El secreto de la felicidad es muy sencillo. Deja de pedirle cosas a este momento. Cada vez que le pides algo, o que te libre de algo, sufres. Tus peticiones te mantienen encadenado al estado de ensoñación de la mente condicionada. El problema estriba en que, cuando pides algo, pierdes por completo lo que es en este preciso momento.
Debemos deshacernos de cualquier solicitud, incluso de la más sagrada, incluyendo nuestra demanda de amor. Si estás exigiendo amor sutilmente, aunque lo obtengas nunca será suficiente. En cuanto pase ese momento, la exigencia se reafirmará y necesitarás amor otra vez. Pero cuando te relajas, en ese instante sabes que el amor ya está ahí. La mente tiene miedo de dejar de pedir porque piensa que no hacerlo implicaría no conseguir lo que desea, como si el hecho de pedirlo sirviese de algo. Las cosas no funcionan así. Deja de perseguir la paz y el amor, y tu corazón se llenará. Deja de intentar ser mejor persona y serás mejor persona. Deja de intentar perdonar, y el perdón surgirá. Detente y quédate quieto.
La realización súbita consiste en abandonar cualquier tipo de exigencia, tanto hacia ti como hacia los demás, en este preciso instante. Lo único que hay que hacer es dejar de pedir durante una décima de segundo. Si lo haces indefinidamente será muy sencillo. Pero si experimentas un momento trascendente y después empiezas a pedirte cosas, y a pedirle cosas al mundo, la verdadera naturaleza del ser se oscurecerá y regresarás a la confusión. Es como si estuvieras buscando la joya de tu bolsillo y siguieras insistiendo en ser un mendigo. Cuando dejas de insistir y te vuelves a meter la mano en el bolsillo, te das cuenta de que el ahora te proporciona una plenitud tremenda, y que esta plenitud no es el resultado de nada.
Adyashanti - La Danza del Vacío