19 de marzo de 2015

EL ARTE DE ESCUCHAR.

Cuando escuches a otra persona, no te limites a hacerlo con tu mente; escúchale con todo tu cuerpo. Y mientras escuchas, siente el campo energético de tu cuerpo interno. Esto aleja la atención del pensamiento y crea un espacio tranquilo que te permite escuchar sin interferencias mentales. Estás dando espacio a la otra persona, espacio para ser. Es el regalo más precioso que le puedes dar. La mayoría de la gente no sabe escuchar porque casi toda su atención está ocupada por el pensamiento. Suelen prestar más atención a su propio pensamiento que a lo que la otra persona les está diciendo, y ninguna a lo verdaderamente importante: el Ser de la otra persona debajo de las palabras y de la mente. Por supuesto que no puedes sentir el Ser de otra persona si no es a través de tu propio Ser. Estás empezando a tomar conciencia de la unidad, que es amor. En el nivel más profundo del Ser, eres uno con todo lo que es. La mayoría de las relaciones humanas consisten principalmente en la interacción de unas mentes con otras, y no en seres humanos que se comunican, que están en comunión. Así no puede crecer ninguna relación, y por eso suelen ser tan conflictivas. Cuando la mente dirige tu vida, el conflicto, la lucha y los problemas son inevitables. Estar en contacto con el cuerpo interno crea un espacio abierto, de no-mente, en el que pueden florecer las relaciones.  
Eckhart Tolle

HOJAS DE HIERVA.

Ya he dicho que el alma no vale más que el cuerpo.
Y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma.
Que aquél que camina sin amor una legua
camina amortajado a su propio funeral.
Que tú o yo, sin tener un centavo,
podemos adquirir lo mejor de este mundo.
Que el mirar de unos ojos o el guisante en su vaina
confunden el saber que los tiempos alcanzan.
Que el objeto más frágil puede servir de eje a todo el universo.
Y digo a la humanidad: No te inquietes por Dios,
porque yo que todo lo interrogo, no dirijo mis preguntas a Dios.
Escucho y veo a Dios en cada cosa, pero no lo comprendo.
"¿Por qué he de desear ver a Dios mejor de lo que ahora lo veo?
Veo a Dios en cada hora del día, y cada minuto que contiene esa hora.
En los rostros de hombres y mujeres, en mi rostro que refleja el espejo, veo a Dios. Encuentro cartas de Dios por las calles y todas ellas firmadas con su nombre, y las dejo en su sitio, porque sé que donde vaya
llegarán otras cartas con igual prontitud.

Walt Whitman

LA ALEGRÍA DE SER.

En el estado de conciencia normal, es decir, no iluminado, el poder y el infinito potencial creativo que residen en el ahora quedan totalmente oscurecidos por el tiempo psicológico. Tu vida pierde la cualidad vibrante, la frescura, la maravilla. Las viejas pautas de pensamiento, emoción, conducta, reacción y deseo se expresan en acciones absolutamente repetitivas; son un guion mental que te da una especie de identidad, pero distorsiona o encubre la realidad del ahora. A continuación la mente crea una obsesión en la que el futuro sirve para escapar de un presente insatisfactorio.
Para notar si te has dejado atrapar por el tiempo psicológico, puedes usar un criterio muy simple. Basta con preguntarse: ¿Hay alegría, fluidez y ligereza en lo que estoy haciendo? Si no es así, el tiempo encubre el momento presente, y percibimos erróneamente la vida como una carga o como un esfuerzo.
Si no hay alegría, fluidez o ligereza en lo que haces, eso no significa necesariamente que tengas que cambiar lo que haces. A veces basta con cambiar la manera de hacerlo. El "cómo" siempre es más importante que el "qué". Trata de conceder mucha más atención a lo que haces que al resultado que esperas obtener. Concede toda tu atención a lo que el momento te presente. Esto implica aceptar plenamente lo que es, porque no puedes conceder toda tu atención a algo y al mismo tiempo resistirte a ello.
En cuanto honras el momento presente, toda infelicidad y esfuerzo se disuelven, y la vida empieza a fluir con alegría y suavidad. Si tus actos surgen de la conciencia del momento presente, cualquier cosa que hagas, hasta la acción más simple, quedará impregnada de calidad, cuidado y Amor.
Por tanto, no te preocupes por el fruto de tus acciones: mantente atento a la acción misma. El fruto ya vendrá cuando corresponda. Ésta es una práctica espiritual muy poderosa. En el Bhagavad Gita, Una las enseñanzas espirituales más antiguas y hermosas que se conocen, el desapego del fruto de la acción recibe el nombre de karma yoga. Se describe como la senda de la "acción consagrada".
Cuando cesa el esfuerzo compulsivo por alejarse del ahora, la alegría de Ser fluye en todo lo que haces. En cuanto tu atención se orienta hacia el ahora, sientes una presencia, una quietud, una paz. Ya no dependes del futuro para conseguir la satisfacción o la realización; no buscas en él la salvación. Por lo tanto, no te apegas a los resultados. Ni el éxito ni el fracaso pueden cambiar el estado de tu Ser interno. Has encontrado la vida subyacente en tu situación de vida.
En ausencia del tiempo psicológico, tu sentido de identidad procede del Ser, no de tu pasado personal. Y así la necesidad psicológica de convertirte en algo distinto de lo que eres deja de presionar. En el mundo, en lo relativo a tu situación de vida, puedes hacerte rico, adquirir conocimientos, tener éxito, liberarte de esto o de aquello, pero en las dimensiones profundas del Ser ya eres completo y total ahora.
―En ese estado de totalidad, ¿aún seríamos capaces de conseguir objetivos externos? ¿Tendríamos deseos de conseguirlos?
Por supuesto, pero ya no tendrías expectativas ilusorias de que algo o alguien del futuro va a salvarte o hacerte feliz. En lo relativo a tu situación de vida, puede que te queden cosas por conseguir o adquirir; son parte del mundo de la forma, del mundo de la ganancia y de la pérdida. Sin embargo, a un nivel más profundo, ya estás completo y, cuando tomas conciencia de ello, todo lo que haces queda envuelto en una energía alegre y juguetona. Estando liberado del tiempo psicológico, ya no persigues tus objetivos con sombría determinación, impulsado por el miedo, la ira, el descontento o la necesidad de convertirte en alguien. Tampoco te paraliza el miedo al fracaso, que para el ego implica una pérdida de identidad. Cuando tu sentido de identidad se deriva del Ser, cuando te liberas del "devenir" como necesidad psicológica, ni tu felicidad ni tu sentido de identidad dependen de los resultados, y por tanto estás libre del miedo. No buscas la permanencia donde no puedes hallarla: en el mundo de la forma, de la ganancia y de la pérdida, del nacimiento y de la muerte. No pides que las situaciones, condiciones, lugares o personas te hagan feliz y después sufres si no responden a tus expectativas. Respetas y honras todas las cosas, pero ninguna importa demasiado. Las formas nacen y mueren, pero tú eres consciente de lo eterno que está detrás de las formas. Sabes que "nada real puede ser amenazado".
Cuando éste es tu estado de Ser, ¿cómo puedes fracasar? Ya has triunfado.

Eckhart Tolle
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