27 de mayo de 2012

CONVERSATORIOS 2.



¿Qué es el miedo?
S.- Lo que usted dice da miedo. Yo me pregunto si la conciencia, en lo más profundo de sí misma, no tiene necesidad de este miedo. Eso explicaría por qué se lo mantiene constantemente, alimentado por las religiones, que se supone son refugios y tranquilizantes. Ellas alimentan el miedo, impidiendo que la conciencia se perciba tal como es. Ellas interponen, entre la conciencia y la realidad, la pantalla de las doctrinas teológicas.

K.- Este problema es profundo y vasto a la vez. Abordémoslo explorándolo, palpándolo, por así decirlo, por diversos lados. El miedo es tiempo y pensamiento. Le damos una continuidad al miedo por medio del pensamiento, y por medio del pensamiento le damos una continuidad al placer. Este hecho es sencillo: pensando en el objeto de nuestro placer, le otorgamos al placer una continuidad, y lo mismo hacemos con el miedo, pensando en el objeto de nuestro temor. Si yo tengo miedo de usted -o de la muerte, o de alguna otra cosa -  pienso en usted o en la muerte y así alimento el miedo. Si, por el contrario, llegásemos a encontrarnos cara a cara con el objeto de nuestro miedo, éste cesaría.

S.- ¿Cómo es eso?

K.- Hablo del miedo psicológico, no del miedo de un peligro físico que uno trata de alejar, lo cual es natural. Considere usted el miedo a la muerte. ¿En qué consiste ese miedo? Dividimos la totalidad del fenómeno vital en vida y muerte. La vida es conocida, y de la muerte nada se sabe ¿Se tiene miedo de lo que no se conoce, o más bien se tiene de perder lo que uno conoce? Es evidente que vida y muerte son dos aspectos de un mismo fenómeno. Si dejamos de considerarlos como dos fenómenos diferentes, ya no hay conflicto.

S.- No podríamos preguntarnos qué es el miedo en sí?

K.- No hay miedo en sí. Nunca hay miedo que no sea miedo de algo.

S.- Pero ¿no existe un miedo fundamental?

El problema de la muerte.

K.- No. El miedo es siempre miedo de algo. Examine el asunto con suma atención y verá que es así. Todo miedo, aun inconsciente, es el resultado de un pensamiento. El miedo que se halla presente en todas partes y el miedo psicológico, en el interior del yo, son siempre el miedo de no ser. De no ser esto o aquello, o simplemente de no ser. La contradicción evidente entre el hecho de que todo lo que existe es transitorio, y la búsqueda de una permanencia psicológica: ese es el origen del miedo. Para vernos libres de él, debemos investigar en su totalidad la idea de la permanencia. El hombre que no tiene ilusiones no tiene miedo. Eso no quiere decir que sea cínico, amargado o indiferente.

S.- Eso significa que él ha visto que la estructura psicológica en la cual basa la noción de su propia identidad no es real, es sólo verbal.

