20 de noviembre de 2014

LA NOCHE OSCURA DEL ALMA: LA METAMORFOSIS DE LA ORUGA A MARIPOSA.

En el desarrollo personal y espiritual de todo ser humano existe un proceso al que se le llama ‘La Noche Oscura del Alma’. Muchas han sido las disciplinas que han tratado esta ‘fase’ en la que posiblemente cada uno de nosotros nos hemos encontrado o nos encontraremos, al menos una vez en la vida. Técnicamente la podríamos definir como ‘una constante cíclica’.
¿Los motivos? Desde el duelo, guardado y vivido por una pérdida personal, un ser querido, o un trabajo; pasando por una crisis de valores o existencial, separaciones, un cambio de vida y dirección, o una rotura de las estructuras que hasta ese día funcionaban y ahora ya no…
Esas vivencias dan lugar a una crisis de mayor o menor magnitud, que deriva en un encontrarse perdido y sin respuesta de la vida, sin mecanismos para generar nada. Parece que de golpe todo se apagó, nace una sensación de estar solo, sin guía personal ni trascendente, caen los valores, uno siente que ya nadie cree en él.
Como todo en la vida, está puesto ahí por una razón. Y estas crisis, con su magnitud, también tienen su motivo de ser. Lo importante es conocer que se está en ellas y saber de qué manera uno puede sostenerse en la tormenta, más allá de pensar en lo que va encontrar cuando llegue la calma.
En Psicología Transpersonal definimos ‘El Alma’ como aquél conjunto de experiencias acumuladas que son personales, intransferibles, y que nos definen como seres únicos e independientes a nuestro entorno. Diríamos que el alma nos brinda unas cualidades innatas que sólo nosotros poseemos y son el resultado de nuestro aprendizaje. Además en ella reside nuestro concepto de la ética, las normas de funcionamiento de tipo universal (no comprendidas por las leyes humanas), la empatía, la compasión, la justicia…
¿Entienden ahora por qué a alguien sin ética -aunque tenga moral-, se le llama un ‘desalmado’? El lenguaje popular es sabio en muchas de sus expresiones.
El alma nos brinda una conexión a nuestro mundo interior, a nuestra individualidad como seres. Esa individualidad nos permite conectar hacia adentro con nosotros mismos, con nuestro propósito en la vida, nuestra dirección, voluntad… quiénes somos y qué vinimos a hacer reside en el alma de cada hombre y mujer, así es una cuestión puramente personal pues nadie más puede conocerlo con más exactitud que uno mismo.
La fase de ‘noche oscura’ sucede cuando esa conexión ‘aparentemente’ se pierde. Esta desconexión puede venir por una decisión personal, consciente, de dar un giro a su vida y con ello entrar en esta fase de oscuridad, o bien por un suceso que cambia por completo su realidad y le obliga a redefinirse.
Imaginemos que por un momento esa estructura sobre la cual usted se sostiene en su día a día y que está formada por creencias, formas de trabajar, formas de relacionarse, su propia ética, el lugar de donde usted saca su escala de valores, su dirección en la vida, su motivo de vivir… desaparece. Y con ello, toda acción sobre el mundo exterior deja de funcionar como lo hacía. Naturalmente, usted intenta que vuelva a funcionar… pero no lo hace.
El proceso de ‘noche oscura’, con esa desconexión, nos está describiendo lo siguiente: acontece en nosotros un enfrentamiento con nuestra propia sombra. Lugares de nuestra psique que, por simple evolución, deben ser desechadas por inservibles.
A menudo se necesita primero ser consciente, para luego deshacerse de ellas. Aunque más bien no es un ‘deshacerse’ sino un ‘traer a la luz’. Se iluminan zonas que actuaban sin saberlo y se sustituyen o remiendan por otras nuevas que serán más útiles para su futuro.
Cuantos ejemplos tenemos en personajes populares que emergieron en su carrera justo después de un proceso así… en ese momento, se les pidió afrontar una situación de su vida y se les cayó toda la estructura en la que estaban sujetados. En el tránsito hacia la nueva etapa, todo se oscurece. Emerge una sensación de soledad, de no estar apoyado, ni ser oído, ni ser sustentado. La vida no ofrece respuestas como antaño. Si usted meditaba, no llega información. Si usted oraba, nadie le escucha. Lo material no ofrece feedback alguno. Lo personal, parece desencajado pues sus semejantes no le entienden.
