A
menudo mi mente supone cosas, y a menudo se equivoca. No esperaba
sentirme inspirada en un entierro, y sin embargo, eso fue lo que
sucedió.
Aparece
el sacerdote (un hombre valiente, que me dejó alucinada, ahora verás porqué),
nos mira fijamente y nos pregunta: “¿PARA QUÉ VIVIMOS?”. Y no sólo eso. Señala
el ataúd y nos dice:
“Esta
mujer está muerta. Y como su cuerpo ha muerto ya no puede sonreír, abrazar,
coger a alguien de la mano, besar a alguien a quien quiere…porque está
muerta. Ya no puede expresar el amor. ¿Cuántos de nosotros también
estamos muertos ahora mismo? Porque no estamos amando. Tenemos los mismos
síntomas: no miramos a los ojos, no sonreímos, no besamos, no abrazamos…estamos
muertos.”
Realmente
inspirada.
Cuando
la muerte se da un paseo por nuestra vida nos
enseña algunas cosas. Por ejemplo que nos olvidamos cada día de que esta
experiencia no es eterna, de que no tenemos todo el tiempo del mundo, y
de que nos conviene preguntarnos qué estamos haciendo con él, a qué lo
dedicamos, y si de verdad lo saboreamos. A veces me parece que vivimos como si de una comida larga y deliciosa
sólo saboreáramos dos sorbos de algún vino y un bocado del postre, mientras la
gran mayoría de los sabores y aromas pasan sin dejar huella en nosotras
porque simplemente nuestra cabeza está en otro sitio. Y mientras estamos
perdidas en “nuestras cosas” los platos van pasando…y por eso el final siempre
nos parece demasiado pronto.
Supongo
que no es casualidad que haya empezado justo ahora a ayudar a una clienta a
afrontar su tremendo miedo a la muerte. Entre otras reflexiones le lanzaba esta
frase que también me digo a mí: “Sólo
quien no ha vivido tiene miedo a la muerte”. Y me acuerdo también de un
amigo, José Luis Humara, al que la enfermedad y la posibilidad de la muerte le
han enseñado tanto, y le han convertido en el gran poeta que posiblemente
siempre fue, pero que no se había dado tiempo para ser… hasta ahora. No se había
dado ese tiempo del que hablan sus poemas. Te dejo con uno de ellos, deseando
que te concedas el espacio que hace falta para saborearlo. Y también con una
observación que él nos hacía este verano:
“He aprendido que somos muy rácanos a la hora de permitirnos DISFRUTAR” (y no
se refería a gastar dinero, sino a aprovechar cada instante, a disfrutar, a
celebrar la vida y cada pequeña ocasión).
¿Y
TÚ? ¿CÓMO QUIERES VIVIR HOY?
Marina
Fernández (http://www.elblogalternativo.com/)
II.- TIEMPO
Etérea mariposa,
recién transformada
de devoradora larva,
vuelas ahora,
sin prisa aparente,
buscando,
con tus finísimas antenas
la mejor flor
donde desenrollar
tu alargada lengua
y llegar a lo más íntimo
de aquella que adorna la rama.
Acabas de cambiar,
forma,
hábitos de comida,
preparado los mejores
y más vistosos colores,
para que tus alas
sean atractivas
a fin de perpetuarte.
Y tan sólo tienes
unas horas por delante
para llevar a cabo
¡tanta tarea!
Silenciosa y sosegada
Incluso, me parece,
pierdes tiempo
contemplándome
desde el exterior de la ventana.
¡Oh! especie humana
Sin tiempo para libar,
sorbo a sorbo la vida.
José Luis Humara