27 de enero de 2015

AMA AL CISNE SALVAJE.

No intentes posar tus manos sobre su inocente cuello (hasta la más suave caricia le parecería el brutal manejo del verdugo).
No intentes susurrarle tu amor o tus penas (tu voz lo asustaría como un trueno en mitad de la noche).
No remuevas el agua de la laguna no respires.
Para ser tuyo tendría que morir.
Confórmate con su salvaje lejanía
Con su ajena belleza
(si vuelve la cabeza escóndete en la hierba).
No rompas el hechizo de esta tarde de verano.
Trágate tu amor imposible.
Ámalo libre.
Ama el modo en que ignora que tú existes.
Ama al cisne salvaje.

Luis Rogelio Nogueras

PD: Gracias por descubrir para mi esta preciosidad de poema.

ATENDER CON HUMANIDAD.

A veces es mucho más terapéutica una escucha que una palabra, pero también muchas veces es más terapéutico un abrazo que la distancia.
Durante principios del siglo XX Freud fue desarrollando su práctica analítica, para ello fue determinando maneras de comportarse, y de abordar la terapia. Posteriormente otros terapeutas tomaron el modelo y lo fueron llevando por diferentes lugares estableciendo nuevas corrientes.
No importa definir quién fue el primero, sino entender que "el formato" tiene su genealogía y su razón de ser. Pero que ha influido en la forma en que hoy se hace terapia. El lugar del analista, el lugar del psicólogo como un encuadre que la experiencia fue llevando a sobre determinar, estableciendo las pautas necesarias para que la terapia llegue a buen puerto. Pensándolo en base a intelectualizaciones, explicaciones profundas pero por sobre todas las cosas, en base a temores, por lo general, exagerados.
Bajo este criterio, entonces, podríamos definir ciertas condiciones en las que tradicionalmente se ha colocado al terapeuta y la terapia.
El trato, por ejemplo, suele ser formal, algunas veces incluso paciente y terapeuta se tratan de usted. En los más tradicionales el psicólogo debe estar fuera de la vista del paciente, pero si está presente, su semblante no debe demostrar repercusión alguna de lo que escucha, para no influir en la persona que está tratando. El lugar debe ser presentable, ordenado, limpio, y no debe haber información adicional que le proporcione al paciente indicación sobre quién es el terapeuta fuera del consultorio, porque esta información tal vez pueda influir en su discurso. El terapeuta debe tener mucha conciencia y cuidado de decir algo que esté influido por su vida, por sus experiencias y debe funcionar de manera ecuánime a los postulados del paciente. No debe compartirse con el paciente mates ni tampoco utilizar la información que el paciente da para beneficio propio.
Estas y un sin fin de ecuaciones "éticas" han marcado la psicología y la forma de hacer terapia durante mucho tiempo.
Más allá de los fundamentos teóricos, en las últimas décadas, hay una marcada tendencia a modificar estos aspectos rígidos de las terapias. Por mi parte, entendí que tenía mejores resultados cuando no intentaba imponer esa distancia, ni esa formalidad clásica. Me di cuenta que al tomar un mate con mis pacientes, por ejemplo, no estaba interfiriendo en su proceso de sanación y que, al contrario, la curación y el vínculo se establecía de manera más efectiva. Y también pude darme cuenta que hubo veces que el paciente comenzaba a mejorar después de un abrazo de despedida. En definitiva, el trato más humanitario, menos restringido, y sobretodo EMPÁTICO me facilitó el trabajo. Hoy en día creo, confío y entiendo que desde mi manera de abordar la cuestión, el contacto visual con el paciente es menester, que es necesario poder establecer un contacto visual, tal vez el contacto visual que le faltó o a veces para abordar esa dificultad que siente la persona cuando es mirado. La lectura gestual, y también la resonancia en mi propio cuerpo de lo que dice.
En este sentido ofrezco mi cuerpo como una caja de resonancia, un laboratorio en donde trato de trabajar con lo que la persona trae para poder devolver algo que a ella le permita atar los hilos necesarios y establecer su proceso de curación.
Hoy en día me parecen absurdos ciertos códigos de ética, ciertos formalismos innecesarios, aunque, obviamente, hay que tener en cuenta el caso por caso, y poder identificar cuándo esta manera de abordar puede llegar a ser un impedimento. Por lo pronto puedo decir que en mi experiencia fue un impedimento en un porcentaje ínfimo de tratamientos y que atender desde el amor y la compasión fue la mejor herramienta que pude adoptar como terapeuta. Muchas veces me he encontrado con personas que llegan y me comentan que sintieron los silencios, o la inexpresividad de sus anteriores psicólogos como algo doloroso. No es mi intención criticar a nadie, sino poder pensar sobre estos aspectos, y observar qué en nosotros nos lleva a tomar posturas a veces extremas.

Lic Rodolfo Falcón. 
Fuente: http://eligiendocamino.blogspot.com/
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