26 de enero de 2017

LA EDAD NOS ENSEÑA A SER MÁS SELECTIVOS

La edad nos vuelve más selectivos y hábiles a la hora de aplicar adecuados filtros de protección. Poco a poco caen los miedos, las inseguridades caducan y aprendemos a cuidar de nuestras prioridades, a saber “quién sí y quién no”. Porque madurar es, por encima de todo, tener en cuenta lo que merecemos y luchar por ello.
Resulta curioso cómo se enfatiza muy a menudo la relación casi directa entre el número de amigos o de relaciones que tiene un individuo, para hacer una rápida predicción sobre su felicidad o su bienestar mental. Esta premisa partió sobre todo por una teoría de los años 90 que enunció el antropólogo Robin Dunbar,  y que a día de hoy se conoce como el número Dunbar.

“La edad es un tema de la mente sobre la materia: si no te importa no importa” Mark Twain

Según esta propuesta, una persona necesitaría un grupo social de al menos 15 individuos para desarrollarse con plenitud. Ahora bien, este enfoque partió en su momento de los “primates no humanos” y de su relación casi directa con el tamaño de la neocorteza cerebral. Porque en lo que se refiere a los siempre complejos “primates humanos”, es decir a nosotros mismos, el tema evidencia ya delicados matices que es conveniente aclarar. 
El número de relaciones sociales no se correlaciona directamente con la felicidad. Es la calidad de las mismas lo que nos confiere auténtico bienestar, equilibrio personal y esa satisfacción que nos permite ganar en sabiduría. A su vez, a medida que el ser humano madura, el número de relaciones sociales significativas decae para quedar reducido muy a menudo a un círculo sólido, ahí donde las interacciones favorecen una auténtica salud mental.

LA EDAD Y EL AUTOCONOCIMIENTO

Empezaremos aclarando otro dato importante relacionado con la edad. Ganar en años no significa obligatoriamente ganar en sabiduría, equilibrio y templanza. Los patrones de personalidad evolucionan, no hay duda, pero parten casi siempre de unas mismas raíces, de un mismo sustrato. Por ejemplo, el individuo de “mente cuadrada”, poco receptivo y habituado a ver el mundo con un filtro de negativisimo, no va a experimentar una súbita revolución interior solo por soplar  velas de más en su tarta de cumpleaños.
La madurez física y la madurez psicológica no son lo mismo. El propio Aristóteles sostenía que en todo rasgo de carácter hay un exceso, una carencia o una virtud que nos habrá de acompañar a medida que maduremos. Sin embargo, solo quien es capaz de practicar la bondad y el autoconocimiento gozaba, según el filósofo griego, de esa virtud con la que uno mismo será capaz conectar con la auténtica felicidad al saber qué es lo prioritario.
Es fácil de entender: dependiendo de cómo me perciba a mí mismo, entenderé el mundo que me rodea. Si yo soy tacaño, percibiré a la gente generosa como derrochadora. El defecto en mi carácter desvía mis percepciones intelectuales y emocionales. Sin embargo, quien practica ese autoconocimiento donde la bondad y el respeto son esenciales, aplicará un adecuado filtro mental donde buscar y rodearse solo de aquello que armoniza con esos principios.
Tener en nuestra vida a personas nobles, auténticas y enriquecedoras no solo garantiza el disponer de una mejor salud mental y emocional. El propio Aristóteles señalaba que la amistad basada en la virtud favorece nuestro desarrollo moral. Porque un buen amigo es alguien donde poder vernos también a nosotros mismos a través de sus ojos, para seguir invirtiendo en autoconocimiento. 

SABER A QUIÉN QUIERES Y LO QUE QUIERES NO ES SER EGOÍSTA

La vida se compone de momentos, de personas y experiencias variadas encadenadas como perlas. De nosotros depende ser selectivos y dar valor a esas piezas que, gracias a su brillo intenso, nos permiten tener una existencia más hermosa a la vez que significativa. Por ello, es necesario tener claro un dato muy concreto: ser selectivo no es ser egoísta