Es realmente un proceso único y personal, un tránsito por el desierto y nadie puede imaginar la sed que usted tiene. Le pueden ver como a un loco, como a un descentrado, ‘nos abandonaste’, ‘lo hiciste mal’, ‘¿qué estás haciendo con tu vida?’… son frases que usted oirá.
Y aquí entramos en materia: un proceso de ‘noche oscura’ pide inevitablemente un ‘Acto de Fe’. Confiar en que ese proceso es necesario, e debemos irremediablemente rendirse ante sus circunstancias. ‘Rendición’ en tanto en cuanto uno debe vivir la transición con sus tiempos y esperar a que el temporal amaine. Entretanto, sobrevivir…
En todos los casos arquetípicos de ‘noche oscura’ aparece la posibilidad de caer en el otro lado, la vía fácil, que nos puede solucionar la vida pero alejarnos de nuestro propósito original y genuino.
Los Teósofos describieron estos procesos como momentos en que toda conexión con el mundo espiritual desaparece, y nuestra única guía debe ser nuestra fe en el proceso. Desaparecen los guías, y debemos confiar en nuestra propia alma como piloto.
Arquetípicamente, el personaje de Job en la Biblia personifica un episodio de ‘noche oscura’. Satanás pacta con Dios para quitarle todo y éste cesa toda comunicación con él, mientras el primero le infringe multitud de desgracias. Él nunca deja de confiar en la resolución de sus problemas. También Jesús, en sus 40 días de travesía por el desierto, personifica esa crisis sin respuesta ni objetivo aparente ni horizontes, y llena de tentaciones para salir de ella, que es la ‘noche oscura del alma’.
Literariamente San Juan De La Cruz escribió su poema ‘Noches Oscuras Del Alma’ contando de forma poética la experiencia de El Alma purgando sus pasiones y pecados, elevándose hacia Dios en medio de la noche y recibiendo una Luz que le facilita el camino hacia la unión de lo que arquetípicamente se llama El Cristo, una energía que le une al todo.
En El Señor De Los Anillos (versión cinematográfica), las fuerzas oscuras atacan a las luminosas en la Batalla De Los Campos De Pelennor. Los oscuros multiplican por diez las fuerzas de los blancos. No hay alternativa de victoria y en cuanto todo apunta a que la oscuridad va a adueñarse de la tierra de los hombres, en un giro inesperado Aragorn, heredero del Reino de los Hombres aparece con un ejército de espectros ( Los muertos de El sagrario) que abaten a las tropas del mal.
Estos ejemplos, nos cuentan cómo la persona que vive en esa oscuridad momentánea se siente abandonado por todos, por la vida y por las circunstancias. Es una destrucción de su estructura, un viaje hacia una consciencia mayor pasando a través de un túnel sin luces y sin apariencia de llevar a ningún sitio. La clave está en resistir y permanecer.
No obstante, puntualicemos el final de cada una de ellas (siempre en contexto arquetípico, como modelo): Job, después de innumerables desgracias, recibió el doble de lo que tenía anteriormente. Jesús ascendió a los cielos y se situó a la derecha del trono de su padre.
Aragorn aprovechó la maldición que su ancestro Isildur lanzó contra los espectros para que lucharan a su lado, y así él los liberó de ella.
Es decir, del tránsito por la máxima oscuridad se accede a la luz.
Usando lo que en nuestra oscuridad es una traba, accedemos a una mejor fase en nuestra existencia.
En la naturaleza, me llamó siempre la atención la metamorfosis de la oruga a mariposa. La oruga precede a la mariposa. Es un estado previo a ella. En su consciencia de oruga, no es capaz de imaginar una vida como mariposa y, por ejemplo, como debe ser abandonar el suelo para desplazarse por el aire o dejar de roer hojas para alimentarse de néctar. En un momento de su existencia, por trayectoria vital y en Psicología Transpersonal diríamos que ‘por programa’, se envuelve en una crisálida y, como un acto de fe, deja que su propia información interna la transforme. Esa fase es la Noche Oscura del Alma.
El resultado de esa crisis, de esa ‘muerte’ temporal, es un renacimiento en unas condiciones muy diferentes, una nueva consciencia, una nueva vida, un nuevo amanecer.
Si están transitando por una ‘noche oscura’, no decaigan. Lloren, sufran, déjense llevar por la tormenta, intenten gobernar su barco y sobrevivan. ¿Quién sabe qué paraíso les espera?

Fuente: http://www.elblogalternativo.com/


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