Lavando
los platos.
Estoy en casa. Se están
lavando todos los platos. Todo lo que existe en el universo es el tintineo de
los platos, el resplandor de las burbujas, y el shhhhhhhhhh del agua que está
saliendo del grifo. El lavado de los platos llena todo el espacio disponible.
Este plato hondo en
particular está muy sucio. Está lleno de cereal seco del desayuno y llevará
años dejarlo limpio.
El teléfono suena. El
plato se deja, los guantes se sacan, la cocina es reemplazada por la sala de
estar. El fregadero y los platos sucios de la cocina son reemplazados por el
sofá, la mesita y el teléfono. "¿Hola?"
Una voz surge de la nada.
"¡Hola Jeff!" Es mi amigo que me llama desde Londres. Pero el sonido
de su voz surge aquí, en la habitación con el sofá y el teléfono, no "allá
afuera" en el mundo. Mi amigo no está en Londres, está aquí conmigo. Él
está aquí conmigo en esta intimidad siempre presente.
Me da una buena noticia –
ha encontrado un nuevo empleo. Esta noticia es muy buena, en su mundo. Y debido
a que en este momento su mundo es mi mundo, esta noticia también es buena para
mí. Compartimos juntos nuestra buena fortuna.
Nadie aquí, nadie allá. Y
aún así surge la respuesta: "¡Guau, esa es una gran noticia!" y ni
siquiera parece que esté yo actuando. Realmente quise decir lo que dije, cuando
lo dije. El amor no rechaza nada, el amor no prepara un acto o monta un
espectáculo para agradar a los demás, el amor no tiene posturas ni pretende
tampoco ganar la aprobación de otros. No, el amor baila, el amor juega, el amor
abraza, por el simple placer de hacerlo, y así es como surgen las palabras:
"¡Guau, es una gran noticia!" Sé que le costó mucho trabajo
conseguir ese nuevo empleo y sólo hay celebración.
Nos pusimos de acuerdo
para tomar un café la próxima semana y yo garabateé los detalles en una hoja de
papel.
La conversación terminó.
Colgué el teléfono y regresé a la cocina para continuar quitando el cereal
endurecido. Las manos se movían, el agua corría, y la pila de platos sucios fue
reemplazada por platos, salseras, cuchillos y cucharas limpias cuidadosamente
colocados, brillando bajo la luz del sol que se asomaba por la ventana. Sólo
había gratitud por el detergente, por los guantes y la luz del sol que
iluminaba todo.
Celebración por las buenas
noticias de mi amigo, gratitud por los guantes de goma, ¿cuál es la diferencia?
Todo brillando, brillantes apariencias en el juego de la vida.
Ahora tengo que orinar.
Más rápido que un relámpago, aparece un inodoro. Es increíble. Surge la
necesidad de orinar y aparece un inodoro. Se trata de un juego perfectamente
sincronizado. Las necesidades siempre son satisfechas, de una u otra manera.
Contracción, expansión. Tensión, liberación. El pulso del universo, y todo es
tan ordinario en su apariencia. Asombroso.
Mientras seco mis manos me
doy cuenta que el baño necesita una limpieza, urgentemente. Bueno, ¡no hay
tiempo como el presente! Ahora todo lo que hay es estar absorto lavando el
baño. ¿Despertar espiritual? ¿Unidad? ¿Advaita? ¿No-dualidad? No, no, no. Eso
no. "¡El baño necesita limpieza! ¡Esta escoria debe salir de aquí! ¡Es un
asunto de vida o muerte!"
Termino con el baño,
vuelvo a la cocina y me doy cuenta de que toda la vajilla ha sido lavada. ¡Qué
maravillosa sorpresa! Me había olvidado de que ya se había hecho. Tomo un poco
de agua y regreso a la sala de estar. Veo que hay unas notas garabateadas en un
pedazo de papel con los datos de la cita con mi amigo para la próxima semana.
Oh sí, ¡otra maravillosa sorpresa! La vida florece por todas partes,
simplemente va estallando entre sus costuras: en la cocina, en el baño, en la
sala, e incluso en algún lugar llamado "Londres". Está absolutamente
por todas partes. No puede ser contenida.
¡Vaya aventura que he
tenido en las últimas horas! Y todo lo que hice fue moverme entre mi cocina, mi
baño y la sala. Hay tanto que ver y que hacer aquí. ¿Qué rica es esta vida. Y
todavía hay más por explorar...
Para el mundo, lavar los
platos y el baño no es nada. Sin embargo, cuando se ve con claridad, es todo.
Cuando me pregunten "¿qué hiciste hoy?" diré "lavé los platos,
limpié el baño y charlé con mi amigo de Londres", cuando en realidad lo
que pasó, más allá de la historia (¡y cómo me gusta la historia!) es que los
platos se lavaron solos, el baño se limpió por sí mismo y que no había nadie al
teléfono desde Londres. Lo que realmente pasó fue aventura – lo que realmente
pasó fue intimidad con todas las cosas. La historia nunca ocurrió – la vida fue
lo que ocurrió.
La historia es sólo una
pálida imitación de la celebración.
He estado teniendo un
romance secreto con la vida, como puedes ver, y nadie lo sabrá jamás. He tenido
relaciones íntimas con los platos, cucharas, con el detergente, con la tina de
baño, con los productos de limpieza, con el sonido de la voz de mi amigo y con
la luz del sol que entra por la ventana de mi cocina. He tenido relaciones
íntimas con la alfombra, las paredes, con el horno, la nevera, con el inodoro y
el teléfono y con la simpática araña que me encontré subiendo por el radiador.
Nadie puede despojarme de esa intimidad. Nadie. Ningún poder en el mundo puede
amenazarla. Es mi pequeño secreto que para nada es realmente secreto. Es la
vida misma, y siempre está justo aquí.
Jeff Foster