9 de marzo de 2014

BAJO LA LLUVIA.

Me gusta pasear bajo la lluvia porque llena las calles de vida al vaciarla de muertos vivientes. Muertos vivientes que buscan el sol como Zombis carne humana. Muertos vivientes que necesitan del sol para conservar un buen estado de ánimo, como los robots precisan de batería para sobrevivir.
Me gusta la lluvia porque enciende la consciencia de quienes sabemos que no sabemos nada. De quienes somos conscientes de que cada uno de nosotros somos un gran milagro que jamás se volverá a repetir. De quienes en ocasiones, nos sentimos absolutamente abrumados al reconocernos como animales, apenas evolucionados y fracasados en su búsqueda de la felicidad.
Me gusta la lluvia porque resucita al que está muerto y mata al que cree estar vivo sin estarlo. Porque te permite danzar con la consciencia universal al desembarazarte de tu ego. Porque desempolva tu alma y arruina las cuerdas que te convierten en marioneta de la imperfecta naturaleza humana. Porque limpia tu mente de estúpidos pensamiento terrenales.
Me gusta la lluvia porque te demuestra que detrás de la realidad fundada por el ser humano, no hay una base sólida que ayude a mantenerla. Porque te demuestra la no-importancia de lo que creemos importante y nos recuerda a través del enfurecido viento, quienes somos y que no estamos buscando cada uno de nosotros.

Alejo Vasquez
sincavernanohaymito.blogspot.com

LA FUERZA DE LA FRAGILIDAD.

Fragilidad no es sinónimo de inferioridad. La naturaleza está nutrida por pequeños habitantes frágiles capaces de adaptarse con una habilidad más efectiva que las criaturas más grandes. Hojas, telas de araña, flores, y pequeños animales… pueden llegar a ser enormemente resistentes gracias a una valiosa particularidad: son flexibles, son receptivos y se adaptan a los medios donde se desarrollan.
¿Qué lección podemos tomar las personas de la propia naturaleza? Hoy en día apenas hay espacio para esta palabra “fragilidad”, asociada normalmente a la debilidad, a no saber encajar en un mundo donde se sobrevalora la prisa, la fuerza, la competitividad y un objetivo único: la superioridad sobre el resto para encontrar mayores beneficios.
Pero ¿son realmente felices las personas aparentemente fuertes y poderosas? ¿O sentirán quizá un vacío inexplicable en sus mentes y corazones?

LA NECESIDAD DE MOSTRARNOS FUERTES
Es casi una imposición. Mostrar capacidad y fortaleza no solo en nuestros trabajos, sino también en nuestra vida personal. En ocasiones preferimos vestirnos con una máscara de autosuficiencia, desde donde poder esconder nuestras emociones y sentimientos. Sin dolor, una vida inocua desde donde aparentar estar bien. Pero la realidad es que todos estos esfuerzos en ocasiones originan grandes caídas. Nos mostramos en ocasiones de un modo diferente a como somos en realidad, creando “apariencias vacías”. No todos los fuertes son felices, ni débiles las personas frágiles.
Un error de nuestra sociedad es a veces pensar que lo único que necesitamos para sobrevivir es desarrollar la fortaleza en nosotros mismos y en nuestros hijos. Ser superiores intelectualmente, obtener logros. Obtener victorias. Conseguir que los niños sean resistentes emocionalmente y que guarden sus lágrimas lo antes posible para madurar. Si orientamos a las personas únicamente hacia la obtención del logro y hacia la resistencia, es muy probable que ante la primera decepción, la primera derrota, caigan de inmediato al no saber de qué modo afrontar las adversidades. Entre la fortaleza y la resistencia también debe existir otro término igual de importante: flexibilidad y adaptación.
Una piedra nunca logrará ser flexible, pero pensemos en algo increíblemente frágil, algo apenas perceptible como lo es por ejemplo una tela de araña…

¿FORTALEZA O FRAGILIDAD?