“Solo se vive una vez, y si lo haces bien, será suficiente” Mae West

Ganar en edad tiene muchas ventajas siempre y cuando, tengamos una mente abierta, intuitiva y que ha sabido sacar adecuadas conclusiones de las propias vivencias. Tarde o temprano, uno acaba dándose cuenta de que sobran cosas, de que nuestro equipaje personal arrastra un peso excesivo donde nos será imposible facturar esa maleta para continuar nuestro viaje a la felicidad. Madurar es por tanto aprender a aplicar filtros psicológicos y emocionales. Quien se atreve a dejar ir ciertas amistades, ciertas relaciones, costumbres y determinados entornos, no peca de soberbia, al contrario, practica un fabuloso mecanismo de supervivencia. Algo que todos sabemos es que cuando somos muy jóvenes nuestro filtro relacional no tiene límites: somos receptivos a todo e intentamos impregnarnos de cualquier cosa que nos llega. Queremos experimentar, vibrar, emocionarnos…Sin embargo, a medida que pasan los años y llegan las decepciones y los aprendizajes, entendemos que para tener una vida de calidad, “restar” personas, situaciones y actividades es necesario. Quedarnos con los que nos hace feliz es poder respirar en paz para seguir creciendo, para seguir madurando.
Alguien dijo una vez que el secreto de una vida feliz no está en correr muy rápido ni en subir muy alto. Está en saber saltar, en sortear altibajos, en encontrar refugio e inspiración en esas rocas del río de nuestras vidas donde se hallan los rincones más hermosos, las más sólidos y relucientes.

Fuente: lamenteesmaravillosa.com

19 de enero de 2017

FORTALEZA

No siempre tenemos que ser fuertes para ser fuertes. A veces, nuestra fortaleza se expresa siendo vulnerables. A veces, necesitamos deshacernos en pedazos para rehacernos, y seguir sobre el camino. Todos tenemos días en que no podemos empujar más duro. En que no podemos contener las dudas en nosotros mismos, en que no podemos dejar de concentrarnos en el miedo, en que no podemos ser fuertes. Hay días en que no podemos concentrarnos en ser responsables. Ocasionalmente, no queremos quitarnos el pijama. A veces, lloramos delante de los demás. Exponemos nuestro cansancio, nuestra irritabilidad o nuestra ira. No tienen nada de malo esos días. No tienen nada de malo. Parte de cuidar de nosotros mismos significa darnos permiso de "deshacernos" cuando lo necesitamos. No tenemos por qué ser torres perpetuas de fortaleza. Somos fuertes. Lo hemos probado. Seguiremos siendo fuertes aunque tengamos el valor de permitirnos sentirnos temerosos, débiles y vulnerables cuando necesitamos experimentar esos sentimientos.
Melody Beattie

13 de enero de 2017

¡REGRÉSATE, AHORA MISMO!

Si deseas ‘sentirte bien’ todo el tiempo, por favor, olvídate de despertar.Si deseas despertar, olvídate de ‘sentirte bien’. Si anhelas la cruda verdad de la existencia, por favor, prepárate para el desmoronamiento de tu status quo. Prepárate para la decepción, para la destrucción de tus sueños. Todo lo que sabes de ti se romperá en un millón de pedazos. Prepárate para permitir que una tristeza jamás imaginada, el dolor de universos lejanos, se mueva a través de ti, y penetre tu propia esencia. Y prepárate para alegrías tan insoportables que te preguntarás por qué tu corazón aún no ha estallado. Prepárate para que el amor drene tus conductos lagrimales. Prepárate para caer de rodillas una y otra vez,  en asombro, en horror, en gratitud, en la más profunda calma. Prepárate para no estar preparado nunca. Si deseas ‘sentirte bien’ todo el tiempo, si deseas placer sin dolor, alegría sin tristeza, luz sin noche, una espiritualidad que te ‘mime’,  por favor, te lo ruego: Regrésate.  ¡Regrésate, ahora mismo!
Jeff Foster

12 de enero de 2017

LA MAGIA DE SER MUJER DESPUÉS DE LOS 40

Mujer, ya no tenemos la figura de los 20 años, pues las piedras del camino han moldeado nuestro cuerpo. Nuestra mirada es cómplice, pues se ha formado durante años, permitiéndonos manejar el arte de amar a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestros familiares y a nuestros amigos.
Acumulamos de manera perfecta la experiencia y la juventud, lo que nos hace dominar el arte y el manejo de nuestra esencia, sumando vida a los años que hemos disfrutado y que nos quedan por disfrutar.
Porque una mujer de más de 40 deja huella por dónde camina, haciéndose dueña de sus pasos. Siente que pisa fuerte, transmite seguridad en sí misma y ha logrado una estabilidad y un equilibrio emocional y personal que hipnotiza.

