26 de septiembre de 2014

LA DIKSHA Y LAS HORMONAS DE LA FELICIDAD POR CHRISTIAN OPITZ.

Hasta ahora, en mis escritos he enfatizado principalmente el efecto del Diksha en varios centros cerebrales.  Un aspecto igualmente importante del proceso del despertar, es el cambio en la producción de hormonas y neurotransmisores.  Me gustaría revisar algunos de los cambios más significativos respecto a las hormonas y neurotransmisores que he encontrado en la gente que ha estado recibiendo Diksha por algún tiempo.
Primero, echemos un vistazo a algunos de los neuroquímicos más importantes y el efecto que ejercen en nuestra experiencia de la vida.
Dopamina:
Producida en la sustancia nigra en el cerebro medio, este importante neurotransmisor está casi siempre fuera de balance en la mayoría de la gente moderna. Necesitamos suficiente dopamina para sentirnos vivos, vibrantes, para ser capaces de concentrarnos y tener un buen discernimiento.  La falta de dopamina lleva al aburrimiento, depresión, niebla cerebral, es decir que uno simplemente existe sin estar realmente vivo.  Esto a su vez, nos lleva a buscar estimulación para producir dopamina, la mayoría de las veces a través de medios destructivos. 
Algunos estimulantes intensos pero fugaces son por ejemplo la cocaína, anfetaminas, comida chatarra, comportamientos agresivos y conflictos con otras personas.  Quienes sufren de DDA (desorden de déficit de atención) son inquietos y frecuentemente tienen tendencias hiper-agresivas debido a que están desesperadamente tratando de estimular la producción de dopamina. Demasiada dopamina de un solo golpe debilita los receptores de dopamina, lo que a su vez produce consecuencias indeseables.  Las alucinaciones que son erróneamente tomadas por genuinas experiencias místicas, generalmente están relacionadas a la sobreproducción de dopamina prolongada. Aquellas personas adictas a los juegos por computadora, sufren de desequilibrios similares de dopamina, lo que muestra una interesante correlación entre las adicciones a la realidad virtual ya sea en la pantalla de una computadora o la de la mente individual.  En algunos casos, un exceso de dopamina puede originar tartamudeo.  Quienes sufren de este desorden, generalmente tienen en su sistema el doble de dopamina que la gente común.
Es fácil ver que para lograr un despertar espiritual equilibrado, es deseable un nivel consistente de dopamina sin los efectos nocivos de las altas y bajas extremas.  
Una producción consistente de dopamina va de la mano con la activación  de los lóbulos frontales, que Bhagavan asocia con la realización de Dios.  Dado el hecho de que la dopamina es esencial para sentirse verdaderamente vivos, es lógico que la necesitemos para alimentar también la Fuente de toda la vida. 
Oxitocina:
La oxitocina es la hormona del amor, de la apertura del corazón y la gratitud. Las parejas que están felizmente casadas producen más oxitocina, pero el estrés en las relaciones la disminuye severamente. La oxitocina es la fundación neuro-química para la compasión, para verdaderamente preocuparnos por los demás.  Cuando los otros nos importan, nosotros mismos somos recompensados crecientemente, ya que la oxitocina regenera el cuerpo e induce a un muy profundo estado de bienestar.  El amor es un gran seguro de salud gracias a la oxitocina.  La indiferencia y la crueldad van acompañadas de niveles muy bajos de esta hormona.  Asumo que estos hechos bioquímicos son una de las razones que respaldan el énfasis que pone Bhagavan en mantener buenas relaciones y enderezar las ya existentes. Hoy en día la producción de oxitocina se encuentra seriamente entorpecida en la mayoría de la gente y este problema empieza con frecuencia al momento de nacer. 
En la segunda mitad de los años 40, la medicina empezó a usar drogas desde el nacimiento, como si tal hecho fuese una enfermedad.  Entre los fármacos usados, la petocina (una forma sintética de oxitocina) se aplica para inducir contracciones y consecuentemente el parto de acuerdo a la agenda del hospital, en vez de seguir y respetar la interacción natural entre madre y bebé. Cada vez que recibimos una dosis alta de la versión sintética de alguna hormona, nuestros receptores se ven abrumados y la producción natural en nuestro cuerpo es comprometida.  Si esto sucede durante el nacimiento, puede haber daño permanente y un patrón continuo de producción mínima de oxitocina.
Tampoco ayuda mucho el hecho de que la más importante fase de vinculación entre madre e hijo -justo luego del parto- se ha convertido en un procedimiento médico de extracción de muestras sanguíneas, medir al bebe, cortar el cordón umbilical demasiado rápido y no permitir al bebé entablar un lazo inmediato con su madre, lo que le proporcionaría una entrada más sutil a este mundo.  La combinación de petocina y la falta de empatía para el recién nacido en los partos medicalizados, son una fórmula casi infalible para comprometer la producción natural de oxitocina.