K.- Estamos, pues, ante uno de los mayores problemas: la muerte. Para comprender esta cuestión, no de forma verbal sino realmente, o sea, para profundizar con realismo en el hecho de la muerte, hay que desprenderse de todo concepto, de toda especulación, de toda creencia que tengamos, porque toda idea que pueda tenerse sobre este asunto estará engendrada por el miedo. Si nosotros, usted y yo, no tenemos miedo, podremos plantear correctamente el problema de la muerte. No nos preguntaremos qué sucede -después-, sino que exploraremos la muerte como un hecho en sí misma. Para comprender lo que es la muerte, toda búsqueda mendigante en las tinieblas debe cesar. ¿Estamos nosotros, usted y yo, en esa disposición de espíritu que no busca saber lo que hay -después de la muerte-, sino que se pregunta qué es la muerte? ¿Percibe usted la diferencia? Si uno se pregunta qué hay -después-, es porque no se ha preguntado qué es la muerte. ¿Estamos en condiciones de hacernos esta pregunta? ¿Puede uno realmente preguntarse qué es la muerte mientras no se pregunte qué es la vida? ¿Es acaso posible preguntarse qué es la vida a base de nociones, ideas y teorías sobre ella? ¿Cuál es la vida que conocemos? Nosotros conocemos la existencia de una conciencia que se debate sin cesar en toda clase de conflictos, internos y externos. Desgarrada por sus contradicciones, esta existencia esta encerrada en el círculo de sus exigencias y de sus obligaciones, de los placeres que busca y de los sufrimientos que rehúye. Estamos enteramente embargados por un vacío interior, que la acumulación de posesiones materiales y mentales jamás puede colmar. En tal estado, no podemos plantearnos el problema de lo que es la muerte, porque no nos hemos planteado la cuestión de lo que es la vida. La existencia que conocemos, ¿es la vida? Las explicaciones como: resurrección de los muertos, reencarnación, etc., ¿provienen de un conocimiento de la muerte? Solo son meras proyecciones de ideas que nos forjamos acerca del fragmento de existencia que llamamos -vida-. Morir para la estructura psicológica con la cual nos identificamos; morir cada minuto, cada día, en cada acto que realizamos; morir para el placer inmediato y para la continuidad del dolor, y saber todo lo que está implícito en ese morir; entonces, es cuando estamos en condiciones de formular  la pregunta: ¿qué es la muerte?
No se discute con la muerte corporal. Sin embargo, sólo aquellos que saben morir de instante en instante pueden evitarse iniciar con la muerte un diálogo imposible. En esa muerte constante hay una renovación constante, un frescor que no pertenece al mundo de la continuidad en la duración. Ese morir es creación. Creación es muerte y amor.

Las iglesias nada pueden.

S.- Tengo que hacerle algunas preguntas sobre religión. Las grandes religiones más recientes han nacido, sin embargo, en épocas en las que se creía que la tierra era plana, que el sol recorría la bóveda celeste, etc. Hasta una época reciente (la de Galileo no está tan lejos) las religiones imponían por la violencia una serie de imágenes infantiles del cosmos. Hoy, no pudiendo hacer otra cosa, se colocan al lado de la ciencia y se contentan con declarar que sus cosmogonías son simplemente simbólicas. Pero proclaman que, a pesar de esta capitulación, son depositarias de las verdades eternas. ¿Qué piensa usted de eso?

K.- Las religiones hacen su propaganda con el fin de obtener poder sobre las conciencias. Procuran apoderarse de la infancia para condicionarla mejor. Las religiones de las Iglesias y las de los Estados, proclaman la necesidad de todas las virtudes, mientras que su historia no es sino una serie de violencias, de terrores, de torturas, de matanzas inimaginables.

S.- Pero ¿no cree usted que hoy en día las Iglesias son menos combativas? ¿No vemos a los jefes de las más grandes Iglesias declarar que la fraternidad humana es lo más importante y que el culto es secundario?

K.- Si la declaración de fraternidad es más importante que el culto, se debe a que el culto ha perdido su importancia incluso ante sus pontífices. Este pretendido universalismo es a lo sumo una simple tolerancia. Ser tolerante, es apenas tolerar al vecino con ciertas condiciones. Toda tolerancia es intolerancia, así como la no-violencia, es violencia.
De hecho, en nuestra época, la religión, como verdadera comunión del hombre con aquello que lo supera, no desempeña ningún papel en la trayectoria de los asuntos humanos. Más bien es todo lo contrario: las organizaciones religiosas son instrumentos políticos y económicos.

S.- Pero ¿no pueden esas organizaciones religiosas guiar a los hombres hacia una realidad que está más allá de ellos mismos?

K.- No.

Siempre juntos. Siempre Positivos.
Marcelo dos Santos


20 de mayo de 2012

CONVERSATORIOS 1.


