La sociedad que se establece entre el cuerpo y la mente a través de la figura psicológica del Ego es un obstáculo muy fuerte y recurrente para la vivencia de la Realidad Omnipresente del espíritu. Cuando se dan pistas de lo que uno es Realmente, se dice que la Realidad está más allá del cuerpo y de la mente. Uno, no es el cuerpo, ni las emociones, ni los pensamientos. A la afirmación que cuerpo es la sede del yo, uno pregunta: ¿En qué parte del cuerpo está, yo? ¿En un dedo, en un brazo, una pierna? La respuesta habitual es: ¡si, claro, en todo mí cuerpo! Al encontrarnos con personas que ya no cuentan con sus piernas o brazos, les preguntamos si han perdido su yo en alguna de sus extremidades y contestan ¡no! Al igual que aquellos que se les ha extraído en parte o en su totalidad un órgano (pulmón, riñón, vesícula, un ojo, etc). Por otra parte el cuerpo se maneja o administra a sí mismo sumergido en actividades que en la mayoría son involuntarias, sin intervención conciente del Ego. Incluso en un desmayo, en el sueño o en alguna situación donde estemos totalmente desmemoriados, podríamos comprobar que el cuerpo sobreviviría igualmente. Dadas otras condiciones sobreviviría, asistido por máquinas, en un estado "vegetativo". Por lo tanto más que el cuerpo sea "yo" digamos que el "yo" lo afecta, modifica y altera desviándolo en su capacidad de equilibrarse y autorregularse. Cuando la mente interviene considerando al cuerpo como algo "suyo" o sea de su propiedad aparecen infinidad de consideraciones, alcances, logros y secuelas que alteran el flujo vital natural. Se hace al cuerpo depositario y víctima de deseos, ansiedades y anhelos como así también una fuente de placer y dolor cuando el cuerpo como vimos tiene contadas necesidades Reales cuando se trata solamente de su subsistencia. Ahora bien, la mente puede ser enfocada, tener metas, objetivos y estar totalmente consustanciada y atrapada en el mundo material que vive la mayoría, gozando y padeciendo incesantemente los vaivenes de lo efímero y superficial. Creyéndose algo grandioso y más tarde o en otros aspectos de la vida algo ruin y despreciable. Es la mente que solo ve "la parte y no el Todo". Por otra parte la mente entrenada y en silencio trasciende claramente el concepto yo o ilusión y ser testigo del mundo sin padecerlo y en silencio ser reabsorbida por La Conciencia y en el momento en el que el testigo desaparece, entra en samadhi (luego del cuarto estado de la conciencia experimentado y posible en el ser humano) y Ser ESO. El ABSOLUTO, sin división, ni partes.
TAREA: Ponte frente a un espejo y observa que hay allí, en frente (en el reflejo del espejo)
Desde antes que recordaras por vez primera tu nombre. Mientras te ves no emitas juicio acerca de ti, ni de la imagen que ves, solo atiende a ESO que siempre ha estado desde mucho antes que la noción de yo que No ha nacido ni ha muerto jamás. Recuerda que un concepto o palabra no es "La Cosa" dado que Lo que Es, no admite la contención o límite que trae implícita, la palabra. Quédate en silencio, ya que aunque siempre se ha hablado de La Verdad espiritual, solo pocos se han entregado a ella. Cuerpo y mente entrenados y aplicados a la tarea de atender, revelan (un medio en lugar de un obstáculo) la más alta realización humana, la expresión del Creador.
Siempre juntos. Siempre positivos
Marcelo dos Santos