetas y honras todas las cosas, pero ninguna importa
demasiado. Las formas nacen y mueren,
pero tú eres consciente de lo eterno que está detrás de las formas. Sabes que
"nada real puede ser amenazado".
Cuando éste es tu estado
de Ser, ¿cómo puedes fracasar? Ya has triunfado.
Eckhart Tolle