2 de octubre de 2014

CONOCIMIENTO Y AMOR.

El verdadero conocimiento es la comprensión experiencial de que sólo hay la Conciencia siempre presente, ilimitada. Nada más que esta (Conciencia) es conocida siempre incluso cuando parece que la mente, el cuerpo y el mundo son conocidos. Esta Conciencia ilimitada, siempre presente, que es simplemente la intimidad de nuestro propio ser, es la naturaleza fundamental del aparente yo interior y su corolario, el objeto aparentemente exterior, el otro o el mundo.
Todas las religiones están fundabas sobre esta comprensión. En el cristianismo se expresa como: "Yo y el Padre somos uno". Es decir, yo, la Conciencia y la realidad última del universo son una y la misma realidad. En el budismo, "Nirvana y Samsara son idénticos". Es decir, la luz de la Conciencia abierta, transparente y vacía que no está hecha de ninguna cosa ―nada― es la sustancia de todas las apariencias ―todo―. La nada tomando la forma de todo. En el hinduismo, "Atman y Param-Atman son uno". Es decir, el yo individual, cuando se despoja de las creencias y sentimientos de limitación superpuestos, se revela como el yo verdadero y único de la eterna Conciencia infinita. Y en el sufismo, "Dondequiera que el ojo cae, está el rostro de Dios". Todo lo que se ve es el rostro de Dios y Dios es el que ve.
Todas estas frases están condicionadas por la cultura en la que se presentaron, pero todas apuntan hacia la misma verdad incondicional ― la realidad de toda experiencia.
La realización de esta verdad disuelve las creencias en la distancia, la separación y la otredad. El nombre común que le damos a esta ausencia de distancia, separación y otredad es amor y belleza. Esto es lo que todo el mundo anhela ― no sólo aquellos de nosotros que están interesados ​​en la no-dualidad, sino todos los siete mil millones de personas.
En esta realización el verdadero conocimiento y amor se revelan como uno y lo mismo ― la realización experiencial de que la verdadera naturaleza del yo aparentemente interior y el mundo aparentemente exterior son una sola realidad hecha de la luz transparente de la Conciencia, es decir, hecha de la intimidad de nuestro propio ser.
Esta revelación de comprensión y amor golpea en el corazón de la presunción fundamental sobre la que se fundamenta nuestra cultura mundial, la presunción de la dualidad ― Yo, el yo interior separado, y usted o ello, el objeto exterior separado, el otro o el mundo. Todos los conflictos dentro de nosotros mismos y entre individuos, comunidades y naciones se basan en esta sola presunción y todo el sufrimiento psicológico que de ella se deriva.
Cualquier acercamiento a estos conflictos que no vaya a la raíz del asunto pospondrá pero no resolverá el problema de los conflictos y el sufrimiento. Tarde o temprano, como individuos y como cultura tenemos que tener el coraje, la humildad, la honestidad y el amor para hacer frente a este hecho.
El propósito más elevado de todo arte, filosofía, religión y ciencia es el de revelar esta verdad de una manera experiencial, aunque todas estas disciplinas lo han olvidado temporalmente en nuestra cultura. Sin embargo, no puede durar. Como dijo el pintor Paul Cézanne, "Vendrá un tiempo cuando una sola zanahoria, recién observada, provocará una revolución".
Esta es la única revolución verdadera, la revolución en la que nuestra visión de la realidad se volverá patas arriba. La Conciencia ―puro Conocimiento― no es sólo el testigo de la experiencia. Es su sustancia, su propia naturaleza. Todo cambia cuando empezamos a vivir desde este punto de vista. Nos damos cuenta de que lo que siempre hemos anhelado en la vida estaba presente todo el tiempo en las profundidades de nuestro propio ser. Está siempre disponible, nunca velada realmente. Para empezar, a menudo se siente como la paz en el fondo de la experiencia, pero no puede ser contenida y en poco tiempo comienza a fluir por el mundo como alegría, libertad, amor y creatividad.

Rupert Spira


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