ADMIRAR
a tu pareja, pero no una admiración superflua o banal, es una reverencia a su
alma, un agradecimiento natural por su existencia.
RESPETAR
su esencia, dejar que su personalidad salga a flote, no limitar sus virtudes,
hacerle sentir en confianza con cada gesto, con cada palabra, porque la mejor
expresión del ser, es precisamente ser él mismo.
COMPARTIR
su espacio, gustar de sus actividades sin interferir en ellas, valorar sus
momentos de soledad y reconocer que en cada una de estos crece como persona.
MOTIVAR,
incentivar y procurar su desarrollo, personal, espiritual y material. Saber que
de la mano la cima es más fácil de alcanzar. Conocer la recompensa de una estabilidad
mutua.
DAR
CARIÑO, dar un abrazo cuando es necesario, jugar con sus cabellos después de
hacer el amor, sonreír cada mañana, decirle la importancia de su bella
existencia.
CONOCER
el placer terrenal y celestial y ofrecerlo sin tabúes, sin miedos, sin límites.
Disfrutar su sensualidad y sexualidad, tener la convicción de poder invitar a
Dios y al Demonio a cenar en una sola noche y por el resto de sus vidas.
PLATICAR
sus diferencias e incomodidades, saber que el diálogo es el mejor método para
desarmar y resolver un conflicto. Así como reestructurar las promesas y
reforzar las metas.
RENOVAR
cada día su relación, co - crear la diversión, estar conscientes de que la
monotonía y la rutina existen y no precisan encontrarla, sonreír y divertirse
por todo y por nada.
SER
FIELES a su corazón y a sus ideales, no prometerse amor eterno pues saben que
aun en la distancia y eternidad se seguirán amando con la misma intensidad.
DECIR
SIN MIEDO: "Te quiero", "Te Amo", "Te necesito"
"Te extraño" “Te Deseo”... En una noche de copas, en un cielo
estrellado, en la cima de la montaña, en una tarde lluviosa, en una caricia, en
una palabra, en una mirada, en un beso.
Día
a día el AMOR fluye, crece y se convierte en esencia, esto es amar con
consciencia.
Kok-Uhga