6 de abril de 2015

SON MUY POCOS LOS QUE ENCUENTRAN LA COMPAÑÍA CONSIGO MISMOS .

“Hay personas que tienen pareja pero se sienten 
tan solas y vacías como si no las tuvieran. 
Hay otras que por no esperar deciden caminar al lado 
de alguien equivocado y en su egoísmo, no permite que ese alguien se aleje aun sabiendo que no le hace feliz. Hay personas que sostienen matrimonios o noviazgos ya destruidos, por el simple hecho de pensar que estar solos es difícil e inaceptable. 
Hay personas que deciden ocupar un segundo lugar tratando de llegar al primero, pero ese viaje es duro, incómodo y nos llena de dolor y abandono. Pero hay otras personas que están solas y viven y brillan y se entregan a la vida de la mejor manera.  Personas que no se apagan, al contrario, cada día se encienden más  y más. Personas que aprenden a disfrutar de la soledad porque las ayuda a acercarse a sí mismas, a crecer y a fortalecer su interior. Esas personas son las que un día sin saber el momento exacto ni el por qué se encuentran al lado del que las ama con verdadero amor y se enamoran de una forma maravillosa.” 
Teresa de Calcuta 

Cada una de las palabras de esta composición contiene una fuerza enorme.  Lo cierto es que mantenemos de forma equívoca la creencia de que no tener acompañantes en la vida es algo terrorífico. Hay pocas cosas que nos inspiren tanta tristeza y compasión como contemplar a alguien “en soledad”. De hecho, parece que desde la más tierna infancia esto nos resulta chocante, pero lo cierto es que de niños sabíamos apreciar esos ratos con la única compañía de uno mismo.
Hay personas que no saben, no quieren o no conocen la posibilidad de no tener pareja o de caminar solas por la vida, por lo que se asustan ante la gente que prefiere caminar sola. En verdad, la necesidad y el miedo a estar solo se huele, se palpa.
No entienden que la compañía de uno mismo enseña a discernir lo que uno quiere y lo que no en su vida, así como a respetarte y defenderte. Esto favorece que el amor llegue de una forma extraordinariamente diferente que el que llega cuando uno no se cultiva a sí mismo, pues el amor aparece de una forma tan fuerte como el amor propio. Así, las personas que aman por necesidad se esclavizan a sí mismas obligándose a mantener relaciones que están intoxicadas desde el principio. Tristemente esta necesidad abunda, es un virus que nos amenaza de forma permanente, creando dependencias absolutamente letales para el amor propio.
Es por esto que encontrar la compañía en uno mismo es un maravilloso tesoro. No se trata de pensar que somos autosuficientes en todos los aspectos porque, aunque en realidad solo nos necesitamos a nosotros mismos para respirar, el aspecto socioemocional es verdaderamente importante para mantenernos cuerdos. Lo que sí podemos decir es que no necesitamos a nadie pero sí que preferimos ciertas compañías que sintonicen con nuestro interior, aunque haya personas que no lo entiendan. Este asunto de la independencia lo podemos resumir en una simple frase: es mucho mejor que te necesiten porque te quieran y no te quieran porque te necesiten.
La soledad elegida es grandiosa porque te ayuda a conocerte a ti mismo, a valorarte y a confiar en ti como burbuja de protección. No es necesario no tener pareja para elegir la soledad, puedes tener una vida relacional totalmente plena pero necesitar reservarte unos minutos al día o a la semana para ti.
En definitiva, se trata de gozar de momentos de intimidad más que de soledad. Y no solo es una opción, sino que resulta verdaderamente recomendable para todo el mundo.
Frecuentemente nos equivocamos pensando que la soledad elegida y la soledad obligada son lo mismo, siendo la dureza de la última la que identificamos con facilidad.  La soledad obligada, en la que añoras y te sientes aislado ante tu dolor, es un arma que despedaza al ser humano. Además, cuando estamos inmersos en este tipo de soledad,  erramos buscando mostrar indiferencia pensando que eso nos protegerá y enmascarará nuestra desolación, pero con ella solo conseguimos destruir nuestro amor.
Sin embargo esto no pasa cuando la soledad es elegida, cuando necesitamos que ella nos aconseje y nos ayude a encontrar esa parte de nosotros mismos que hemos perdido. Acompañarse a uno mismo y disfrutar de esos momentos de intimidad personal nos ayuda a pensar y a ejercitar nuestra mente.
Pasamos media vida pretendiendo ser y hacer a los demás felices, creándonos una obligación constante de satisfacer lo que los demás demandan sin pensar en nuestro mundo interno. La soledad elegida o autonomía es la experiencia más cercana a la libertad que podemos experimentar, gozando y eliminando la carga de nuestras obligaciones aunque solo sea por unas horas.
Sin duda, a pesar de lo que la sociedad nos dice, acompañarnos a nosotros mismos es algo extraordinariamente deseable y, desde luego, la única vía para alcanzar el equilibrio interior.


Fuente: www.lamenteesmaravillosa.com

NADA QUE ENCONTRAR, NADA QUE CONSEGUIR.

