11 de noviembre de 2012

No olvides que las cosas
funcionan al revés en este mundo.
Las ciudades henchidas,
saturadas de gente,
son desiertos inmensos donde nada
podrás hallar, por más que vagambules.
Millones de fantasmas se arraciman
en cajas de zapatos
o en cuevas decoradas bajo el signo
de la moda. Se pasan todo el tiempo
intercambiando harapos o despojos,
burbujas de leyendas o pedazos
de nube en el mercado.
Los fantasmas se aburren hasta el tope
de tanto intercambiar todo por nada.
Pero tengo un secreto para ti:
hay un oasis de éxtasis perpetuo
y no tienes que hacer
ninguna cosa para conseguirlo.
Tú misma eres oasis:
tu mera soledad es sol radiante.
Busca en su pertinaz profundidad
hasta que asumas que no tiene fondo.
Y en cuanto a los fantasmas del desierto,
ya lo verás: vendrán a visitarte
y por un rato se hallarán en paz.
La paz que no ilusiona ni te aburre,
la paz que te devora y que te nutre,
es lo que puedes compartir con ellos.
No importa lo que digan,
es todo lo que tienes para darles,
lo único que eres de verdad,
un oasis en medio del desierto.

Vita Preziosa "Carta para mi hija"


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