Desde esta lectura, Dios sabrá hasta cuándo, recogeré extractos de charlas con Maestros y amorosamente (sin permisos) se los haré llegar. Todo está dicho y de todas las formas y aun así, la torpeza y la ignorancia, continúan instaladas en nosotros. Discernimiento o Viveka, vida simple. Amor.

Los Maestros -parecen-  decir cosas diferentes para que la mente se agote deponga sus pensamientos-diferencias polarizantes  y descanse en el corazón del Sabio.
La importante revista francesa Planète publicó, en su número 14 de enero-febrero 1964, un diálogo de enorme interés para toda persona a quien le preocupen los problemas fundamentales de la existencia humana. El diálogo, considerado por Planète como un -documento excepcional-, ocurrió entre el periodista y escritor francés de gran renombre Carlo Suarès y U.G. Krishnamurti,

K.- Dígales que yo no he leído nada, que no poseo referencias. Para mí no hay mutación psicológica más que cuando cesa el proceso acumulativo.
Mutación, religiones, temor...

S.- Por ahí es por donde podemos iniciar un debate. Yo creo que muchos lectores de Planète le dirán esto, puesto que también ellos están de acuerdo en comprobar que la sociedad está en pleno desorden y confusión ¿Por qué, entonces, no pensar que este formidable movimiento no se producirá al mismo tiempo en nuestros cerebros?

K.- Efectivamente, podemos pensarlo. Pero ¿es eso lo que puede llamarse una mutación? ¿Tener un cerebro electrónico? El cerebro no es toda la conciencia.

S.- No se trata del cerebro. Nuestra conciencia se ensancha y abarca todo nuestro planeta, y lo que ocurre en el otro extremo del mundo....

K.- Sí, ya he comprendido....

S.-...Los monjes budistas que se hacen quemar vivos, los negros de Norteamérica...

K.- Por supuesto. Desde luego. Ellos forman parte de nosotros, y la espantosa miseria de Asia, y todas las tiranías por todas partes, y la crueldad, y la ambición, y la codicia, y los innumerables conflictos del mundo; todo eso nosotros lo sentimos. Todo eso, somos nosotros. Tenga usted todo eso totalmente presente en su mente, y vea a qué extraordinaria profundidad debe efectuarse la mutación ¿Qué otras cuestiones considera usted?

S.- La cuestión religiosa, naturalmente. ¿Puede preverse una religión del porvenir, basada en un mejor conocimiento del Cosmos y en el sentimiento de que el hombre forma parte de él?

K.- ¿Y que más?

S.- Me han encargado que le pregunte por lo que usted piensa del hecho de que en lo más recóndito del ser humano moderno, joven o viejo, esta el temor... ¿Puede usted, en una frase, indicarme lo esencial de lo que se propone hacer?

K.- Des condicionar- la totalidad de la conciencia.

S.- ¿Quiere usted decir que pide a cada uno que -des condicione- la absoluta totalidad de su propia conciencia? Permítame decirle que lo que más desconcierta en la enseñanza de usted, es su reiterada afirmación de que ese –des condicionamiento- total no requiere tiempo alguno. Toda experiencia es condicionante.

K.- En efecto, toda experiencia vivida -y no sólo hablo de aquellas que se llaman -espirituales-- tiene necesariamente sus raíces en el pasado. Que se trate de la realidad o de mi vecino, lo que yo reconozco implica una asociación con algo del pasado. Una experiencia llamada espiritual es la respuesta del pasado a mi angustia, a mi dolor, a mi temor, a mi esperanza. Esta respuesta es la proyección que ocurre para compensar un estado miserable. Mi conciencia proyecta lo contrario de lo que ella es, porque yo estoy persuadido de que ese contrario, exaltado y dichoso, es una realidad consoladora. Así, mi fe católica o budista construye y proyecta la imagen de la Virgen o del Buda, y esas invenciones despiertan una emoción intensa en esas mismas capas inexploradas de la conciencia que habiéndolas inventado sin saberlo, las confunde con la realidad. Los símbolos, o las palabras, se vuelven más importantes que la realidad. Se instalan en calidad de memoria en una conciencia que dice: -Yo sé, puesto que he tenido una experiencia espiritual-. Entonces las palabras y el condicionamiento se vitalizan mutuamente en el círculo vicioso de un circuito cerrado.

