He oído lo que hablaban los habladores, la fábula del principio y del fin,
Pero yo no hablo ni del principio ni del fin.
Nunca hubo más principio que ahora,
Ni más juventud ni vejez que ahora,
Ni habrá más perfección que ahora,
Ni más infierno ni cielo que ahora.
Impulso, impulso, impulso,
Siempre el impulso generador del mundo.
De la penumbra surgen iguales elementos contrarios, siempre la sustancia y el crecimiento, siempre el sexo,
Siempre un tejido de identidades, siempre lo diferente, siempre la vida que se engendra.
De nada sirve elaborar; los doctos y los ignorantes lo saben.
Conociendo la perfecta justeza y ecuanimidad de las cosas, guardo silencio cuando los otros discuten, y después me baño y me admiro.