Darío Lostado: «Si mañana llega la muerte, la recibiré con alegría»
--¿Qué somos?
--Inteligencia y amor puros. Yo he logrado pasar del yo personal al yo profundo, al ser que somos en esencia.
--¿Cómo ha llegado a él?
--Con el silencio. Meditando. Silenciando la mente. Al silenciar la mente, te quedas frente a ti mismo. Frente a ese ser que no tiene forma, ni espacio ni tiempo. Es el único ser real.
--¿Y la realidad que nos rodea?
--¡No existe físicamente ni según los físicos! Con nosotros pasa lo mismo: lo real de nosotros es lo que no se ve.
-¿Y el ser que creemos que somos?
--Tan solo es una idea que tenemos. Y las ideas se evaporan. La única realidad tuya no tiene nada que ver con lo material. Es algo extratemporal, extraespacial y extramaterial.
--Por tanto, no teme a la muerte.
--No la temo. No quiero morir, pero si mañana llega la muerte, la recibiré con alegría. De verdad. En contra de lo que sentía cuando tenía fe religiosa. El infierno me atemorizaba.
--Que ahora no existe.
--No hay nada fuera del ser absoluto. Y el ser absoluto es gozo.
--¿Es usted feliz?
--Totalmente, excepto en cuanto pierdo la conciencia de mí, de lo que realmente soy. Somos tontos o estúpidos al perder la conciencia.
--¿Cuándo cambió su vida?
--A los 48 años. Conocí a Antoni Blay Fontcuberta, mi maestro y amigo. Me dio la vuelta. Me dijo: «¿No te das cuenta de que tú enseñas a dominar la mente, pero lo que importa es dominar al dueño de la mente?»
--¿Y qué hizo?
--Le di vueltas, dejé de ganar mucho dinero, porque tenía muchos alumnos. Me dije: ‘Date los cursos a ti’.
--¿Qué es la alegría de ser uno?
--El gozo de sentir que tú eres mucho más de ese ser que crees ser. Yo no soy lo que creo ser, sino mucho más.
--Pero vivimos con tristeza y preocupación.
--Por ignorancia. Se trata de pasar del yo mental al yo profundo.
-¿Qué es el verdadero yo profundo?
--No se puede expresar en palabras. Solo lo podemos sentir. Sentir ese yo es lo que te da la felicidad. Solo puedo expresar lo que no soy: no soy ni mi cuerpo, ni mis pensamientos, ni mis emociones.
--¿Qué soy?
--Lo que queda. Lo que hace que tú vivas. Se llega ahí por libros que has leído y, sobre todo, meditando.
--Dice usted: «Sé tú mismo. No seas un conjunto de espejos que reflejan lo que los demás quieren de ti».
--Nos movemos demasiado por el juicio de los demás. Estamos hipnotizados por el condicionamiento social. No pensamos por nosotros mismos, sino por lo que la sociedad nos ha metido en la cabeza.
--¿Y usted?
--A mí me trataron de hereje, de apóstata, y de todo. Porque me di cuenta de que casi todo lo que me habían enseñado sobre Dios era falso. Porque Dios es el innombrable, de él no se puede decir nada; está fuera de nuestros parámetros, más allá del espacio y del tiempo. A Dios solo lo podemos sentir.
--¿Y cómo reaccionaba usted ante las críticas?
--No rebajándome al nivel del que las hacía. Las críticas solo son pensamientos de los demás. Yo no puedo estar pendiente de un pensamiento que tenga otro. Ni me defiendo.
--¿Somos libres?
--Tenemos libre albedrío, pero no somos libres.
--¿Por qué?
--Por los condicionamientos físicos, morales y religiosos. Y por nuestros hábitos y miedos. ¿De quién son los miedos? Del ego. Yo tenía miedo cuando vivía desde mi ego.
--¿Y el miedo a no tener dinero?
--Si no tengo el dinero, yo sé que me vendrá. Porque tengo fe verdadera en que hay unas fuerzas del universo que me darán lo que yo necesite. Llamémosle fe en la providencia.
--¿Le ha funcionado en la vida?
