Esto es el Misterio innombrable. Pero, aun así, le ponemos un nombre.
Y después de ponerle más de mil nombres al innombrable Misterio, nos convencemos de que esos nombres constituyen la realidad. Entonces, acoplamos nuestra vida a esta realidad y nos olvidamos de que los nombres eran sólo algo arbitrario que había producido la mente.
Después, nos sentimos torturados por los nombres. Nos quedamos atrapados en las polaridades y nos debatimos entre los pares de opuestos: el bien y el mal, el amor y el odio, la riqueza y la pobreza, la belleza y la fealdad, lo sagrado y lo profano. Aunque esta cárcel es obra nuestra, no nos damos cuenta de que la hemos construido nosotros mismos.
A la mente no le interesa el Misterio, porque el Misterio no puede ser un objeto cognoscible ya que es justamente de donde brotan todos los objetos cognoscibles -es la vacuidad que origina toda forma de vida y sin la cual nada puede existir-. Da igual que lo llames Tao, Dios, Espíritu, Conciencia, Vida, que no lo llames de ningún modo o que niegues su existencia -esa negación no es más que Ello negándose a Sí mismo-. Ello no necesita de ninguna prueba. ¿Por qué? Porque este momento existe. Tú estás aquí, ahora. Eso, y sólo eso, es Dios. No hay ninguna necesidad de creencia. Creer en Dios es negar a Dios. No es necesario creer en algo cuando ese algo te está mirando directamente a los ojos.
Cuando uno toma conciencia de todo esto, ¡qué silencioso se vuelve todo! Todo el ruido mental se acalla y es percibido tal y como es verdaderamente: una realidad falsa, un espejismo y nada más. Dejas de ser una persona -no eres ni hombre ni mujer, ni inglés ni americano, ni blanco ni negro, ni hindú ni cristiano, ni musulmán ni ateo, ni rico ni pobre, ni bueno ni malo, ni feliz ni infeliz-. No eres nada de eso. No eres ni el cuerpo ni la mente. Esos pies no son tuyos, ni esas manos, ni esas piernas. La cara no te pertenece. La cabeza sigue en su sitio, pero no te pertenece. Ni ojos, ni lengua, ni nariz, ni garganta, ni corazón: ninguna forma en absoluto. Antes de ser todas esas cosas eres. Eres conciencia, consciencia: un espacio abierto, una inmensidad en la que se permite que surja el mundo. En Esa infinitud que eres, brota un mundo finito. Así de esencial eres.
Eres la propia Vida y no un individuo desvinculado de la totalidad. Todas las cosas y Tú constituis una unidad, y todas las cosas son manifestaciones de Ti. Surge el espejismo de la individualidad, pero es una manifestación que tu no provocas. No es personal y tampoco hace falta negarla. Está ahí. No es necesario negar el yo.
El yo surge. Pues que surja. Después de todo, es un espejismo, algo que los pensamientos construyen. Tú eres el espacio abierto en el que lo construyen. No estoy jugando con las palabras: así es como todo funciona realmente. Si lo deseas ponte a buscarte ahora mismo. Medita acerca de ello. Regresa a la experiencia presente (eso sí que es meditar). ¿Has encontrado algo consistente que se llame "yo"? ¿Existe alguna clara distinción entre tú y lo que no eres tú? ¿Dónde está esa línea divisoria? ¿Estás contenido en el cuerpo?, ¿o es que el cuerpo surge en ese espacio que tú eres?
Regresa a la experiencia presente. Sin tomar el pasado como referencia, ¿puedes saber quién eres? ¿Estás capacitado para decir quién eres, realmente?
¿Esto es agotador! Intentar nombrar a lo innombrable, describir lo que precede a cualquier explicación, decir lo inexpresable con palabras.
Lo cierto es que no hay nada que decir. El silencio es la única forma de abordarlo. Cuando se alcanza este punto, todas las palabras son puro ruido -ruido para llenar el silencio que precede a cualquier ruido y que lo abraza. ¿Por qué lo prestamos tanta atención al ruido? ¿Qué tiene de malo el silencio?
JEFF FOSTER (La Vida Sin Centro)
Publicado en el Blogs Wu Wei's Corner
16 de noviembre de 2009
SER ES INEVITABLE
Dejamos planteadas estas preguntas: ¿SOY? y ¿Quién es YO?
Ser es tan inevitable e indudable como existir. “Todos somos y somos lo mismo, Todo”. Somos esencia de la creación sin juicio de valor, somos aquello que no se define con palabras ni se limita a las “formas”. Somos lo que no se puede apresar, atrapar, engañar, poseer o reducir, es decir: la Vida, el Amor o el Saber.
Respecto a Quién es YO?. Hagamos la primera aclaración, por un lado el “YO” (en mayúsculas) es la comprensión de la divinidad en “mí”, tú lo conoces como el YO SOY, libre y autoexistente y por el otro el “yo” (en minúsculas) como una construcción psicológica que solo existe en nuestra mente y que con el tiempo reemplaza (ilusoriamente) al Ser, ¿OK?
Ahora, yo, es eso que llamamos EGO, vive en los pensamientos, las emociones y generalmente se manifiesta a través del cuerpo. Es el que nos distingue y separa de todo lo demás, nos hace superficialmente “diferentes” distanciándonos de las otras criaturas a tal punto de tratar y tratarse a sí mismo como “cosa” u “objeto”.
Responde ahora esto y luego continúa leyendo: ¿Quién eres?...
