Tenemos que establecer una
diferencia entre amor de amigos y amor de amantes. En el amor de amantes, ambos
unen estrechamente los centros intelectuales, emocionales, sexuales y
corporales. Si uno tiene una idea, el otro aporta otra que la complementa. Si
uno desborda cariño, el otro se convierte en cáliz para recogerlo sin perder
una partícula. Si uno se inflama en el calor de la pasión, el otro se agrega
entero a la hoguera, dejándose consumir. Si uno ofrece sus brazos, su piel, sus
latidos, su materia entera, el otro establece su nido en ese cuerpo que le parece
abarcar el universo entero. En el amor de amigos, el centro sexual se reserva
para otros enlaces y el cuerpo no se ofrece como hogar. Los verdaderos amigos
caminan juntos, respetando los límites del otro, sin jamás violar las
fronteras. Ahí no hay exclusividad ni celos, hay una total ayuda para que el
otro despliegue sus alas y vaya en busca de lo único que en nuestro mundo
industrial no puede comprarse ni venderse: el AMOR… El Amor es total, abarca
todos los centro y más. Cuando no es así, no es verdadero amor. El verdadero AMOR , como el universo, está en continua expansión, nunca cesa de aumentar.
Comienza por una semilla animal, necesidad de la compañía material y sexual,
luego abre el corazón y deviene tierno, cariñoso … pero va a más… invade el
espíritu, atraviesa el espacio hacia todas las direcciones hasta llenar al
cosmos, perfora el tiempo y se hace eterno… En la amistad se asciende por otra
escalera: se va del egoísmo a la generosidad hasta llegar al don de sí. Me uno
al otro porque es mi igual, en él/ella se sacia mi sed de encontrar un espejo,
alguien que es como yo, que me escucha y ve con infinita paciencia. Luego, si
progresa mi conciencia, comienzo a compartir, “lo mío es tuyo, lo tuyo es mío,
toda la sangre formando un río”… Compartimos los éxitos, los fracasos, las
aventuras, los sueños… Por último, cuando conocemos la compasión y domamos a la
muerte, ella ya no nos persigue sino que nos acompaña como una perra fiel,
vemos lo efímero del otro, sabiendo que nos vamos pronto o tarde a perder. ”Tú
caminarás por tu sendero, yo por el mío. La fuerza de tu recuerdo me impulsará,
alimentará mi alma cada día, pero tu presencia sólo será una ausencia sagrada”.
La rosa se deshace, queda su perfume.
Alejandro Jodorowsky