La
palabra 'amigo' - como la palabra "amor" o "Dios" - se ha vuelto casi sin
sentido en estos días, vacía por el uso
excesivo. Ha perdido su carácter sagrado, su belleza. La verdadera amistad no es un clic en Facebook. No se trata de una alabanza
ciega. No se trata de cómo te hacen ver los demás. No se trata de una
mercancía. No es algo que decides hacer en tu día.
Es
fácil decir "ahora somos amigos." Suena bien, positivo,
reconfortante.
Y mucha gente obtiene su sentido de autoestima basándose en "cuántos" amigos tienen. O qué "tan a menudo" los busca la gente. Porque vivimos en un mundo de cantidad, no de calidad. Estamos tan conectados, y sin embargo tan desconectados. Sólo a través del tiempo puedes descubrir quiénes son tus verdaderos amigos. No lo sabrás hasta que ambos sean probados, una y otra vez.
Y mucha gente obtiene su sentido de autoestima basándose en "cuántos" amigos tienen. O qué "tan a menudo" los busca la gente. Porque vivimos en un mundo de cantidad, no de calidad. Estamos tan conectados, y sin embargo tan desconectados. Sólo a través del tiempo puedes descubrir quiénes son tus verdaderos amigos. No lo sabrás hasta que ambos sean probados, una y otra vez.
La verdadera amistad se
forja en la hoguera de la experiencia. Es un viaje, no un destino. Porque,
¿qué ocurre cuando el dolor y el malestar surgen?, porque sí que surgen. ¿Se esconderán su dolor, su miedo, su
ira, su tristeza mutuamente? ¿Se harán los desentendidos, se evitarán el uno al
otro, o se distraerán? ¿O le pondrán atención a su dolor? ¿Lo harán
propio? ¿Lo compartirán entre ambos?
¿Se seguirán conectando aunque sus corazones estén rotos y sensibles? ¿Podrían
entrar ambos en el campo del amor, sin avergonzarse ni culpar al otro, sin
juzgarse por sus pensamientos y sentimientos, sino mantenerse presentes,
creando un cielo seguro, un santuario de amistad donde las energías más
intensas puedan ser metabolizadas? Y no tratar de componerse mutuamente. Ni
desde la culpa tratar de borrar el dolor del otro. Ni tratar de ocultar sus sentimientos,
por miedo a perderlo a decepcionarlo o disgustarlo. ¿Podrían
escuchar sus puntos de vista, incluso cuando estén en total desacuerdo, honrar
la forma en que estén procesando cada uno la realidad? ¿Serías capaz de apoyar a tu amigo, y al
mismo tiempo sentir su amoroso apoyo, para que la amistad se sienta recíproca,
balanceada, no co-dependiente o necesitada?
¿Cuándo pierdes tu
estatus, tu empleo, tu apariencia, tu salud; cuando tu éxito se convierte en
fracaso; cuando las cosas no están yendo bien para ti, sigue tu amigo allí,
para ti? ¿O de repente perdió el interés cuando tomaste un camino diferente,
uno que no “aprobaba”?
¿Te quiere por lo que
eres, no por lo que haces, o cómo lo haces ver a él, o por
cuánto le das materialmente? ¿Es una conexión incondicional, forjada en los
fuegos? Entonces, y sólo entonces, sólo quizás, podrías comenzar a usar la
palabra “amigo”. Porque la amistad es sagrada, y excepcional, e infinitamente preciosa
cuando la encuentras, a través de los años.
Jeff
Foster
Fuente: /www.facebook.com/Jeff-Foster-en-español