--Totalmente. Si le contara, quedaría usted patidifuso. Cuando yo me di cuenta de que cuando la gente ama al dinero se apega a él, y eso supone una esclavitud tremenda, me dije: ‘Se acabó. No quiero ganar más dinero’. Y pedí a la vida, al ser infinito: ‘No quiero tener más dinero, pero quiero que no me falte lo necesario para vivir dignamente’. Se me fueron todos mis ahorros, y me vino todo lo necesario para vivir. Y eso que mis conferencias son gratuitas.
--La ley de la atracción.
--No está mal. Es demasiado americana, pero tiene un fondo de verdad.
--¿Pide y se te dará?
--Ese fue un consejo que dio el maestro hace 2.000 años para los poco desarrollados. Dijo: «¿Por qué os preocupáis, si vuestro padre os dará lo que necesitáis? Confiad».
10 de octubre de 2009
ENTREVISTA EN EL PERIÓDICO DE CATALUÑA...GASPAR HERNÀNDEZ
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CONTINÚA LA FUNCIÓN !!!
Aunque parezca sorprendente, Maharaj es un magnífico actor. Sus facciones son versátiles y tiene ojos grandes y expresivos.
Cuando está narrando un incidente o discutiendo algún tema, sus rasgos responden de modo inmediato a sus palabras y acciones. Su hablar es fluido, claro y coherente, y al hablar emplea gestos con gran naturalidad. Por consiguiente, una cosa es escuchar una grabación de sus pláticas y otra muy distinta oír su voz vibrante acompañada de los ademanes adecuados. Es, en verdad, un gran actor.
Una mañana, se encontraba entre la audiencia un actor europeo famoso. Maharaj estaba explicando que la imagen que uno tiene de sí mismo es variable; que cambia de un momento a otro conforme varían las circunstancias. Pasó por toda la gama de etapas normales de la vida, describiendo la imagen que de nosotros mismos tenemos cuando niños, en la que nos alimentamos de nuestra madre sin necesitar nada más; después, como adolescentes, rebosando de salud y fuerza y con ambiciones de conquistar el mundo; después viene la etapa de enamoramiento a la que sigue un cansancio por ser el sostén de una familia y tener responsabilidades y, finalmente, la de vejez y enfermedad, con dificultad para abrir la boca e incluso para controlar las funciones corporales. "¿Cuál es el tú real? ¿Cuál de estas distintas imágenes?", preguntó Maharaj.
La narración de Maharaj estuvo llena de actitudes y efectos de sonido adecuados a las diversas etapas de la vida que iba describiendo. ¡Fue una verdadera dramatización! Nosotros lo escuchábamos con muda admiración, mientras el actor profesional se hallaba pasmado. "Nunca antes había visto una actuación tan brillante", dijo, aunque no entendió una palabra del tan elocuente lenguaje de Maharaj, estaba simplemente fascinado. En tanto el actor no cabía en su asombro, Maharaj, con un destello malicioso en los ojos, le dijo: "Soy un buen actor, ¿no?", y añadió: "¿De verdad entiendes lo que pretendo decir? Se que has apreciado esta breve actuación que he realizado, pero lo que has visto en este momento no es siquiera una parte infinitesimal de lo que soy capaz de hacer.
Todo el universo es mi escenario. No sólo actúo, sino que creo el escenario y los accesorios; escribo el guión y dirijo a los actores. Sí, soy un solo actor que representa los papeles de millones de personas; y, lo que es más, ¡esta función nunca termina! El guión se está escribiendo todo el tiempo, nuevos papeles se van concibiendo y nuevos escenarios se colocan para muy diversas situaciones. ¿No soy un actor, director y productor maravilloso?
"La verdad -añadió- es que cada uno de ustedes puede decir lo mismo sobre sí mismo. Pero lo verdaderamente irónico es que, una vez que sean capaces de sentir con profunda convicción que así es, el espectáculo terminará para ustedes. ¿Pueden percibir que cada uno de ustedes es quien representa el papel de todos los personajes de este mundo, o se limitarán al restringido papel individual que se han asignado, viviendo y muriendo en ese papel insignificante?"
Ramesh Balsekar
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