“Se necesita mucho valor para amar a las mujeres marcadas por el pasado, aquellas de carácter fuerte pero de corazón bueno. Se necesita mucho amor para curar las heridas y las desilusiones.
Pero, sobre todo, se necesita ser inteligente, porque son tan maduras y tan experimentadas que ya no creen en lo que sienten, sino en lo que estés dispuesto a hacer por ellas.” Walter Riso

MÁS DE 40 SOPLOS DE AIRE FRESCO…
Los 40 y los 50 son un momento peculiar, en el que te encuentras entre dos generaciones que ponen en evidencia lo efímero de la vida, por eso nos damos cuenta de que hay que aprovecharla y conciliar nuestros mundos. Dejas de preocuparte por lo que pasó y por el que pasará para comenzar a disfrutar de lo que está pasando.
A partir de los 40 por fin entendemos que cada persona que te encuentras tiene un papel. Algunas personas te ponen a prueba, otra te utilizan, no falta quien te ama y te enseña, pero las personas realmente importantes son las que sacan lo mejor de ti. Son y serán personas pocos comunes y extraordinarias las que te recuerdan que todo ha merecido la pena.

¿QUE CUÁNTOS AÑOS TENGO?
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos y las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas… Valen mucho más que eso.  ¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta! Lo que importa es la edad que siento.  Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.

“¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa! Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento”.
José Saramago

LA MAGIA DEL MOMENTO
Muchas mujeres de más de 40 ya se han visto en situaciones complicadas. Han podido ser renegadas y rechazadas por su sociedad. Han vivido traiciones y desengaños que las han hecho madurar. Han podido sentir en su piel el desgarro de separaciones deshonrosas, de abandonos y de menosprecios. Están forjadas en el fragor de la batalla y heridas por las flechas más inesperadas. Han cargado sobre sus espaldas gran parte del peso de la vida y, por eso, las mujeres con más de 40 han desarrollado un séptimo sentido que les permite ir más allá, mantenerse serenas y reconciliarse con la vida.

“Las mujeres de mi generación son las mejores. Y punto. Hoy tienen cuarenta y pico, y son bellas, muy bellas, pero también serenas, comprensivas, sensatas y, sobre todo, endiabladamente seductoras, esto a pesar de sus incipientes patas de gallo o de esa afectuosa celulitis que capitanea sus muslos, pero que las hace tan humanas, tan reales… Hermosamente reales.” Sharon Stone con 48 años

A modo de chiste, se dice que una mujer de 20 años puede ser atractiva, la mujer de 30 puede ser seductora pero solo después de los 40 se puede ser irresistible. Este es el resultado de una mezcla perfecta entre experiencia y juventud. De alguna manera, la mujer de más de 40 ha dado un importante paso en la búsqueda del amor, ahora se ama a sí misma mucho más que lo que lo hacía un década atrás.
No te olvides, mujer… Tienes los años que permiten mirar la vida con calma pero con el interés de seguir creciendo. Ahora es cuando el amor puede ser ardiente o un remanso de paz. Cuando puedes gritar sin miedo tus temores y hacer lo que deseas aun temiendo al fracaso. Hoy puedes Amarte, aceptarte y abrazarte, porque los años te han convertido en una persona mucho más plena, mucho más TÚ.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com