S.- ¿Un fenómeno de inducción?

K.- Sí. El recuerdo de la emoción intensa, del choque, del éxtasis, engendra una aspiración hacia la repetición de la experiencia, y el símbolo se convierte en la suprema autoridad interior, en el ideal hacia el cual tienden todos los esfuerzos. Captar la visión llega a ser un propósito; pensar en ella sin cesar y disciplinarse, un medio. Pero el pensamiento es aquello mismo que crea una distancia entre el individuo tal como él es, y el símbolo o el ideal. No puede haber mutación posible sin morir para esa distancia. La mutación sólo es posible cuando cualquier experiencia cesa totalmente. El hombre que ya no vive ninguna experiencia es un hombre despierto. Pero vea usted lo que pasa en todas partes: se buscan siempre experiencias más profundas y más vastas. El hombre está persuadido de que vivir experiencias es vivir realmente. De hecho, lo que se vive no es la realidad sino el símbolo, el concepto, el ideal, la palabra. Vivimos de palabras. Si la vida llamada espiritual es un perpetuo conflicto, es porque en ella formulamos la pretensión de alimentarnos de conceptos, como si teniendo hambre pudiéramos alimentarnos con la palabra -pan-. Vivimos de palabras y no de hechos. En todos los fenómenos de la vida, ya se trate de la vida espiritual, de la vida sexual, de la organización material de nuestro tiempo de trabajo o de descanso, nos estimulamos por medio de palabras. Las palabras se organizan en ideas, en pensamientos, y sobre la base de esos estímulos, creemos vivir tanto más intensamente cuanto mejor hayamos sabido, gracias a ellas, crear distancias entre la realidad (nosotros, tales como somos) y un ideal (la proyección de lo contrario de lo que somos). De esa manera le volvemos la espalda a la mutación.
Hay que morir para el tiempo, para los sistemas, para las palabras

S.- Recapitulemos. Mientras exista en la conciencia un conflicto, sea el que fuere, no hay mutación. Mientras domine nuestros pensamientos la autoridad de la Iglesia o del Estado, no hay mutación. Mientras nuestra experiencia personal se erija en autoridad interior, no hay mutación. Mientras la educación, el medio social, la tradición, la cultura, o sea nuestra civilización, con todas sus influencias, nos condicione, no hay mutación. Mientras haya adaptación, no hay mutación. Mientras haya evasión, de cualquier naturaleza que sea, no hay mutación. Mientras yo procure alcanzar altas virtudes de asceta, mientras yo crea en una revelación, mientras yo tenga un ideal cualquiera, no hay mutación. Mientras yo procure conocerme analizándome psicológicamente, no hay mutación. Mientras haya un esfuerzo en pos de una mutación, no hay mutación. Mientras haya una imagen, un símbolo, ideas, o solamente palabras, no hay mutación. ¿He dicho bastante? No. Puesto que, llegado a este punto, sólo puedo verme obligado a agregar: mientras haya pensamiento, no hay mutación.

K.- Exactamente.

S.- ¿Qué es, entonces, esa mutación de la que usted habla en todo momento?

K.- Es una explosión total en el interior de las capas inexploradas de la conciencia, una explosión en el germen, o si le parece mejor, en la raíz del condicionamiento, una destrucción de la continuidad.

S.- Pero la vida misma es condicionamiento. ¿Cómo es posible destruir la continuidad y no destruir la vida misma?

K.- ¿Quiere usted realmente saberlo?

S.- Si!

K.- Muera usted para la continuidad. Muera para el concepto total del tiempo: para el pasado, para el presente y para el futuro. Muera para los sistemas, muera para los símbolos, muera para las palabras, porque todo eso son factores de descomposición. Muera para el psiquismo, pues él es el que se inventa el tiempo psicológico. Ese tiempo carece totalmente de realidad.

