Hay
una forma más profunda de liberación, que sólo sobreviene cuando se ha dado la
dolorosa percepción de que liberarse del mundo proporciona resultados nulos en cuanto a felicidad
personal. Cuando sucede esa percepción, lo que mengua es el deseo de liberarse.
Y eso proporciona una de las mayores experiencias de integración. ¡Y eso sí que
es liberación!
La energía, tan fragmentada en pedacitos que se odian entre sí, se reunifica. Y
ese excedente de energía, como no va a ser destinado hacia el afuera, provoca
una implosión que energetiza cada célula de tu cuerpo. Es curioso, entonces se
comprueba cómo todo lo que explosiona suele ser un sucedáneo de algo que por el
momento se nos escapa. Si la motivación hacia actuar en el afuera queda
destruida y si por alguna clase de milagro no caes debido a ello en una
depresión, entonces se produce esa bendita implosión integradora. Y cuando algo
así sucede, sólo puedes bendecir a los iluminados de todas las épocas, quienes
actualizaron en grado superlativo esa otra clase de liberación, la liberación del
anhelo de liberarse.
Gunther Emde
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