¿Cuándo
vas a ese sitio sueles ir por el mismo camino sin planificarlo? ¿Alguna vez has
salido de casa, has cerrado la puerta y no te acuerdas de haberlo hecho? ¿En
ocasiones has ido conduciendo y has seguido adelante y te has dado cuenta de te
habías pasado la salida? Pues te presento al piloto automático.
Este
piloto automático consiste en realizar acciones sin que nos demos cuenta de
ello. Cuando este “piloto” se activa no tenemos la atención puesta en lo que
hacemos, incluso a veces ni de lo que pasa a nuestro alrededor.
¿Por
qué se activa? Este “piloto automático” se activa cuando estamos tan inmersos
en la rutina que simplemente parece un día más y hacemos lo de siempre. Es por
ello que suele ocurrirnos en acciones automáticas como caminar, ir en coche,
comer, etc. Cuerpo y mente se acostumbran a seguir el mismo camino, con las
mismas sensaciones, de modo que en lugar de ser una persona emocionalmente
activa y abierta a la experiencia, sin darnos cuenta nos convertimos en una persona
pasiva, como una máquina que realiza los mismos gestos día tras día, que sigue
un camino fijo. De modo que nos quedamos en nuestra zona de confort. ¿Qué
es la zona de confort? La zona de confort es la burbuja en la que vivimos. Cada
persona tiene su burbuja, en dónde se incluye la forma de vivir, la forma de
experimentar, su entorno, etc. Cuando nos quedamos dentro de nuestra burbuja
parece que se experimente día tras día “lo mismo”, sobre todo si la persona
realiza un trabajo repetitivo, llegándose a sentir que el tiempo pasa muy
deprisa e incluso llegar a desorientarse en qué día se encuentra de la semana.
Es importante destacar que cada zona de confort es distinta de una persona a
otra. Por ejemplo, una persona que viva en el centro de Madrid estará
acostumbrada a los atascos, al tráfico, al ir y venir de la gente, etc.,
mientras que una persona que viva en un pueblo pequeño estará acostumbrada a
envolverse de un clima tranquilo, sin apenas coches y tumultos.
¿Qué
tengo que hacer para que no se active el piloto automático?
Aprende
a tolerar la incertidumbre: en ocasiones nos quedamos en nuestra burbuja porque
nos da miedo arriesgar, nos dan miedo los cambios, lo desconocido, la
incertidumbre de no saber qué va a pasar, de modo que preferimos quedarnos en
un sitio controlado, en nuestra zona de confort, donde podemos intuir qué es lo
que nos va a deparar el día.
Improvisa:
Solo cuando pasa algo extraordinario nos traslada al presente. Un atasco, un
accidente, una noticia… El llamado efecto sorpresa, por el cual nos acordamos
de ese día, un momento, una frase, una lección, cuando ocurre algo fuera de lo
habitual que nos sorprende. No dejes que algo externo te devuelva al presente,
todo día es bueno para hacer algo extraordinario, ¿por qué no?.
Explora:
Coge el ordenador, el móvil, un mapa, lo que tengas a mano para poder mirar
nuevas rutas para ir al trabajo, a la escuela, a coger el tren, el bus, etc.
Busca una nueva ruta por otra parte para llegar al mismo lugar. Explorando
nuevas calles, nuevos ambientes, te hará volver al presente.
Siente:
Una comida, una tela, un perfume, un paisaje…Todo puedes sentirlo, y puedes
hacer de tu acción algo diferente. Cuando comas si no sabes que lleva intenta
adivinar qué ingredientes podría contener, cuando camines, observa tu entorno,
qué olores te vienen en ese momento.
Cuídate: cuando
activamos el piloto automático es que en ocasiones estamos tan
cansados que nuestra atención se disminuye. Por ello es importante
descansar bien y comer bien, sin comidas pesadas antes de ir a trabajar. La
rutina es parte de nuestra vida, pero no por ello hay que descuidar cosas tan
importantes como el sueño y la alimentación.
Brain-off:
a veces desconectamos del presente a través de nuestros pensamientos. Prorrogar
esos pensamientos preocupantes para otro momento, quedándose el cerebro “Off”
apagado nos ayudará a centrarnos en el ahora.
Raquel
Ribes