Seguro contestarás desde estas perspectivas: lo que haces (soy abogado, albañil, pintor, etc.), lo que tienes (soy madre, padre, soy dueño de una empresa, de una casa, de un carro, etc) o de acuerdo a tu estado civil (soltera/o, casada/o, separada/o, etc.). En ninguno de estos aspectos dices nada relevante de tu existencia, es como si pusieras el play en un equipo de audio y repites siempre lo mismo acerca de ti.
Por eso, profundicemos.
¡El YO SOY no necesita nada en ningún aspecto! En Cambio el yo (lo finito y limitado), la construcción mental de lo que creo de mí, siempre necesita y le falta algo por eso es sobre este yo que se trabaja para comprender y vivenciar La Verdad y en eso podemos estar una vida o miles de vidas.
Los Egos van desde los básicos, que tienen muchos miedos, son siempre ellos primero y nunca experimentan el Dar sin esperar algo a cambio, hasta los egos sofisticados, que coquetean intelectual, emocional o físicamente con La Verdad. Evitan dañar a otros procurando hacer “el bien” y habitualmente quieren estar en un camino más espiritual, sabiendo que todavía no han diluido las fronteras entre su yo y el yo de los demás. Tarde o temprano dejan de buscar caminos y herramientas para alcanzar los logros del espíritu porque por su puesto siempre desean que todo salga de acuerdo a su voluntad sin conseguir entregarse a la voluntad superior.
Estemos atentos a la percepción del ego porque esta es: parcial, limitada, incompleta y definitivamente subjetiva. El ego nunca comprende la Realidad, solo la fracciona para sentirse seguro y auto-perpetuarse.
En este sitio trabajaremos trascendiendo el Ego y su ilusión de realidad.
Estamos listos, ¿cierto? A partir de aquí, si es tu elección, comienzas a hacer tareas. Desde este momento y como mínimo, hasta nuestra próxima lectura (la Nº 3), procura estar atenta/o cuando hablas y decir lo menos posible la palabra “yo”, incluso si te animas usa lo menos posible las palabras Mí o Mío. Verás que además es divertido. Recuerda que el trabajo es silencioso y personal, ¿OK?
¡Gracias!
Marcelo dos Santos
Ser es tan inevitable e indudable como existir. “Todos somos y somos lo mismo, Todo”. Somos esencia de la creación sin juicio de valor, somos aquello que no se define con palabras ni se limita a las “formas”. Somos lo que no se puede apresar, atrapar, engañar, poseer o reducir, es decir: la Vida, el Amor o el Saber.
Respecto a Quién es YO?. Hagamos la primera aclaración, por un lado el “YO” (en mayúsculas) es la comprensión de la divinidad en “mí”, tú lo conoces como el YO SOY, libre y autoexistente y por el otro el “yo” (en minúsculas) como una construcción psicológica que solo existe en nuestra mente y que con el tiempo reemplaza (ilusoriamente) al Ser, ¿OK?
Ahora, yo, es eso que llamamos EGO, vive en los pensamientos, las emociones y generalmente se manifiesta a través del cuerpo. Es el que nos distingue y separa de todo lo demás, nos hace superficialmente “diferentes” distanciándonos de las otras criaturas a tal punto de tratar y tratarse a sí mismo como “cosa” u “objeto”.
Responde ahora esto y luego continúa leyendo: ¿Quién eres?...
Seguro contestarás desde estas perspectivas: lo que haces (soy abogado, albañil, pintor, etc.), lo que tienes (soy madre, padre, soy dueño de una empresa, de una casa, de un carro, etc) o de acuerdo a tu estado civil (soltera/o, casada/o, separada/o, etc.). En ninguno de estos aspectos dices nada relevante de tu existencia, es como si pusieras el play en un equipo de audio y repites siempre lo mismo acerca de ti.
Por eso, profundicemos.
¡El YO SOY no necesita nada en ningún aspecto! En Cambio el yo (lo finito y limitado), la construcción mental de lo que creo de mí, siempre necesita y le falta algo por eso es sobre este yo que se trabaja para comprender y vivenciar La Verdad y en eso podemos estar una vida o miles de vidas.
Los Egos van desde los básicos, que tienen muchos miedos, son siempre ellos primero y nunca experimentan el Dar sin esperar algo a cambio, hasta los egos sofisticados, que coquetean intelectual, emocional o físicamente con La Verdad. Evitan dañar a otros procurando hacer “el bien” y habitualmente quieren estar en un camino más espiritual, sabiendo que todavía no han diluido las fronteras entre su yo y el yo de los demás. Tarde o temprano dejan de buscar caminos y herramientas para alcanzar los logros del espíritu porque por su puesto siempre desean que todo salga de acuerdo a su voluntad sin conseguir entregarse a la voluntad superior.
Estemos atentos a la percepción del ego porque esta es: parcial, limitada, incompleta y definitivamente subjetiva. El ego nunca comprende la Realidad, solo la fracciona para sentirse seguro y auto-perpetuarse.
En este sitio trabajaremos trascendiendo el Ego y su ilusión de realidad.
Estamos listos, ¿cierto? A partir de aquí, si es tu elección, comienzas a hacer tareas. Desde este momento y como mínimo, hasta nuestra próxima lectura (la Nº 3), procura estar atenta/o cuando hablas y decir lo menos posible la palabra “yo”, incluso si te animas usa lo menos posible las palabras Mí o Mío. Verás que además es divertido. Recuerda que el trabajo es silencioso y personal, ¿OK?
¡Gracias!
Marcelo dos Santos
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