30 de octubre de 2011

MORTAL - INMORTAL


El lado metafísico de la naturaleza humana se recurre al principio de la inmortalidad del alma. ¿Morimos realmente?
 ¿Quién muere? ¿Cuál es el sentido de la muerte? La muerte es generalmente considerada como destrucción. ¿Puede la razón aceptar que cualquier cosa puede llegar a la completa destrucción? ¿Existe la verdadera destrucción de algo? Destrucción es la negación total de lo que es, y a lo que Es lo llamamos real. Cuando algo existe verdaderamente, no puede llamársele fenómeno o fase pasajera. Lo real no puede ser pasajero. Lo real debe 'ser', y, por lo tanto, se le llama Real. Lo irreal no puede Ser, y no hay necesidad que temamos o dudemos de ello. Lo que muere, es o Real o Irreal. No tenemos otra alternativa imaginable. Algo muere o alguien muere. ¿Es esa cosa o persona Real o Irreal? Nuestra mente debe estar bien clara al llevar a cabo este proceso de argumentar. Si decimos que la cosa que ha muerto es Real, nos estamos contradiciendo, porque si hubiera sido Real, no pudo haberse destruido; no hay muerte para lo Real. Ha sido declarado Real, y lo Real no puede no Ser, y lo Irreal no puede Ser. Aquello que Es, aquello que es Real, no puede considerarse destructible. Si decimos que la cosa que ha muerto no es Real, que es Irreal, entonces no hay muerte; es Irreal.
La destrucción de una cosa no existente es impensable. Y la destrucción de una cosa existente, también, es igualmente impensable, porque lo existente no puede ser destruido, y aquello que puede ser destruido no puede ser considerado existente. ¿Qué es entonces lo que muere? El fenómeno de la muerte es visible ante nuestros ojos debido a una combinación de puntos. Esta combinación es una superposición de una cosa sobre otra cosa. Lo que existe no es lo que muere. Y lo que no existe no es tampoco lo que muere. Por lo tanto, no podemos decir qué es lo que muere. El proceso de la muerte es una transición, no es destrucción de nada.
Llamamos muerte a un cambio de condición, lo cual es un cambio requerido  la evolución del universo. De hecho, morimos cada momento. Todas las células de nuestro cuerpo cambian constantemente, y los biólogos opinan que después de cada siete años cambiamos nuestra personalidad y nuestro físico por entero, incluso cada día al crecer, nos transformamos. Hemos crecido desde la niñez al estado de adulto. Pero no nos hemos visto crecer. Este proceso de crecer fue imperceptible. Y, si crecimiento no es sino cambio, ¿cómo es que no lo percibimos?
No sabíamos que estábamos continuamente cambiando. Todo cambio es perceptible, visible y reconocible. Pero no pudimos reconocer jamás este cambio, y todo esto es debido que hay algo en nosotros que no cambia. Ese carácter de esta misteriosa entidad en nosotros que no cambia es la verdadera razón detrás del miedo a la muerte y el amor a la vida.
El cambio es tan solo una condición y no una sustancia, no es una cosa. No es una realidad. Pero, parece como si un tremendo evento tomara lugar en el momento de la muerte. La terrible naturaleza de la muerte es debido a la identificación de caracteres que pertenecen a dos niveles de nuestro ser, el espiritual o metafísico transferido a lo temporal o transitorio, y viceversa. Vemos dos cosas al mismo tiempo, imaginando que es una cosa y que a la experiencia no la constituyen dos cosas diferentes. Hay una procesión de eventos, un continuo cambio de proceso cargado con una invisibilidad unitaria de ser que es nuestra básica esencia, la llamamos Atman, alma, ser, conciencia, etc. Existe un elemento indestructible en nosotros que se ha mezclado con la condición de cambio que infecta todo lo que es finito.
Estamos imbuidos del mundo de los finitos. Lo finito lucha para alinearse a lo Infinito, al cual pertenece en realidad, y esta lucha de lo finito moviéndose hacia lo Infinito es la historia de la evolución. Cualquier cambio, transformación o movimiento en este mundo en cualquier momento, es una consecuencia de este impulso de lo finito en dirección hacia lo Infinito, y nadie puede permanecer eternamente como finito, en tanto la finitud del Ser sea un estado no natural del Ser. Lo no natural no puede ser eternamente, pues trata de superarse, trascender y expandirse hacia un estado más elevado en movimiento hacia lo infinito de la realización. Esta tendencia de lo finito en nosotros hacia lo Infinito es la verdadera razón que se encuentra detrás de la transmigración, el nacimiento y la muerte.
Lo que llamamos nacimiento y muerte, o renacimiento, transmigración, es una obligación necesaria de parte de todo lo que es finito a la luz de lo Infinito. No podemos mantener nuestras personalidades individuales continuamente intactas. De hecho, no podemos ni siquiera mantenernos como el mismo individuo por dos segundos. Cada momento cambiamos y nos movemos con urgencia en dirección a un mayor logro.

