10 de diciembre de 2009
ALEGRÍA, CONTENTAMIENTO Y FELICIDAD.
La alegría es una emoción que asume un instante total, y tiene la capacidad de borrar todo registro de malestar. Sus efectos son: sanadores, eficaces contra el estrés y abre el camino para una mejor expresión de la creatividad generando ambientes o espacios solidarios. Pero la alegría por otra parte es susceptible de ser interrumpida por cualquier otro acontecimiento que consideremos “desagradable” y acaba en el mismo instante en que algo desagradable suceda, siendo sustituida en ocasiones y con igual intensidad por su opuesto complementario, la tristeza.
Ahora (que es lo único Real) hablemos de aquello que mueve al ser humano hacia todo, o por ignorancia, en contra de todo: La Felicidad.
La felicidad nos impulsa aunque cueste reconocerlo. Nadie hace algo para no ser feliz. Toda acción cuando no es sagrada tiende a proporcionar o proporcionarnos un bienestar. Aún el principio más egoísta que imaginemos tiene aspiraciones de felicidad, una felicidad para sí.
Van pasando los años y la palabra “felicidad” es pronunciada y escuchada con mucha frecuencia, pero sentirla… eso es otra cosa, cierto? Nunca renunciamos a ella, siempre por más oculta que esté, allí la estaremos buscando.
Ahora decimos: “La felicidad es solo un momento”.Es muy duro asumir que tenemos solo momentos de felicidad, porque si en un momento estamos felices, entonces, el resto del tiempo estamos infelices, o algo menos duro sería que estuviéramos, no felices. ¡Nadie puede con eso!
Resulta que tenemos la falsa creencia consumista, en todos los planos, que la felicidad se la puede comprar. Creemos que está afuera, es decir, la felicidad está hecha, tiene un precio material y allí espera por nosotros. ¡Todavía no desbaratamos ese cuento!
Creemos ser felices al comprar: una casa, un carro, un título, un viaje, una pareja, salud, una semana cerca de un iluminado. Incluso desde la religión, creemos que es posible comprar a Dios.
Lograr un estado que sea saludable, integrador y un excelente socio en el camino es prioritario. Algo que con el tiempo y a medida que se avanza incremente el bienestar hasta llegar a la Realización en el plano terrenal.
Tarea: estar suelto y alerta, empezar a distanciarse de los comportamientos reactivos, es decir, de las reacciones espontáneas y defensivas de la emoción. De ese yo que cree, siente o piensa que está siendo perjudicado en cualquier forma. De ése que siente que pierde el control, de ése dueño de nosotros que se esconde y articula desde las sombras todo tipo de tretas para gobernarnos.
A medida que vayas identificando esos mecanismos y te vayas distanciando de las reacciones elementales y automáticas en las relaciones, dejará de dominarte ese caballo salvaje y llegarás a neutralizarlo sabiamente en tu interior. Dirás por ejemplo:
“¡Ahí está el ego!, identifico su interferencia en este momento, está usando trucos para que evada una posibilidad de crecimiento, esta vez afrontaré esta situación y mejoraré esto con la cualidad útil y apropiada desarticulando este fantasma.
Cuando sientas esos progresos comenzarás a ser llenada/do por una sensación cálida, amable, compasiva, generosa, tolerante y muy, muy agradable, como cuando eres es guiada/o o recibida/o por algo más grande y conciente y que está, sin dudar, dentro de nosotros. A ese estado de triunfo sobre el ego, llámalo: Contentamiento.
Nunca se irá, es la señal, la prueba del avance hacia la Realización y será tan contundente que sabrás que crecerá en la medida que confíes.
La felicidad, junto con el gozo y la bienaventuranza llegará entonces cuando estemos tan entregados que podamos depositarnos, así como dicen los meditadores, en el espacio que hay entre dos pensamientos.
Siempre juntos.
Marcelo dos Santos.
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