“Hay
personas que tienen pareja pero se sienten
tan solas y vacías como si no las
tuvieran.
Hay otras que por no esperar deciden caminar al lado
de alguien
equivocado y en su egoísmo, no permite que ese alguien se aleje aun sabiendo
que no le hace feliz. Hay personas que sostienen matrimonios o noviazgos ya
destruidos, por el simple hecho de pensar que estar solos es difícil e
inaceptable.
Hay personas que deciden ocupar un segundo lugar tratando de
llegar al primero, pero ese viaje es duro, incómodo y nos llena de dolor y
abandono. Pero hay otras personas que están solas y viven y brillan y se entregan
a la vida de la mejor manera. Personas que no se apagan, al contrario, cada día
se encienden más y más. Personas que aprenden a disfrutar de la soledad porque
las ayuda a acercarse a sí mismas, a crecer y a fortalecer su interior. Esas
personas son las que un día sin saber el momento exacto ni el por qué se
encuentran al lado del que las ama con verdadero amor y se enamoran de una
forma maravillosa.”
Teresa
de Calcuta
Cada
una de las palabras de esta composición contiene una fuerza enorme. Lo
cierto es que mantenemos de forma equívoca la creencia de que no tener acompañantes en la vida es algo
terrorífico. Hay pocas cosas que nos inspiren tanta tristeza y compasión como
contemplar a alguien “en soledad”. De hecho, parece que desde la más tierna
infancia esto nos resulta chocante, pero lo cierto es que de niños sabíamos apreciar esos ratos con la única compañía de uno
mismo.
Hay
personas que no saben, no quieren o no conocen la posibilidad de no tener pareja o
de caminar solas por la vida, por lo que se asustan ante la gente que prefiere
caminar sola. En verdad, la necesidad y
el miedo a estar solo se huele, se palpa.
No
entienden que la compañía de uno
mismo enseña a discernir lo que uno quiere y lo que no en su vida, así como a
respetarte y defenderte. Esto favorece que el amor llegue de una forma
extraordinariamente diferente que el que llega cuando uno no se cultiva a sí
mismo, pues el amor aparece de una forma tan fuerte como el amor propio. Así,
las personas que aman por necesidad
se esclavizan a sí mismas obligándose a mantener relaciones que están
intoxicadas desde el principio. Tristemente esta necesidad abunda, es un
virus que nos amenaza de forma permanente, creando dependencias absolutamente
letales para el amor propio.
Es
por esto que encontrar la compañía
en uno mismo es un maravilloso tesoro. No se trata de pensar que somos autosuficientes
en todos los aspectos porque, aunque en realidad solo nos necesitamos a
nosotros mismos para respirar, el aspecto socioemocional es verdaderamente
importante para mantenernos cuerdos. Lo
que sí podemos decir es que no
necesitamos a nadie pero sí que preferimos ciertas compañías que sintonicen con
nuestro interior, aunque haya personas que no lo entiendan. Este asunto de la
independencia lo podemos resumir en una simple frase: es mucho mejor
que te necesiten porque te quieran y no te quieran porque te necesiten.
La soledad elegida es
grandiosa porque te ayuda a conocerte a ti mismo, a
valorarte y a confiar en ti como burbuja de protección. No es necesario no
tener pareja para elegir la soledad, puedes tener una vida relacional
totalmente plena pero necesitar reservarte unos minutos al día o a la semana
para ti.
En
definitiva, se trata de gozar de
momentos de intimidad más que de soledad. Y no solo es una opción, sino que
resulta verdaderamente recomendable para todo el mundo.
Frecuentemente
nos equivocamos pensando que la soledad elegida y la soledad obligada son lo
mismo, siendo la dureza de la última la que identificamos con facilidad. La soledad obligada, en la que
añoras y te sientes aislado ante tu dolor, es un arma que despedaza al ser
humano. Además, cuando estamos inmersos en este tipo de soledad, erramos
buscando mostrar indiferencia pensando que eso nos protegerá y enmascarará
nuestra desolación, pero con ella solo conseguimos destruir nuestro amor.
Sin
embargo esto no pasa cuando la
soledad es elegida, cuando necesitamos que ella nos aconseje y nos ayude a
encontrar esa parte de nosotros mismos que hemos perdido. Acompañarse a uno
mismo y disfrutar de esos momentos de intimidad personal nos ayuda a pensar y a
ejercitar nuestra mente.
Pasamos
media vida pretendiendo ser y hacer a los demás felices, creándonos una
obligación constante de satisfacer lo que los demás demandan sin pensar en
nuestro mundo interno. La soledad
elegida o autonomía es la experiencia más cercana a la libertad que podemos
experimentar, gozando y eliminando la carga de nuestras obligaciones aunque
solo sea por unas horas.
Sin
duda, a pesar de lo que la sociedad nos dice, acompañarnos a nosotros mismos es algo extraordinariamente deseable y,
desde luego, la única vía para alcanzar el equilibrio interior.
Fuente: www.lamenteesmaravillosa.com