S.- Entonces, ¿qué es lo que queda sino la desesperanza, la angustia, el miedo de una conciencia que ha perdido todo punto de apoyo y hasta la noción de su propia identidad?

K.- Si un hombre me formulase esta pregunta de esa manera, yo le respondería que él no ha hecho el viaje, que ha tenido miedo de pasar a la otra orilla.


Siempre juntos. Siempre Positivos
Marcelo dos Santos

11 de mayo de 2012

DECÁLOGO DE LA MADRE SEGÚN LA PSICOGENEALOGÍA.


1.-He parido un hijo que no es mío. Lo entrego al mundo.

2.-Este hijo no ha venido a cumplir mi proyecto, ni los proyectos de mi árbol genealógico, sino el suyo propio.

3.-No lo bautizo con ningún nombre ya presente en el árbol, ni con nombres que le impriman un destino.

4.-Se lo doy todo, lo crío con afecto, sin dejar de ser yo misma, sin adicción al sacrificio, sino con responsabilidad y desde la libertad.

5.-Le ofrezco herramientas que ayuden a construir el edificio de su propia vida, pero acepto que tome libremente las que el juzgue adecuadas y rechace las inadecuadas para él. Me doy cuenta que la mejor manera de enseñar a un hijo no es con mítines, ni con límites, sino con el ejemplo.

6.-Acepto que deje de llamarme “mamá” cuando él lo decida, para pasar a llamarme por mi propio nombre, porque así rompe lazos de dependencia y la relación entre ambos se equilibra.

7.-Le permito y facilito que tenga un espacio privado e íntimo en la casa que sienta como su propio territorio.

8.- En cuanto a la elección de sus amistades, de su carrera, de sus actividades de ocio, etc., le escucho, le doy mi parecer, pero no selecciono nada por él, ni le prohíbo ni lo obligo.

9.- Dejo que mi hijo cometa errores, que se caiga, que no sea perfecto. Comprendo que cada fracaso es un cambio de camino y con ellos se crece cada día; si lo protejo demasiado lo bonsaitizo, nunca será adulto.

10.-Jamás definiré a mi hijo (“es tranquilo”, “eres nervioso”, “es tímido”…), porque entiendo que los niños se forman su autoconcepto a partir de lo que sus padres dicen de él. Le transmito que dentro de él están todas las posibilidades del ser, lo es todo en potencia.

Alejandro Jodorowsky

FELIZ DÍA A TODAS LAS HERMOSAS MADRES EN COLOMBIA Y EN LOS PAÍSES QUE TAMBIÉN LO CELEBRAN EL SEGUNDO DOMINGO DE MAYO!

9 de mayo de 2012

LA PAREJA CÓSMICA


En el universo existen dos tipos de seres:
-Los Seres Andróginos
-Los Seres Complementarios

Hace 500.000 años fueron mandados al planeta una gran cantidad de seres complementarios con unas misiones muy específicas de ayuda a la humanidad.
Estos seres llegaron en pareja porque en El planeta Tierra es una de las formas principales de evolución, estas son las parejas cósmicas.

El Padre bombea desde su corazón, cada cierto tiempo, una Oleada de Vida compuesta por millones de Chispas Divinas, llamadas monadas. Todas estas chispas que surgen juntas son lo que se denominan Almas Afines. Estas Almas Afines serán personas con las que nos iremos encontrando en el camino de nuestra evolución y por las que sentiremos una gran afinidad.
Es posible que una de estas entidades decida dividirse en varias partículas para evolucionar en diferentes partes del Universo. Estas chispas desprendidas de una original es lo que se llama las Almas Gemelas.
Normalmente no se suelen encontrar sino es después de eones o ciclos muy largos, ya que cada una se va a un confín del Universo diferente, precisamente para adquirir mucha mas evolución y experiencia; no se encuentran hasta que es el momento del retomo y se integran otra vez para volver al centro del Universo de nuevo.

