25 de febrero de 2016

EL FLORECIMIENTO DE TU CAMINO.

Hay una razón por la que siempre sentiste que no encajabas. Como si hubieras sido un extraño de un planeta muy lejano. Como si hubieras nacido en la familia equivocada, en el mundo equivocado. Como si tu existencia hubiera sido un error cósmico.
Tu sensación de “no encajar” nunca fue un error, ni estuvo mal. ¡Fue profundamente inteligente! No era un signo de tu patología. Fue un signo de tu originalidad, de lo imposible que te resultaba conceptualizarte.
El hecho de no poder adaptarte a una situación absurda es inteligencia pura, ¡por eso mismo te sentiste inadaptado! No estabas dispuesto a reducir la inmensidad de tu ser, a encajonarte en un molde demasiado pequeño, demasiado limitante, demasiado violento, demasiado deshonesto para ti. Tú deseabas conservar tu singularidad, no perderte a ti mismo en la locura de este mundo. Tu familia no era tu familia; tu hogar no era tu hogar. Tal vez te llamaron loco, enfermo, anormal, ingrato, egoísta, malo; tal vez te trataron como un paria. Y por supuesto, desde su punto de vista, tenían razón. Juzgamos lo que nos hace sentir miedo. Rechazamos lo que no entendemos. Atacamos en los demás lo que en secreto odiamos de nosotros mismos. Tú fuiste el chivo expiatorio de su miseria inconsciente, su propio sentido de prisión psicológica. Un ciclo de violencia tan antiguo como la humanidad misma.
Nunca hubo nada mal en ti, por supuesto; simplemente estabas recorriendo un camino distinto de los demás, eso es todo. Tal vez perdiste la confianza en ti mismo en los últimos años. Pero hoy es un nuevo día. No abandones tu camino por culpa, ahora, porque quieras complacer a tus amigos y familiares, por mantener tu status quo. Deja de intentar adaptarte, mejor aprende a amar tu inadecuación para con los caminos ajenos. ¡Te estás adaptando a tu propio camino original!
Sí, a veces se siente miedo. Sí, a veces te inunda la duda y la incertidumbre y deseas volver a la “comodidad” de lo viejo. Pero esa vieja comodidad no era cómoda en absoluto. Tuviste que pagar un precio: tu espíritu. Tu alegría.
Ya no eres un seguidor. Recorres tu camino sin tener que disculparte. Te regocijas cuando tropiezas y caes. Celebras lo raro que eres, te ríes de tus errores. Los juicios de los demás son flores que caen a tus pies. Has encontrado la valentía, justo donde estás parado. Y eso hace toda la diferencia.
Jeff Foster

Fuente: Facebook “Jeff Foster en español”

3 de febrero de 2016

LA TRAMPA DEL ADVAITA.

“Sólo hay consciencia. Sólo hay el Ser. Sólo hay lo que Yo Soy. Todo lo demás carece de sentido, es desechable, no tiene importancia. El mundo manifiesto no es absolutamente nada, se trata de un juego sin sentido, lleno de ruido y furia, no significa nada.”

La enseñanza Advaita es muy parecida a la depresión, ¿o no?
Hay una línea muy fina, seguro.
He conocido a varias personas en los últimos años que creen que realmente lo han “entendido” cuando se trata de Advaita. En realidad sólo estaban deprimidos y no se daban cuenta. He ayudado a muchos a liberarse de la trampa del Advaita, como yo la llamo.
Veamos, sólo hay consciencia. Sólo hay el Ser. ¡Sí! Sin embargo, el reconocimiento profundo y pleno de este hecho indiscutible no le lleva a uno hacia la depresión, sino a un descanso profundo. Si todo es consciencia, entonces cualquier apariencia de aquello que llamamos el “mundo” es también consciencia. Puede que sólo haya el océano, pero el océano no considera a sus olas como una “mera apariencia” o como algo “que no tiene sentido”. El océano ES cada una de sus olas, este es el entendimiento fundamental en el corazón de todo. No existe ninguna separación. Esto significa que sea lo que sea el “mundo”, éste está hecho de lo mismo que yo estoy hecho, hasta el último ápice del mismo. Cada (sí, “aparente”) árbol, flor, montaña, galaxia, madre, padre, santo, pecador y pedazo de mierda de un perro en la acera. El mundo no es “nada”, tampoco es un “juego sin sentido” (¿quién separa el sentido del sin sentido, en última instancia? ¿quién separa el algo de la nada?). Todos estos son simplemente más conceptos que se suman a la pila de conceptos.
Ahora, nada es ajeno a mí, nada es “otro”, nada se encuentra fuera de lo que soy. ¡Todo es de la misma sustancia! Todo está conformado con mi misma sangre. Todo es familiar, todo ello son mis hijos. Y es por esto que todo es digno de amor y de mi aceptación, no por “mí”, sino por su propia naturaleza. Esto no es un rechazo frío de la existencia relativa, no, sino un abrazo natural, fácil, radical, de este frágil, precioso e impermanente mundo con una compasión desgarradora que constituye la destrucción de toda depresión. La mente podría entender el “Advaita”, pero el corazón se abre completamente a la compasión.
Me pregunto si hacemos pasar el mundo “impermanente” como “irreal” y “sin importancia” e incluso “sin sentido” por nuestro miedo a perderlo. Tal vez decir cosas como “la apariencia del mundo no tiene importancia” sea sólo una manera de protegernos de sentirnos decepcionados por ella.
Recordemos lo que Nisargadatta Maharaj dijo: “La sabiduría dice que soy nada. El amor dice que soy todo. Entre los dos, mi vida fluye.” Es sumamente fácil atascarse en esa parte del “nada”. He estado ahí, lo he vivido, me he puesto la camiseta. Pero de nuevo, tal vez ese malentendido también sea parte de cómo son las cosas. Todos somos tan inocentes, ¿o no?
Jeff Foster
Fuente: http://presenciaconsciente.tumblr.com/


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