28 de enero de 2015

SOMOS LA PELÍCULA.

La próxima vez que vayas a ver una película, detente cuando vayas a abandonar el cine y piensa acerca de lo que acabas de ver. Cuando comiences a describir la película, te pediré que pares. Puede que vieras la película, pero no era eso lo que estaba allí. Estuviste en el cine cerca de dos horas, y durante casi todo ese tiempo estuviste mirando fijamente una pantalla que había delante; pero si te pidiera que me la describieras, me mirarías perplejo incapaz de responder. Debido a los rayos de luz coloreada que estuvieron proyectándose todo el tiempo sobre ella, no viste la pantalla; ni siquiera a pesar de que estaba allí y de que no dejaste de mirarla. No había gente «real» ni paisajes o eventos allí, en la pantalla, aunque probablemente la historia y la emoción de la película te atraparon como si todo ello fuera real, y precisamente por eso vas al cine; y si en algún momento de la película piensas «esto no es real», probablemente se debe a que no es una buena película. La proyección de la luz sobre la pantalla causó que aparecieran personas y lugares y sucesos que parecían reales y que evocaban en ti respuestas mentales y emocionales; pero en ningún momento viste la pantalla, que era lo que realmente estuviste mirando durante dos horas y sin la cual la luz proyectada no hubiera impactado sobre nada y, por tanto, no habrías sido capaz de ver la película. «Tú» y «yo» somos la película.
David Carse

LA COTIDIANIDAD.

La mejor universidad de la vida es la cotidianidad; el día a día es el mayor maestro que existe. No necesitas el título de ingeniero, filósofo, médico ni abogado para ser mejor; no necesitas ser nada de ello. Basta que reacciones ante el suceso que está aconteciendo en este instante en que te encuentras presencial; tan sólo eso. Es necesario impedir que la mente, que el prana, que el cuerpo y los sentidos reaccionen ante algo que no existe. Sin embargo, en el género humano la reacción suele ser infortunadamente al revés, es decir, se vive en el pasado. Siempre estás reaccionando ante lo que no existe; debido a esa manera errónea de reacción, enfermas el cuerpo, agotándolo con tensión psicológica y energética que no existen más que en la imaginaria mente del perceptor. Nos inmoviliza el temor, la timidez de hacer algo. No hemos realizado la acción y ya nos inmoviliza. Nuestro sistema mental, nuestro sistema dialéctico es una actividad que reacciona ante acontecimientos que no son parte del presente. De ahí entonces que a la mente le es fácil siempre asociarse, comparar, representar una realidad que no es la que está aconteciendo. Y metidos allí, en un mundo inexistente, y sumergidos en ese caos de informaciones, creyendo que conocemos cosas por el hecho de que podemos asociarlas, asumimos que ese tipo de conocimiento, ese tipo de comprensión es la válida. Y ese es el esfuerzo erróneo que hacemos para poder subsistir.

Sesha
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