Recordemos una vez más que no hay que confundir fragilidad natural con debilidad física, moral o emocional. La fragilidad es una tendencia, un modo de ver la vida y a uno mismo. Significa saber escuchar, sentir y comprender. Es también un recurso propio de la naturaleza mediante el cual poder desarrollarse y crecer, ser un poco más sensible hacia nuestra realidad exterior comprendiendo primero nuestro universo interior. 
Es verdad que puede resultar complejo quitarnos esa armadura diaria en la que nos vestimos para hacer frente al mundo y del cual protegernos, pero quizá deberíamos hilar ambas tendencias para encontrar un equilibrio. En nuestro interior todos tenemos miedos e inquietudes que nos esforzamos en ocultar de algún modo, tal vez, mediante la fragilidad podríamos ser un poco más conscientes de ellas para entenderlas y afrontarlas, para ser un poco más receptivos…
Cuando las adversidades nos alcancen, siempre será mejor recibirlas con equilibrio y flexibilidad. Si actuamos de forma férrea y resistente es probable que nos cueste mucho más asumirlas, entenderlas y afrontarlas. Tal vez deberíamos dar un giro de conciencia y valorizar un poco más el sentido de la fragilidad y el grandísimo poder que se encierra este sencillo concepto.

Valeria Sabater.

PREFACIO A NISARGADATTA MAHARAJ - YO SOY ESO.

