Por
Michael James
¿Cuál es la única cosa que desean todos los
seres? ¿No es la felicidad? En el análisis final, ¿no son todos nuestros deseos
solo distintas formas de nuestro único deseo fundamental de ser felices? ¿No es
nuestro deseo fundamental de felicidad, la esencia de cada forma de deseo que
podamos tener nunca?
Nuestro deseo de felicidad es la fuerza
impulsora detrás de todas las formas incontables de esfuerzo que estamos
haciendo siempre. Nosotros no hacemos nada -bien sea con la mente, el habla o
el cuerpo- que no esté impulsado por nuestro deseo fundamental de ser felices. Todas y cada una de nuestras acciones está
motivada por nuestro deseo de ser perfectamente felices.
¿Para quién deseamos felicidad? ¿No desea
cada uno de nosotros felicidad para nosotros mismos? Lo primero y más
importante, cada uno de nosotros queremos ser felices. Aunque también podamos
querer que otras gentes sean felices, queremos que sean felices debido a que
ver su felicidad nos hace sentir felices.
¿Por qué es nuestro deseo de nuestra propia
felicidad la causa fundamental y última de nuestro deseo de felicidad de otras
gentes? ¿Por qué deseamos su felicidad?, ante todo porque contribuye a nuestra
propia felicidad. ¿Por qué, en otras palabras, deseamos finalmente nuestra
propia felicidad más de lo que deseamos la felicidad de otros?
Ante todo nosotros estamos interesados en
nuestra propia felicidad debido a que nos
amamos a nosotros mismos más de lo que amamos a ninguna otra persona o cosa.
Amamos a otras gentes y cosas debido a que creemos que pueden contribuir a
nuestra propia felicidad. Amamos a cada uno de ellos solo hasta el punto en que
creemos que son capaces de hacernos felices, y si pensáramos que no contribuyen o no pueden contribuir de una manera
u otra a nuestra felicidad, no sentiríamos ningún amor particular por ellos.
Nuestro
amor más grande es solo por nosotros mismos, y es por nuestro propio bien que
amamos a otras personas y cosas. Amamos a nuestra familia, nuestros amigos y
nuestras posesiones debido a que sentimos que son nuestros, y debido a que
amarlos nos hace sentir felices. Nuestro amor por nuestra propia felicidad es
inseparable de nuestro amor por nuestro propio sí mismo.
Amamos y deseamos todo lo que nos hace
felices, y aborrecemos y tenemos miedo de todo lo que nos hace infelices. Todas
nuestras preferencias y aversiones, todos nuestros deseos y miedos, están
arraigados en nuestro amor por nuestra propia felicidad, que a su vez está arraigado
en nuestro amor por nuestro propio sí mismo.
De hecho, nosotros somos la única fuente
verdadera de toda nuestra felicidad, debido a que cualquiera que sea la
felicidad que parezcamos obtener de otras gentes o cosas, surge solo de dentro
de nosotros. Puesto que toda nuestra felicidad finalmente viene solo de dentro
de nosotros, ¿no está claro que la felicidad es algo inherente en nosotros? De
hecho, la felicidad es nuestra propia naturaleza verdadera y esencial. Por lo
tanto, la razón por la que nosotros amamos nuestro sí mismo más que a cualquier
otra persona o cosa, es simplemente que nosotros mismos somos felicidad -la
plenitud de felicidad perfecta, y la única fuente final de todas las diversas
formas de felicidad que obtenemos aparentemente de otras gentes y cosas.
Nuestro amor por nuestro propio sí mismo y
por nuestra propia felicidad no es malo. Es perfectamente natural, y por lo
tanto inevitable. Deviene malo solo cuando, debido a nuestra falta de
comprensión correcta sobre dónde está la verdadera felicidad, nos impele a
realizar acciones que causan daño a otras gentes. Por lo tanto, para evitar
hacer daño a alguien -para evitar hacer a algún otro infeliz- es esencial que
comprendamos qué es la verdadera felicidad y dónde está nuestra verdadera
felicidad.
Para comprender esto, primero debemos
comprender más sobre nosotros mismos. Puesto que el amor y la felicidad son
sentimientos subjetivos que son experimentados por nosotros, no podemos
comprender la naturaleza verdadera de ninguno de ellos sin comprender primero
la naturaleza verdadera de nosotros mismos. Solo si comprendemos nuestra propia
naturaleza verdadera seremos capaces de comprender cómo surge dentro de
nosotros el deseo de felicidad, y por qué amamos nuestro propio sí mismo y
nuestra propia felicidad sobre todas las otras cosas.
La cara opuesta de nuestro deseo de ser
felices es nuestro deseo de estar libres de dolor, sufrimiento, miseria o
cualquier otra forma de infelicidad. Lo que todos nosotros deseamos es ser
perfectamente felices, libres de la más mínima forma de infelicidad. De hecho,
lo que llamamos felicidad es solo el estado en el que estamos libres de
infelicidad.
Nuestro
estado natural es ser felices. Nuestro deseo de felicidad es nuestro deseo de
nuestro estado natural. Consciente o inconscientemente, todos estamos buscando
lo que es natural para nosotros.
Nosotros no podemos sentirnos completamente
cómodos o felices con algo que no es verdaderamente natural a nosotros. Por eso
es por lo que nunca nos sentimos totalmente felices, a pesar de todos los
placeres materiales, mentales y emocionales que podamos estar gozando. Todos
esos placeres vienen y se van, y, por consiguiente, no son naturales a
nosotros.
Todo
lo que es verdaderamente natural a nosotros -todo lo que es inherente a nuestra
naturaleza esencial -debe estar con nosotros siempre.
Marcelo
Dos Santos
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