9 de abril de 2016

PSICOLOGÍA DE LOS MANDALAS.

El psicólogo suizo Carl Gustav Jung consideraba que el comportamiento del hombre se moldea según dos estructuras básicas de conciencia, la individual y la colectiva; la primera se aprende durante cada vida en particular y la segunda se hereda de generación en generación, como si se tratase de un gen, pero en vez de definir el color café, azul o negro de nuestros ojos, esta herencia rige nuestros comportamientos más cotidianos. El Mandala formaría parte de los arquetipos humanos según Jung, razón por la cual dedicó parte de su obra a estudiar específicamente estos símbolos, realizando un profundo estudio sobre la influencia positiva que tendrían sobre la psiquis de los seres humanos, utilizándolos como instrumento conceptual para analizar y sentar las bases sobre las estructuras arquetípicas de la psique humana. De hecho, desde un punto de vista psicológico, el Mandala se definiría como la estructura de un determinado comportamiento-matriz de nuestra conciencia colectiva. Esto se manifiesta muy claramente cuando nuestra conciencia individual permanece en un estado de semivigilia: “son mandalas, por ejemplo, esos dibujos abstractos realizados mientras estamos ensimismados tomando un café o cuando, en una reunión o conferencia que no nos interesa, en vez de tomar notas, hacemos garabatos inconscientemente en la libreta. 

Estos dibujos, de una u otra manera, intentan compensar nuestra dispersión mental y ordenar en ese preciso momento nuestra existencia. Si analizamos dichos dibujos comprobamos que la mayoría de ellos están trazados a partir de figuras geométricas enormemente simples –planas, concéntricas. Vemos que sobre todo son el cuadrado y el círculo las figuras geométricas base para la materialización de estos dibujos tan primarios”.
La palabra “Mandala” viene del sánscrito y quiere decir “círculo y centro”, lo cual hace que en todo Mandala la figura geométrica del círculo esté presente en algún lugar de su estructura, ya que lo esencial para el sinnúmero de posibilidades y modalidades utilizadas para su representación es que se mantiene constante el principio de “centro”. Sin embargo estos diseños circulares contienen también una infinidad de otras formas geométricas, así como diversos colores y contenidos, los cuales son representaciones del mundo sutil, espiritual o mágico de quien los concibe. La función básica que tendrían entonces los Mandalas sería condensar y centralizar las energías positivas, ya sea del cosmos o de las personas, logrando dar así un sentido más armonioso y evolutivo a cualquier situación de caos y confusión. Esto ayudaría en el proceso de autoconocimiento, en torno a la propia sabiduría de nuestro ser espiritual, haciendo más fácil el camino hacia la autorrealización y la felicidad. A pesar de que existen muchos Mandalas propios y naturales del universo, otros muchos pueden ser creados a nivel del inconsciente colectivo, de la sabiduría espiritual o de la propia psiquis individual. “Algunos mandalas naturales son por ejemplo la forma de la Vía láctea, el sol, la luna, la tierra y cada uno de los planetas, satélites y asteroides en el cosmos. También son mandalas los remolinos o vórtices de agua, de viento, etc. Como Mandalas espirituales se pueden mencionar por ejemplo el símbolo chino taoísta del ying y yang y los trigramas del I-ching (el libro de las mutaciones). En la India el símbolo del mantra Om y también el Sri Yantra. En la América precolombina el Calendario Maya y el símbolo en el Kultrún, el tambor ceremonial de las Machis mapuches” 

Fernando Mureira
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