Hay varias religiones y sistemas de filosofía que pretenden dotar de significado a la vida humana. Pero sufren de algunas limitaciones inherentes. Expresan en palabras finas sus creencias e ideologías tradicionales, teológicas o filosóficas. Sin embargo, más pronto o más tarde, los creyentes descubren el limitado alcance del significado y de la aplicabilidad de esas palabras. Acaban desilusionados y tienden a abandonar los sistemas, de la misma manera en que se abandonan las teorías científicas, cuando son cuestionadas por demasiados datos empíricos contradictorios.
Cuando un sistema de interpretación espiritual llega a ser poco convincente y no es capaz de ser justificado racionalmente, muchas gentes se permiten ser convertidos a algún otro sistema. Al poco tiempo, no obstante, encuentran también limitaciones y contradicciones en el otro sistema. En esta búsqueda infructuosa de aceptación y rechazo, lo que les queda  es solo el escepticismo y el agnosticismo, lo que les conduce a una manera de vivir insensata, inmersos en las ventajas groseras de la vida consumiendo solo bienes materiales. A veces, no obstante, aunque raramente, el escepticismo da lugar a una intuición de una realidad básica, más fundamental que la de las palabras, las religiones o los sistemas filosóficos. Extrañamente, ello es un aspecto positivo del escepticismo.
Sin embargo, ningún libro de enseñanzas espirituales puede reemplazar la presencia del maestro mismo. Sólo las palabras habladas directamente para usted por el Gurú desalojan su opacidad completamente. En la presencia del Gurú los últimos límites erigidos por la mente se desvanecen. Sri Nisargadatta Maharaj es ciertamente tal Gurú. Él no es un predicador, pero proporciona precisamente esas indicaciones que el buscador necesita. La realidad que emana de él es inalienable y Absoluta. Es auténtica. Habiendo experimentado la veracidad de sus palabras en las páginas de YO SOY ESO, y siendo inspirados por ello, muchos occidentales han encontrado su camino en Maharaj, para buscar la iluminación.
La interpretación de la verdad por parte de Maharaj, no es diferente de la del Jnana Yoga/Advaita Vedanta. Pero, él tiene una manera suya propia. Las múltiples formas que nos rodean, dice, están constituidas por los cinco elementos. Ellas son transitorias, y están en un estado de flujo perpetuo. También son gobernadas por la ley de la causación. Todo esto se aplica al cuerpo y también a la mente, que son transitorios y que están sujetos al nacimiento y a la muerte. Sabemos que sólo por medio de los sentidos corporales y la mente puede ser conocido el mundo.
Como en la teoría de Kant, el mundo es correlativo del sujeto humano que conoce, y, por lo tanto, tiene la estructura fundamental de nuestra manera de conocer. Esto significa que el tiempo, el espacio y la causalidad no son entidades «objetivas» o extrañas, sino categorías mentales en las que todo es moldeado. La existencia y forma de todas las cosas depende  de la mente. La cognición es un producto mental. Y el mundo, tal como se ve desde la mente, es un mundo subjetivo y privado, que cambia continuamente en concordancia con la inquietud de la mente misma.
En oposición a la mente inquieta, con sus categorías limitadas —intencionalidad, subjetividad, dualidad etc.— se erige suprema la sensación sin límites de «yo soy». La única cosa de la que yo puedo estar seguro es de que «yo soy»; no como un pensamiento de «yo soy» en el sentido de Descartes, sino sin ningún predicado. Una y otra vez, Maharaj dirige nuestra atención hacia este hecho básico, con la intención de que nos demos cuenta de nuestra sensación de «yo soy», y de que nos deshagamos así de todas las prisiones hechas que nos hemos hecho nosotros mismos. Él dice: la única afirmación verdadera es «yo soy». Todo lo demás es mera inferencia.
He aquí que el experimentador real no es la mente, sino mí mismo, la luz en la que todo aparece. El sí mismo es el factor común en la raíz de toda experiencia, la presenciación en la que todo acontece. El campo entero de la consciencia es solo como una película, o una mota, en «yo soy». Al ser consciente de la consciencia, este «yo soy» se presencia a sí mismo. Y es indescriptible, debido a que no tiene atributos. Es solo ser mí mismo, y ser mí mismo es todo lo que hay. Todo lo que existe, existe como mí mismo. No hay nada que sea diferente de mí. No hay ninguna dualidad y, por consiguiente, ningún sufrimiento. No hay ningún problema. Es la esfera de amor, en la que todo es perfecto. Lo que acontece, acontece espontáneamente, sin intenciones —como la digestión, o el crecimiento del cabello. Dese cuenta de esto, y sea libre de las limitaciones de la mente.
He aquí el sueño profundo, en el que no hay ninguna noción de ser esto o eso. Sin embargo «yo soy» permanece. Y he aquí el ahora eterno. La memoria parece traer cosas al presente desde el pasado, pero todo lo que acontece, acontece solo en el presente. Es solo en el ahora atemporal donde los fenómenos se manifiestan. Así pues, el tiempo y la causación no se aplican en realidad. Yo soy antes del mundo, antes del cuerpo y de la mente. Yo soy la esfera en la que ellos aparecen y desaparecen. Yo soy la fuente de todos ellos, el poder universal por el que el mundo con su pasmosa diversidad deviene manifiesto.
Sin embargo, a pesar de su primicia, la sensación de «yo soy» no es lo Más Alto. No es lo Absoluto. La sensación de «yo soy», o el sabor de «yo soy» no están absolutamente fuera del tiempo. Al ser la esencia de los cinco elementos, de una cierta manera, depende del mundo. Surge a partir del cuerpo, que, a su vez, está hecho de alimento, el cual está constituido de los elementos. La sensación de «yo soy» desaparece cuando el cuerpo muere, como la chispa se extingue cuando el bastoncillo de incienso se consume. Cuando se alcanza la presenciación pura, ya no existe ninguna necesidad, ni siquiera la de «yo soy», que es solo un señalador útil, un indicador de dirección hacia lo Absoluto. Entonces la presenciación de «yo soy» cesa fácilmente. Lo que prevalece es eso que no puede ser descrito, eso que es más allá de las palabras. Este «estado» es el más real, un estado de potencialidad pura, que es antes de todo. El «yo soy» y el universo son meros reflejos de él. Es esta realidad la que ha realizado un jnani.
Lo mejor que usted puede hacer es escuchar atentamente al jnani —de quien Sri Nisargadatta es un ejemplo vivo— y confiar y creer en él. Por medio de una tal escucha usted se dará cuenta de que la realidad del jnani es la realidad de usted. Él le ayuda a usted a ver la naturaleza del mundo y del «yo soy». Él le insta a usted a estudiar las operaciones del cuerpo y de la mente con solemne e intensa concentración, a reconocer que usted no es ninguno de ellos y a deshacerse de ellos. Él le sugiere que vuelva usted una y otra vez a «yo soy» hasta que ello sea su única morada, fuera de lo cual no existe nada; hasta que el ego, como una limitación de «yo soy», haya desaparecido. Es entonces cuando la realización más lata acontecerá sin esfuerzo.
Dese cuenta de las palabras del jnani, que rebasan todos los conceptos y dogmas. Maharaj dice: «Hasta que uno deviene autorrealizado, hasta que uno alcanza el conocimiento del sí mismo, hasta que uno transciende el sí mismo, hasta entonces, se proporcionan todas estas historias, todos estos conceptos». Sí, ellos son conceptos, incluso «yo soy» es un concepto, pero ciertamente no hay conceptos más preciosos. Es incumbencia del buscador considerarlos con la máxima seriedad, porque ellos indican la Realidad Más Alta. No hay disponibles mejores conceptos para deshacerse de todos los conceptos.

Douwe Tiemersma
Facultad de Filosofía
Junio, 1981
Universidad Erasmus
Rotterdam, Holanda







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