El
mundo físico es diáfano. Es como música. Cuando se toca música simplemente
desaparece, no queda nada, y por esa razón es una de las artes más elevadas y
espirituales. También es la más fugaz. Se puede decir que la fugacidad es un distintivo
de la espiritualidad. Mucha gente piensa lo contrario: que lo espiritual es
imperecedero. Cuando más tiende una cosa
a ser permanente, más tiende a carecer de vida. Nada es tan permanente como un diamante, y esta metáfora, la idea del
más mineral de los objetos como el más permanente, se asocia con ser el más
espiritual. Jesucristo es llamado la "Roca de las Eras". Incluso
los budistas han utilizado el diamante como una imagen de la realidad
fundamental del universo, pero la razón de su uso no ha sido la dureza, sino porque
es completamente transparente. Por lo tanto sirve como símbolo del vacío, el
vacío que todo es. Vacío no significa que no haya nada, sino que no puede
alcanzarse idea alguna que pueda definir suficientemente la realidad física.
Toda idea será equivocada, y en ese sentido será vacío.
Así
pues, al examinar el mundo físico nos resulta imposible encontrar ninguna
materia de la que esté hecho. Sólo podemos reconocernos unos a otros y decir:
"Bueno me doy cuenta de que ya te he encontrado antes y ahora te veo otra
vez", pero lo que realmente reconocemos no es sino una forma consistente.
Supongamos que tengo una soga que en principio es de manila, después de
algodón, más tarde de nilón y luego de seda. Entonces, si hago un nudo en la
soga y lo muevo a lo largo de su extensión, ¡sigue siendo el mismo nudo u otro
diferente?. Diríamos que es el mismo porque reconoceríamos la forma del nudo, aunque
fuese cambiando hasta llegar a ser seda. Lo mismo ocurre con nosotros. Somos
reconocidos por el hecho de que nuestro rostro parece el mismo de un día a
otro, y la gente reconoce eso. Se suele decir: "Ese es John Doe, o Mary
Smith", pero en realidad, el contenido del rostro, el agua, los carbonos,
los elementos químicos y lo que sea están en continuo cambio. Somos como un
remolino en una corriente. La corriente forma el remolino y por ello
reconocemos el remolino, pero el agua siempre está en movimiento. Nosotros
somos exactamente eso y todo lo demás también. No hay nada en el mundo físico
que podamos llamar "substancial". Es una forma; y por eso es tan espiritual.
Ser no espiritual es no verlo. Dicho de otra manera, es imponer la idea de
"cosaidad" o substancialidad, sobre el mundo físico.
Los
hindúes utilizan esta idea para describir a alguien que se implica con el
concepto de materia, que se identifica con el cuerpo, creyendo que es algo
constante, algo tangible. Sin embargo, el cuerpo es en realidad muy intangible.
No podemos concretarlo, decae, y todos envejecemos. Si nos aferramos al cuerpo
nos frustraremos. Lo importante es que el mundo material, el mundo de la
naturaleza, es maravilloso mientras no tratemos de apoyarnos en él; mientras no
nos aferremos a él. Si no lo hacemos podemos llegar a pasarlo muy bien.
Alan
Watts (Extracto del libro "La vida como juego").