Es interesante notar que el uso intenso de drogas durante el nacimiento, desde la petocina a los analgésicos e incluso algunas sustancias psicodélicas hoy en desuso, fue introducido al final de la segunda guerra mundial cuando la primera generación de bebés que llegó al mundo mediante el uso de drogas, alcanzó la edad adulta en la década de 1960 –la primera generación que buscará un más profundo significado de la vida a través de las drogas-.  Creo que la falta de oxitocina natural causada por el uso de drogas justo en el inicio de la vida, puede desatar un patrón intenso de recapitulación cuyo fin sea buscar la vida a través de las drogas.
Cortisol:
El opuesto de la oxitocina en términos de sus efectos en nuestra experiencia de vida, es el cortisol también llamado la hormona del estrés y la muerte.  Necesitamos cortisol en las situaciones que ponen en peligro la vida, pero tal como el Dr. Hans Selye descubrió, tendemos a sobre-producirlo gran parte del tiempo aún cuando no exista una amenaza para nuestra supervivencia.  Con el cortisol, todo en la vida toma la apariencia de lucha, incluyendo nuestras relaciones y hasta la búsqueda espiritual.  El cortisol activa los lóbulos parietales que son los encargados de darnos un sentido de nuestros límites físicos –espacio vital-.  Cuando están sobre activos, esta sensación de separación física se extiende a nuestra experiencia general de nosotros mismos y nos sentimos existencialmente separados. Ésta es al menos, parte de la razón por la cual Bhagavan enfatiza la desactivación de los lóbulos parietales.  El cortisol nos hace ir por la vida con lóbulos parietales crónicamente hiper activos.  En ese estado, no somos capaces de reconocer nuestros sentimientos por completo, de abrazarnos a nosotros mismos como somos realmente.  Estar en el aquí y el ahora, fluir, requiere de abundante oxitocina, suficiente dopamina y niveles bajos de cortisol.
El Efecto del Diksha:
Aun cuando es bastante difícil medir las hormonas y neurotransmisores directamente en el cerebro, la prueba de huella electromagnética permite alcanzar algunas conclusiones acerca de los efectos del Diksha a este respecto. Uno de los principales efectos que he encontrado en aquellas personas que han recibido Diksha por un año o más, es una regeneración de los receptores tanto para dopamina como para oxitocina.  Esto, automáticamente lleva a una mayor eficiencia de estos neuro químicos y una disminución de la producción de cortisol.  El Diksha también puede regenerar la sustancia nigra en donde la dopamina se produce y esto generalmente se manifiesta en cambios de los patrones electromagnéticos cerebrales. En varias ocasiones he observado -a través del Diksha- una liberación natural de los comportamientos adictivos que claramente estaban relacionados con niveles bajos de dopamina. Otro parámetro interesante es la comunicación electromagnética entre el corazón y el cerebro.  Este parece fortalecerse progresivamente en las personas a través del Diksha y es una de las más importantes correlaciones energéticas del florecimiento del corazón y la compasión verdadera.  En algunos Dasas y en Ron Roth, esta conexión excedía la gráfica cuando los medí.  La oxitocina es el puente bioquímico entre el corazón y el cerebro.
A partir de la información que he recopilado hasta ahora, el Diksha parece ser efectivo para incrementar fuertemente la oxitocina en la gran mayoría de la gente.  También creo que este es uno de los aspectos del trauma del nacimiento que puede sanar con el Diksha y que este efecto hace que el Diksha sea más valioso para los niños.  Aun cuando no se supone que los niños deban ingresar a un proceso de iluminación, crecer con gran cantidad de oxitocina les dará una experiencia de vida mucho más hermosa.
Finalmente, los efectos neuro químicos del Diksha, son una razón por la cual algunos otros métodos que la gente utiliza con el fin de alcanzar la transformación interna, pueden ser mucho más efectivos cuando se recibe Diksha.  Si alguien no requiere ya de la meditación para disminuir el cortisol, dicho ejercicio puede llegar a niveles mucho más profundos inmediatamente.  Si se realiza trabajo de sanación emocional o física en una persona que ya tiene altos niveles de oxitocina, la receptividad a la sanación se incrementa. La sinergia del Diksha con métodos específicos de transformación interior es un tema fascinante para mayor exploración  y el papel de los neuroquímicos es esencial para los efectos que dicha sinergia produce.
Christian Opitz  es un neurofísico, bioquímico, herbalista y autor.
Ha desarrollado un nuevo paradigma de sanación llamado Vida Radiante que combina la funcionalidad total del cerebro, nutrición en crudo, ejercicio y conciencia de la naturaleza.  Christian ha impartido cátedra en Europa y los Estados Unidos de América durante los últimos 15 años.


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