20 de febrero de 2015

YO TENGO LA RAZÓN.

Esgrimiendo la frase “yo tengo la razón”: Los matrimonios se separan, los amigos se pierden, los padres y los hijos se alejan, los pueblos van a la guerra, las discusiones se agrían y se extienden, los diálogos se destruyen, los hombres se matan.
Pero ¿quién tiene la razón?
La razón es una virtud que la posee quien cree no tenerla. Porque si cree lo contrario, ya no la tiene. Porque nadie tiene toda la razón. Todos tienen algo de la razón (con tal que se hable medianamente razonablemente).
En las discusiones nadie tiene toda la razón en exclusividad. Porque nadie conoce la verdad completa bajo todos los aspectos, de todas las cosas. O mejor de ninguna cosa. Sólo Uno, el que conoce todo y es La Verdad tiene Toda la Razón. Y justamente el que tiene toda la razón nos permite a los demás, tener nuestra pequeña y parcial razón. Lo importante es respetar la parte de razón que tiene el otro. Sin reticencias. Con sinceridad. Hay que reconocer que el otro puede ver aspectos que yo no vea. Porque las cosas y los problemas tienen diversos ángulos y yo desde mi perspectiva no puedo ver todos esos ángulos. Nadie tiene toda la razón. Más o menos. Pero algo.
El que concede y comprende la razón que tiene el otro está aumentando su grado de razón, el que se cierra en su única razón empequeñece su razón. Se limita. Tiene menos razón. A la hora de dialogar es necesario usar del diálogo comprensivo.
El diálogo comprensivo es el de aquellos que tratan de comprender la posición contraria, no desde su propia perspectiva sino desde la del contrario. Las cosas desde la perspectiva del otro, se verán de distinta manera. Y se verá otro ángulo que no se veía. Los fanáticos de alguna ideología determinada sólo ven una perspectiva sin querer ver otra distinta. Cuanto más fanáticos son, más se obcecan en su propia postura y menos quieren hablar de otro distinta... Los fanáticos se empequeñecen más cuanto mayor es su fanatismo. Más se ciegan. Menos razón tienen. Los fanatismos pueden ser políticos, científicos, artísticos, deportivos, filosóficos, religiosos, nacionalistas, racistas, sociales... personales. Los fanatismos son una clase de ceguera del espíritu. Y la única manera de crecer como persona y vivir más intensamente es crecer en amplitud de conciencia y comprensión del mundo.
La gente disfruta de vivir con etiquetas, y en muchos casos las defienden con posturas ciegamente fanáticas. Parece que el fanatismo es una de las maneras de pregonar la inseguridad con que viven tales personas. Necesitan mantener sus posturas con terquedad y cerrazón a las posturas de los demás porque interiormente saben la poca consistencia que tienen sus ideas. Se convierten en pequeños o grandes ciegos. En pequeños o grandes sin razón. Como el filósofo antiguo, sé amigo de Catón, pero más amigo de la Verdad. La razón de la inmensa, infinita verdad la tendrás, la irás teniendo en la medida que reconozcas que no tienes, toda la razón.

Darío Lostado

Fuente: www.alegriadesertumismo.blogspot.com

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