Hay dos clases de cambio, la particular serie de cambios por los que pasamos todos los días como es el caso de nuestro crecimiento, por ejemplo, desde la niñez al estado de adulto y otro estado al que llamamos muerte. En tanto lo que constituye nuestro cambio finito en la forma de crecimiento hacia una nueva forma, no pensamos en esta transformación o cambio marcadamente, porque este complejo al que llamamos cuerpo en este mundo de tiempo y espacio mantiene su forma particular de complejidad, y como vivimos en el mundo de los sentidos, y los sentidos consideran a este cuerpo como el ser, no creemos que algo verdaderamente serio ha tenido lugar en este encuadre de espacio y tiempo. En tanto mantenemos esta forma, nos sentimos intactos, pero cuando las condiciones del proceso de evolución requieren un cambio en la misma forma de esta finitud, y debemos cambiar de un orden de espacio tiempo a otro reino de espacio tiempo, parecería que hay una total destrucción de la personalidad. La muerte es una transformación de nosotros desde un orden de espacio tiempo a otra estructura de espacio y tiempo. Nos movemos de un continuo de espacio y tiempo a otro continuo de espacio y tiempo.
Cuando el orden espacio tiempo cambia al elevarnos, la entera forma física debe ser abandonada por completo y una nueva forma debe ser asumida para este propósito. Pero, en tanto que nuestra conciencia, el alma, se encuentre conectada a este complejo corporal en particular, imaginamos que esta transformación de nosotros desde un orden de espacio tiempo a otro, es nuestra destrucción, y por lo tanto, temible, pues odiamos la muerte. El miedo a la muerte es debido a un concepto erróneo de nuestra mente debido a que no comprendemos qué requiere el universo de nosotros,
La muerte tampoco es un castigo. Hemos sido tan solo educados que es un castigo. Y el Bhagavad Gita (El canto a Dios) nos ofrece una simple analogía para explicar lo que sucede en realidad en el proceso de la muerte.
Desechamos un ropaje cuando está gastado y usamos otro nuevo. Cuando desechamos nuestras viejas ropas usamos otras nuevas, no imaginamos haber perdido algo valioso. Igualmente es el cambio de cuerpo, y no deberíamos imaginar que la muerte es una verdadera pérdida, este proceso es necesario porque estamos entrando en una nueva vida en dirección a un cambio de valores para el crecimiento de nuestra personalidad.
Por eso dice Krishna: "Arjuna, lloras innecesariamente por algo que a los sabios ni siquiera les preocupa. El nacimiento y la muerte no llegan a ser causa de pena para aquellas personas dotadas de sabiduría, que pueden ver a través de las cosas, no confinando su visión a las meras formas externas de los eventos del universo. Tu dolor es debido al hecho que tu visión se encuentra limitada por tus sentidos y te es imposible pensar a la luz del requerimiento más elevado de la ley del cosmos. Debido a esto, tu argumento que la muerte es una indeseable consecuencia que sigue a la batalla de la vida es falso". Y el conocimiento que es positivo a la luz de la realidad última de las cosas le seguirá.

Practica:
Leer, reflexionar y meditar mucho en esta lectura.

Siempre juntos. Siempre Positivos
Marcelo dos Santos


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