Ya he dicho que el alma no vale más que el cuerpo.
Y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma. 
Que aquél que camina sin amor una legua 
camina amortajado a su propio funeral.
Que tú o yo, sin tener un centavo, 
podemos adquirir lo mejor de este mundo.
Que el mirar de unos ojos o el guisante en su vaina 
confunden el saber que los tiempos alcanzan.
Que el objeto más frágil puede servir de eje a todo el
universo.
Y digo a la humanidad: No te inquietes por Dios, 
porque yo que todo lo interrogo, no dirijo mis
preguntas a Dios.
Escucho y veo a Dios en cada cosa, pero no lo
comprendo. 
"¿Por qué he de desear ver a Dios mejor de lo que
ahora lo veo? 
Veo a Dios en cada hora del día, y cada minuto que
contiene esa hora.
En los rostros de hombres y mujeres, en mi rostro que
refleja el espejo, veo a Dios. Encuentro cartas de Dios por las calles y todas
ellas firmadas con su nombre, y las dejo en su sitio, porque sé que donde vaya 
llegarán otras cartas con igual prontitud.
Walt Whitman

 
 
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