El
arte más grande es el arte de vivir, más grande que todas las cosas que los
seres humanos han creado con la mano o con la mente, más grande que todas las
Escrituras con sus respectivos dioses, y tan sólo a través de este arte de
vivir puede establecerse una nueva cultura, pero ese arte de vivir únicamente
puede surgir cuando hay libertad total.
Esa
libertad no es un ideal, no es algo que suceda ocasionalmente; en la libertad,
el primer paso es el último, lo que cuenta es ese primer paso no el último, lo
que haga ahora es mucho más importante que cualquier cosa que haga en alguna
fecha futura. La vida es lo que está sucediendo en este instante, no en algún
momento imaginario ni en algo que el pensamiento ha concebido, por eso el
primer paso que dé ahora es lo importante, porque si el primer paso está dado
en la buena dirección se abre ante uno la totalidad de la vida. La buena
dirección no es en pos de un ideal o hacia un fin predeterminado, esa buena
dirección es inseparable de lo que está sucediendo en ese instante; no se trata
de una filosofía con una serie de teorías, es exactamente lo que la palabra
"filosofía" significa, el amor a la verdad, el amor a la vida, no
algo que uno aprende en la universidad, sino que aprendemos el arte de vivir en
nuestra vida cotidiana.
Como
la vida es tan compleja, siempre resulta difícil y confuso elegir un solo
aspecto y decir que es el más importante, porque el mismo elegir, el
diferenciar categorías, conduce a más confusión: si uno dice que algo es lo más
importante, entonces relega a un segundo plano todas las demás facetas de la
vida. O tomamos todo el movimiento de la vida como uno solo, lo cual resulta
muy difícil para la mayoría de las personas, o bien tomamos un aspecto
fundamental en el cual estén incluidos todos los demás. Vamos a investigarlo
despacio y con cuidado.
Estamos
explorando juntos una faceta de la vida, y si la comprendemos, podremos abarcar
todo el campo de la vida. Para investigar debemos estar libres de nuestros
prejuicios, de nuestras experiencias personales y conclusiones predeterminadas,
como los buenos científicos debemos poseer una mente que no esté ensombrecida
por conocimientos previamente acumulados, debemos abordarlo como si fuera la
primera vez y sin reaccionar ante lo que estamos observando, lo cual es
absolutamente necesario, de lo contrario, la investigación estará coloreada con
nuestros temores, esperanzas y placeres; la misma urgencia y la intensidad de
investigar liberan a la mente de esa coloración.
Una
de las cosas más importantes es el arte de vivir, por tanto, ¿existe una forma
de vivir la vida diaria que sea por completo diferente de lo que normalmente es
ahora? ¿Existe una forma de vivir sin control, sin ningún conflicto,
conformidad o disciplina? Tan sólo puedo descubrirlo cuando toda la mente
afronta lo que está sucediendo exactamente ahora, eso quiere decir que sólo
puedo descubrir qué significa vivir sin conflicto si observo lo que está
sucediendo "ahora".
Esta
observación no es una cuestión intelectual o emocional, sino la percepción
intensa, aguda y clara, en la cual no hay dualidad, no hay resistencia ni
contradicción en relación con lo que está sucediendo. La dualidad tan sólo
surge cuando nos evadimos de "lo que es", y esa evasión crea el
opuesto, por tanto, aparece el conflicto, pero lo único que existe es la
realidad y nada más.
Las
asociaciones y las reacciones como consecuencia de lo que sucede son el
condicionamiento de la mente, y este condicionamiento impide observar lo que
ahora está sucediendo porque el tiempo no está implicado en ese suceso de
ahora. El tiempo es la evolución de nuestro condicionamiento, es la herencia de
la humanidad, una carga que no tiene principio, pero cuando observamos lo que
está sucediendo de forma apasionada, eso que observamos se disuelve en la nada;
si observamos el enojo en el momento en que surge, nos mostrará toda la
estructura, toda la naturaleza de la violencia, y esa percepción instantánea
elimina por completo la violencia.
Detrás
del enojo hay mucho trasfondo, no es un simple suceso aislado, tiene muchas
asociaciones, y estas asociaciones con sus emociones impiden observar
directamente. El contenido del enojo es el mismo enojo, el enojo es su
contenido, no son dos cosas separadas, el contenido es el condicionamiento, y
cuando existe una observación apasionada de lo que en realidad está sucediendo,
o sea, de las actividades del condicionamiento, la naturaleza y la estructura
del condicionamiento se disuelven.
De
hecho es muy simple, tan simple que uno pierde su simplicidad y, en
consecuencia, su sutileza. Estamos diciendo que cualquier cosa que suceda
mientras estemos paseando, hablando, meditando o lo que sea, debemos observarla
y, aunque la mente divaga, el mismo observar termina con el parloteo, de manera
que no hay distracción en ningún momento.
En
ese arte de vivir los recuerdos no tienen cabida, la relación es el arte de
vivir, y si hay recuerdos en la relación eso no es relación. La relación es
entre seres humanos y no entre el contenido de sus recuerdos, porque los
recuerdos son los que dividen y, por consiguiente, hay disputas, conflicto
entre "usted" y "yo", por eso el pensamiento, que en sí
mismo es recuerdos, no tiene ningún lugar en la relación, este es el arte de
vivir.
El
arte de vivir sólo es posible cuando el pensamiento no contamina el amor.
J.
Krishnamurti