La
palabra sánscrita Advaita señala hacia algo de lo que no se puede
hablar. Aunque hablemos mucho, nunca podemos llegar a describir aquello de lo que
estamos hablando. Y tampoco puede ser comprendido o conocido.
La
palabra Advaita también apunta hacia la futilidad de la idea de que
hay algo separado de otra cosa llamada unidad. De modo que no hablaremos de
alcanzar un estado; no estamos aquí para intentar alcanzar estados de dicha, ni
quietud ni silencio, ni siquiera de conciencia. Ninguna cantidad de
auto-indagación llevará al buscador a eso que ya es. De modo que aquí no
buscaremos nada, porque no hay nada que encontrar ni nada que conseguir.
Aquello
de lo que hablamos es tan evidente que es completamente oscuro, y es tan
abierto que es absolutamente secreto. Cada vez que alguien trata de
conseguirlo, se mantiene oculto. Cada vez que lo buscamos, no lo vemos. No
puede ser alcanzado, no puede perderse, no puede enseñarse, no puede darse y no
puede quitarse.
No
puede hablarse de ello ni entenderse, porque ya es nada y todo. No sólo es la
mayor cosa en esta habitación, es la única cosa que hay en esta habitación: es
lo único que surge en esta habitación. Es todo lo que está ocurriendo en esta
habitación. Y dentro de ello, dentro de lo que buscamos, estamos nosotros
buscándolo. Y por tanto la búsqueda del ser también es el ser buscando. Y
siempre que pensamos que estamos separados de ello, o experimentamos que
estamos separados de ello, inevitablemente estamos buscándolo.
El
buscador sólo existe en el movimiento por encontrar lo que sueña haber perdido.
Y se está moviendo para encontrar algo que está totalmente inmóvil. El paso del
tiempo y la búsqueda son movimientos para intentar encontrar algo que es
intemporal e inmóvil.
Aquello
de lo que estamos hablando no tiene nada que ver contigo ni conmigo, no tiene
absolutamente nada que ver contigo ni conmigo. No tiene nada que ver con la
experiencia personal. Tú no vas a entender esto, nadie va a entender esto,
porque se trata de que ahí no hay nadie. Yo no lo he entendido. Yo no sé nada
que tú no sepas, y no tengo nada que tú no tengas, pero algo se ha perdido.
Esto
tiene que ver con la pérdida, con la pérdida total. Es la pérdida de algo en lo
que creemos —hemos llegado a creer que somos individuos—, que somos individuos
separados con libre albedrío y capacidad de elección, y que podemos hacer algo
para que nuestras vidas funcionen en el mundo, y de algún modo la mente trata
de ayudarnos en este cometido. Pero algunos de nosotros somos más sensibles a
la idea de que la vida no consiste únicamente en tener éxito, ni en ser rico y
todo eso.
Y
entonces buscamos en la religión, o buscamos en la terapia o en la meditación,
o nos dedicamos a la auto-indagación: buscamos en la escuela de iluminación
aquello que nos lleve a sentirnos completos. Sabemos que hay algo que no está
completo. Esto no es, no del todo. Algo está ligeramente desviado; hay algo
más. ¿Se trata de la iluminación?. Y
entonces la mente pinta un cuadro de cómo es la iluminación. La iluminación es
dicha, omnipresencia, poder absoluto, todo el mundo te quiere, tú quieres a
todos y vas caminando por ahí rodeado de una preciosa neblina rosa. (Risas.) La
gente viene a ti y te dice: "He oído que estás iluminado", y tú les
respondes: "Sí. (Risas.) Bueno, ¿quieres dar una charla a algunos amigos
míos?", y tú dices: "Sí, de acuerdo... “Y vas y hay unos cuantos
amigos y tú les cuentas cómo te iluminaste y eso les encanta —eso suena bien—,
y ellos te miran y estás muy sereno; es evidente que estás completamente de una
pieza y en estado de dicha. Pero ellos quieren ser como tú, y sus amigos
también quieren ser como tú, de modo que vienen más amigos y tú tienes más gente
en la sala, y al final tienes que ir a una sala más grande, pues el público
aumenta. Y entonces le dices a tu amigo: "Bueno, sabes, estoy aquí abajo,
a este nivel; quizá debería estar sobre una plataforma, tal vez debería tener
un asiento más grande para que la gente pueda verme. "
Sabes,
tenemos esta idea..., la mente tiene una idea de cómo es la iluminación; es la
lotería, la lotería espiritual. Es la mayor lotería que puedas ganar. Es mejor
que ganar cien millones de euros porque lo tienes todo; simplemente estás ahí,
estás totalmente seguro, te sientes dichoso y todo es maravilloso.
Y
ahí reside la dificultad porque, por supuesto, en realidad la iluminación no es
así en absoluto. La iluminación, la liberación, es total y absolutamente
ordinaria. No es maravillosa. No es dichosa, no es la respuesta a todas las
cosas. La vida sigue. Sigue tal como seguía antes. Y lo que se abandona en la
liberación es el sentido de que haya alguien a quien le está ocurriendo la
vida. La liberación es ausencia, la liberación es pérdida, la pérdida de la
separación. Y en esa pérdida, el vacío se llena. Ese vacío también es plenitud.
En la nada —cuando no hay nada— el todo
llena la nada. Plantea
cualquier pregunta, no importa qué pregunta plantees. Si surge una pregunta, está
ahí para surgir y encontrarse con la nada, y ser respondida por la nada. La
mente nunca puede llegar a ninguna parte con esto.
Esto es totalmente simple,
absolutamente simple, y muy difícil. Es muy simple porque es totalmente
evidente, y es difícil porque el individuo tiene miedo de ello: la idea de
perder la individualidad le atemoriza.
Tony
Parsons
Fuente:
http://www.advaitainfo.com/
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