6 de enero de 2017

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN

El arte de la meditación es una manera de ponerse en contacto con la realidad. Y la razón para meditar es que la mayoría de las personas civilizadas han perdido el contacto con la realidad. Confunden el mundo tal como es con el mundo tal como ellos lo piensan, tal como hablan de él y lo describen. Porque por una parte está el mundo real y por otra hay todo un sistema de símbolos ―referentes a ese mundo― que llevamos en nuestra mente. Son símbolos muy, muy útiles; toda la civilización depende de ellos. Pero, como todas las cosas buenas, tienen sus desventajas, y la principal desventaja de los símbolos es que los confundimos con la realidad, de la misma manera que confundimos el dinero con la auténtica riqueza y nuestro nombre, la idea y la imagen que tenemos de nosotros mismos, con nosotros.
Por cierto que, desde el punto de vista de un filósofo, "realidad" es una palabra peligrosa. Un filósofo me preguntará qué quiero decir al hablar de "realidad". ¿Estoy hablando del mundo físico de la naturaleza, de un mundo espiritual o de qué? Tengo una respuesta muy simple: cuando hablamos del mundo material usamos, de hecho, un concepto filosófico. De la misma manera, si decimos que la realidad, en sí misma, no es un concepto. La realidad es ... (sonido de un gong). Y no le daremos nombre.
Es asombroso todo lo que no existe en el mundo real. Por ejemplo, en el mundo real no hay cosas ni hay sucesos. ¡Lo cual no significa que el mundo real sea un vacío totalmente informe y sin interés! Significa que es un maravilloso sistema de danzas y vibraciones en medio del cual vislumbramos cosas y sucesos, de la misma manera que proyectamos imágenes sobre una mancha del Rorschach o escogemos en el cielo determinados grupos de estrellas y los llamamos constelaciones. Pues bien, en la visión de nuestra mente y en nuestro sistema de conceptos hay grupos de estrellas, pero no están allá fuera, como constelaciones ya agrupadas en el cielo. De la misma manera, la diferencia entre cada uno de nosotros y el resto del universo no es más que una idea, no una verdadera diferencia. La meditación es un camino por el cual llegamos a sentir nuestra inseparabilidad básica de la totalidad del universo. Lo que es cesariano para eso es que nos callemos, que nos silenciemos interiormente e interrumpamos la cháchara interminable que nos resuena dentro del cráneo.
La mayor parte de nosotros pensamos de manera compulsiva durante todo el tiempo; hablamos con nosotros mismos. Si todo el tiempo estoy hablando, no oigo lo que alguien tenga que decirme. Exactamente de la misma manera, si pienso todo el tiempo, es decir, si estoy continuamente hablando conmigo mismo, no tengo nada en qué pensar, a no ser pensamientos, ideas. Por ende, estoy viviendo totalmente en el mundo de los símbolos sin estar jamás en relación con la realidad. Y quiero ponerme en contacto con la realidad: ésa es la razón básica para la meditación.
Hay otra razón, pero es un poco más difícil de entender. Podríamos decir que la meditación no tiene una razón o que no tiene un propósito. En ese aspecto no se parece a casi ninguna otra cosa de las que hacemos, salvo, quizás, a tocar música y a bailar. Al tocar música no lo hacemos con el propósito de llegar a cierto punto, digamos el final de la composición. Si tal fuera el propósito de la música, es evidente que los ejecutantes más rápidos serían los mejores. Tampoco cuando bailamos nos proponemos llegar a un determinado lugar del suelo, como cuando hacemos un viaje. Cuando bailamos, la meta es el viaje mismo, tal como cuando tocamos música, la meta es tocar. Y exactamente lo mismo es válido para la meditación. La meditación es el descubrimiento de que siempre estamos llegando en el momento inmediato a la meta de la vida.
Por consiguiente, si uno medita por un motivo ulterior, es decir, por una mejora mental o del carácter, para ser más eficiente en la vida, tiene los ojos puestos en el futuro y no está meditando. El futuro es un concepto ¡algo que no existe! ¡No hay nada que sea "mañana"! Ni jamás lo habrá, porque el tiempo es siempre ahora. Esa es una de las cosas que descubrimos cuando dejamos de hablar con nosotros mismos y dejamos de pensar. Nos encontramos con que no hay más que un presente, únicamente un eterno ahora.
Cuando uno medita no lo hace por ninguna razón, en absoluto, a no ser por el placer de hacerlo. Y aquí enunciaría el principio fundamental de que la meditación ha de ser grata; no es algo que se hace como un penoso deber. El problema de la religión actual es que está enormemente mezclada con deberes y obligaciones temibles y desagradables. Cosas que se hacen porque "son buenas para uno". Es una especie de auto-castigo. La meditación, cuando se practica correctamente, no tiene nada que ver con eso; es una especie de comprensión y disfrute del presente, una suerte de fascinación ante el eterno ahora, que nos conduce a un estado de paz en el que podemos entender que el sentido de la vida, el ámbito donde se da, es simplemente aquí y ahora.

Fuente: Alan Watts. Nueve meditaciones

2 de enero de 2017

ELLA ESTÁ LOCA.

La locura de la loca linda que hace lo que le nace sin molestar a nadie más que al que se ofende al ver en ella la libertad que en si no encuentra ni tiene. La locura de la loca autentica que dice lo que siente y es frontal sin tratar de controlar lo que el otro piensa y cree. La locura de la loca de amor que aunque no le devuelvan lo que espera sigue dando sin temor a quedarse vacía porque se sabe entera. La locura de la que ve grandeza en las pequeñas cosas porque no olvida que en cada insignificancia crea efectos para sus causas. La sana locura de la que sabe vivir en libertad animándose a saltar más allá de lo conocido por haberle quedado chica esta realidad. La locura de la que no se somete obsecuentemente a los prejuicios de la masa y se atreve a ver qué pasa cuando decide contar su verdad.
Ese tipo de locura es el que busco y siembro en mí y celebro con reverencia a aquellos que la hayan podido encontrar.
Alejandra Baldrich
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