La palabra sánscrita Advaita señala hacia algo de lo que no se puede hablar. Aunque hablemos mucho, nunca podemos llegar a describir aquello de lo que estamos hablando. Y tampoco puede ser comprendido o conocido.
La palabra Advaita también apunta hacia la futilidad de la idea de que hay algo separado de otra cosa llamada unidad. De modo que no hablaremos de alcanzar un estado; no estamos aquí para intentar alcanzar estados de dicha, ni quietud ni silencio, ni siquiera de conciencia. Ninguna cantidad de auto-indagación llevará al buscador a eso que ya es. De modo que aquí no buscaremos nada, porque no hay nada que encontrar ni nada que conseguir.
Aquello de lo que hablamos es tan evidente que es completamente oscuro, y es tan abierto que es absolutamente secreto. Cada vez que alguien trata de conseguirlo, se mantiene oculto. Cada vez que lo buscamos, no lo vemos. No puede ser alcanzado, no puede perderse, no puede enseñarse, no puede darse y no puede quitarse.
No puede hablarse de ello ni entenderse, porque ya es nada y todo. No sólo es la mayor cosa en esta habitación, es la única cosa que hay en esta habitación: es lo único que surge en esta habitación. Es todo lo que está ocurriendo en esta habitación. Y dentro de ello, dentro de lo que buscamos, estamos nosotros buscándolo. Y por tanto la búsqueda del ser también es el ser buscando. Y siempre que pensamos que estamos separados de ello, o experimentamos que estamos separados de ello, inevitablemente estamos buscándolo.
El buscador sólo existe en el movimiento por encontrar lo que sueña haber perdido. Y se está moviendo para encontrar algo que está totalmente inmóvil. El paso del tiempo y la búsqueda son movimientos para intentar encontrar algo que es intemporal e inmóvil.
Aquello de lo que estamos hablando no tiene nada que ver contigo ni conmigo, no tiene absolutamente nada que ver contigo ni conmigo. No tiene nada que ver con la experiencia personal. Tú no vas a entender esto, nadie va a entender esto, porque se trata de que ahí no hay nadie. Yo no lo he entendido. Yo no sé nada que tú no sepas, y no tengo nada que tú no tengas, pero algo se ha perdido.
Esto tiene que ver con la pérdida, con la pérdida total. Es la pérdida de algo en lo que creemos —hemos llegado a creer que somos individuos—, que somos individuos separados con libre albedrío y capacidad de elección, y que podemos hacer algo para que nuestras vidas funcionen en el mundo, y de algún modo la mente trata de ayudarnos en este cometido. Pero algunos de nosotros somos más sensibles a la idea de que la vida no consiste únicamente en tener éxito, ni en ser rico y todo eso.
Y entonces buscamos en la religión, o buscamos en la terapia o en la meditación, o nos dedicamos a la auto-indagación: buscamos en la escuela de iluminación aquello que nos lleve a sentirnos completos. Sabemos que hay algo que no está completo. Esto no es, no del todo. Algo está ligeramente desviado; hay algo más. ¿Se trata de la iluminación?. Y entonces la mente pinta un cuadro de cómo es la iluminación. La iluminación es dicha, omnipresencia, poder absoluto, todo el mundo te quiere, tú quieres a todos y vas caminando por ahí rodeado de una preciosa neblina rosa. (Risas.) La gente viene a ti y te dice: "He oído que estás iluminado", y tú les respondes: "Sí. (Risas.) Bueno, ¿quieres dar una charla a algunos amigos míos?", y tú dices: "Sí, de acuerdo... “Y vas y hay unos cuantos amigos y tú les cuentas cómo te iluminaste y eso les encanta —eso suena bien—, y ellos te miran y estás muy sereno; es evidente que estás completamente de una pieza y en estado de dicha. Pero ellos quieren ser como tú, y sus amigos también quieren ser como tú, de modo que vienen más amigos y tú tienes más gente en la sala, y al final tienes que ir a una sala más grande, pues el público aumenta. Y entonces le dices a tu amigo: "Bueno, sabes, estoy aquí abajo, a este nivel; quizá debería estar sobre una plataforma, tal vez debería tener un asiento más grande para que la gente pueda verme. "
Sabes, tenemos esta idea..., la mente tiene una idea de cómo es la iluminación; es la lotería, la lotería espiritual. Es la mayor lotería que puedas ganar. Es mejor que ganar cien millones de euros porque lo tienes todo; simplemente estás ahí, estás totalmente seguro, te sientes dichoso y todo es maravilloso.
Y ahí reside la dificultad porque, por supuesto, en realidad la iluminación no es así en absoluto. La iluminación, la liberación, es total y absolutamente ordinaria. No es maravillosa. No es dichosa, no es la respuesta a todas las cosas. La vida sigue. Sigue tal como seguía antes. Y lo que se abandona en la liberación es el sentido de que haya alguien a quien le está ocurriendo la vida. La liberación es ausencia, la liberación es pérdida, la pérdida de la separación. Y en esa pérdida, el vacío se llena. Ese vacío también es plenitud. En la nada —cuando no hay nada— el todo llena la nada. Plantea cualquier pregunta, no importa qué pregunta plantees. Si surge una pregunta, está ahí para surgir y encontrarse con la nada, y ser respondida por la nada. La mente nunca puede llegar a ninguna parte con esto.
Esto es totalmente simple, absolutamente simple, y muy difícil. Es muy simple porque es totalmente evidente, y es difícil porque el individuo tiene miedo de ello: la idea de perder la individualidad le atemoriza.
Tony Parsons
Fuente: http://www.advaitainfo.com/


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