30 de enero de 2015

APRENDIENDO

Alguien me dijo que un río se hace poco a poco.
Gota a gota,
agua más agua en manojos,
en ramos pequeños de rocío.
Abriéndose camino
entre las caderas de la tierra
hasta el vientre del mar.
Alguien me dijo que lo humano nunca llega a ser humano,
que somos un disfraz de minutos
abrochado lentamente
al quehacer de cada día.
Que buscamos el amor
como definición suprema.
Pero que el amor es una etiqueta elegante
que envuelve la ignorancia de lo que somos.
Cuando decimos amor
hay un fondo de sangre erecta
y una vagina disconforme con su soledad.
Que somos una colección de neuronas
con estímulos eléctricos, químicos.
Enchufes somos
manejados desde una central
no sé dónde radicada.
Sinapsis, dicen, cuando se rozan tu piel y mi piel,
tus labios y mis labios,
mi sexo con tu sexo.
Yo desprecio la ciencia
cuando estoy frente a ti,
cuando tengo tu cuerpo cubriendo mi cuerpo
cuando se llena tu boca
de la locura más hermosa
y tomo conciencia
de que bebo el zumo  sabroso
del manantial  limpio de tu vida.
Prohibido a la ciencia que se acerque
a tu piel y mi piel para explicarme
la composición de las células enamoradas.
Que nadie me despierte de este sueño,
con la luna latiendo entre las sábanas
y una noche dormida en nuestra almohada.

Rafael Fernando Navarro



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