Lo más habitual que se puede encontrar un Ser en un planeta como este, es lo que se llama la Pareja Cósmica. En este caso, dos chispas son reclamadas por el Creador, independientemente de que sean almas gemelas o no, para efectuar una misión concreta. Bajan juntas y deben subir juntas cuando la misión haya concluido.

Estos dos Seres llegan al planeta Tierra y a través de sucesivas rencarnaciones se van encontrando en diferentes papeles, muchos de estos son en pareja porque normalmente las energías se complementan mejor de esta manera, pero no es requisito imprescindible. De hecho muchas veces se han ido encontrando en diferentes papeles: padre, madre, hermanos, amigos, enemigos, etc. Actualmente se suelen encontrar como pareja. Aunque se pueden dar algunos casos en que no sea así, no suele ser lo normal.

Hace varios cientos de miles de años hubo un cambio en la evolución en esta raza en el cual el Creador determino que viniesen a este planeta una serie de Instructores Cósmicos a apoyar la evolución de las Entidades Evolucionantes en el Planeta Tierra, entonces bajaron lo que en la Biblia llamaron los 144.000 o los elegidos, los Gutas’ de la Humanidad.

Estos Seres procedentes de diferentes Estrellas, son de elevada evolución, de otras dimensiones, y encarnaron para realizar este Servicio de elevación de la frecuencia planetaria, de la conciencia y la vibración. Esto es lo que se llama las 150.000 Parejas Cósmicas. Ahora termina el ciclo de estas parejas y las parejas tienen que volver a re-encontrarse para regresar al lugar de donde vinieron.
No todo el mundo que esta ahora encarnado tiene Pareja Cósmica, solo la tienen los Seres Descendentes. Los Seres Ascendentes tienen parejas, pero no las podríamos llamar Cósmicas, son Seres con los que se van encontrando y van ascendiendo juntos, pero no son como las otras en el sentido que el Creador las une para hacer un trabajo, como que ellos se van encontrando y por afinidad se van uniendo; ellos mismos van comprometiéndose a lo largo del camino y a medida que van llegando a dimensiones superiores se van convirtiendo en Pareja Cósmica.

Hay que dejar claro que para el Ser no es importante el saber si es ascendente o descendente, eso solo tiene importancia para el ego, para el Ser lo único importante es tener otro ser al que amar y con el que compartir la evolución.

* Como se sabe si tenemos Pareja Cósmica?

- Para empezar internamente se sabe que se tiene Pareja Cósmica y de alguna forma siempre late dentro de si esa inquietud y esa necesidad de encontrarla.

- Es un Guía de la Humanidad, un Instructor, un ser involucrado en la evolución de la humanidad, cada uno en un área determinada, sintiendo la necesidad de crear algo importante y de encontrar un Ser que lo acompañe
para cumplir juntos ese objetivo.

- Tiene conciencia de los momentos que estamos viviendo y si no tiene consciencia esta muy cercano a tenerla, y estos años mas que nunca va sentir la necesidad de crear algo nuevo para ayudar al desarrollo de la consciencia.

- Se siente desarraigado de este planeta y que no vibra con el resto de la humanidad.

- No acepta las relaciones humanas de la forma en que normalmente lo acepta la gente, si no que normalmente quiere vivirlas de otra manera diferente y esto a veces puede llevarle también a muchas frustraciones, porque busca una integración con su pareja de una forma que esta difiera de los códigos actuales.

Dentro de estas 150.000 parejas puede haber muchos cambios. Hay Seres que bajan con una pareja y luego ascienden con otra. En algunos casos puede que se tenga mas de una pareja, pero siempre que dentro del grupo principal no difiera de él; a veces algunas parejas cambian por otras ya que por afinidad no terminan de integrarse. Pero no es lo normal, lo normal es bajar con una pareja y volver con ella.

Awka Malen

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