Mi
querida niña:
Durante
un largo tiempo he querido escribirte en la noche, después de una de esas
salidas con amigos que pronto describiré en “Una derrota”, del tipo de
cuando el mundo es nuestro. Quería compartirte mi alegría de conquistador y
acostarme a tus pies, como hicieron en la Era del Rey Sol. Y luego, cansado por
todo el griterío, irme a la cama.
Hoy
lo hago para sentir el placer que aún no conoces, de cambiar abruptamente la
amistad por amor, de fuerza a cariño. Hoy te amo de una manera que no has
conocido en mí: ni estoy cansado de los viajes ni estoy envuelto en deseo por
tu presencia. Estoy dominando mi amor por ti y tornándolo hacia adentro en un
elemento constitutivo de mi ser. Esto sucede mucho más seguido de lo que lo
admito ante ti, pero rara vez cuando te escribo. Intenta entenderme: te
amo mientras pongo atención a las cosas externas. En Toulouse te amé
deliberadamente. Hoy te amo en una tarde de verano. Te amo con la ventana
abierta. Eres mía, y las cosas son mías, y mi amor cambia las cosas a mi alrededor
y las cosas cambian mi amor.
Mi
querida niña, como te dije, lo que te hace falta es amistad. Pero ahora es el
momento para un consejo más práctico. ¿Podrías encontrar a una amiga? ¿Cómo es
que Toulouse no tiene ninguna mujer inteligente y digna de ti? Pero no tendrías
que amarla. Aunque tú siempre estás lista para dar amor, es lo que se obtiene
más fácilmente de ti. No hablo de tu amor por mí, el cual va mucho más allá de
eso, sino que eres dadivosa con pequeños amores secundarios, como aquella noche
en Thiviers donde amaste a aquel peatón que caminaba cuesta abajo en la
oscuridad, quien resultó ser yo. Conoce el sentimiento, libre de cariño, que
surge de ser dos. Es difícil porque toda amistad, incluso la de dos hombres de
temple fuerte, tiene sus momentos de amor. Tengo que consolar a mi amigo en
duelo para amarlo; es un sentimiento fácilmente debilitado y distorsionado.
Pero tú eres capaz de él y debes experimentarlo. Pese a tu misantropía ¿has
imaginado qué bella aventura sería buscar en Toulouse a una mujer digna de tu
amistad y de quien te podrías enamorar? No te preocupes por el lado físico o
social de la situación y busca honestamente. Si no encuentras a nadie hazte
amiga de Henri Pons, a quien ya casi no quieres.
Te
amo con todo mi corazón.
Escrita
por el filósofo francés en 1929.
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