¿Qué es un límite?
Una
de las muchas definiciones posibles es que se trata de una línea o un borde que
nos separa de los demás seres humanos. Un ejemplo claro de límite es la piel,
que recubre y contiene todo ser físico. Podemos observar que la integridad
puede perderse a partir de una lesión o por la acción de organismos invasores,
si dicha brecha es extensa o el organismo invasor es fuertemente hostil, el
invadido puede llegar a perder la vida.
Al
igual que existen los límites físicos, también están los límites
emocionales. Todos tenemos una frontera, que nos separa del resto del
mundo y que contiene dentro de sus límites a nuestro propio ser, eso que
somos y que nos distingue de los demás.
Los
límites sin duda ponen en orden nuestra vida. Nos permiten tener una idea
más clara de nosotros mismos y nos ayudan increíblemente a mejorar nuestras
relaciones con los demás. Saber reconocer y establecer límites nos permite
ubicar a los demás en su TRATO HACIA NOSOTROS.
Los
límites SANOS nos protegen de la agresión indiscriminada, la mezquindad y la
falta de consideración de los demás, todas situaciones a las que podemos vernos
enfrentados en el duro y largo trayecto de la Existencia.
Permitir
que alguien abuse de nosotros o nos hiera, aunque sólo sea verbalmente, no
implica que esa persona sea superior a nosotros. El único modo de lograr relaciones de respeto mutuo es establecer
LÍMITES CLAROS, que marquen hasta donde puede una persona penetrar en NUESTRO
TERRITORIO, y en qué punto esto pasa a ser una invasión.
RECUERDE: El mundo respetará nuestros límites si les
indicamos dónde están. Los
límites emocionales son menos evidentes que los físicos (la piel) pero no por
eso menos importantes. Al igual que pasa si nos herimos en la piel y no tomamos
las medidas adecuadas contraemos una infección, cuando nuestros límites
emocionales son agredidos, quedamos expuestos al sufrimiento espiritual.
Algunas
personas no dejan de intentar una y otra vez invadir nuestra soberanía, y es
nuestra obligación mantenerlas a distancia, en un ejercicio práctico de defensa
de nuestros intereses.
La
salud emocional está íntimamente relacionada con la salud de nuestros límites. Crecer en el seno de una familia
conflictiva dificulta el aprendizaje de estos valiosos instrumentos. Sin
embargo, a medida que nos convertimos en adultos, en seres independientes,
comenzamos a vernos como individuos separados de los demás y necesitamos
límites claros, que nos proporcionen el bienestar que todo ser humano requiere
para enfrentar los desafíos básicos de su existencia.
Los
límites emocionales pueden ser establecidos determinando CÓMO QUEREMOS QUE LOS DEMÁS NOS TRATEN. Al no poder influir sobre
las reacciones de los demás, deberemos TRABAJAR
SOBRE NUESTRA PROPIA CONDUCTA, alejándonos de aquellas situaciones que
consideramos lesivas para nuestra persona e instalándonos en las que nos
generan bienestar y respeto por nosotros mismos.
¿Cómo hacer, pues, para
reforzar los límites emocionales?
Aprendiendo
a ejercer nuestro derecho a decir "NO" sin sentirnos culpables y
a decir “SI” cuando el sí refleja lo que en realidad estamos sintiendo.
Comprenda que su piel y su cuerpo le pertenecen y que solamente usted puede
determinar cómo tratarlos. Siéntase libre de decidir sobre sí de acuerdo con lo
que piensa y siente. Habrá hecho sin duda la mejor elección.
¿Qué es lo que destruye
los límites emocionales?
Pretender
manejar posturas que no nos pertenecen, o cuando callamos en vez de expresar
libremente nuestras opiniones para “MANTENER EL BUEN CLIMA DE LA RELACIÓN” o para que los demás “NO SE MOLESTEN”,
estamos ocultando nuestros límites ante nosotros mismos y ante los demás.
Sufrir
el desprecio, la burla, el ridículo, el desdén y el menosprecio por nuestros
sentimientos, sumado a la necesidad de reprimir lo que queremos comunicar, por
temor a la arbitrariedad y a los juicios severos y devaluatorios de nuestra
persona. Fingir constantemente lo que no somos, expresar
opiniones contrarias a las que en realidad sustentamos, simulando ante
determinadas circunstancias que somos alguien diferente, perdiendo contacto con
nuestro ser real, hasta terminar ignorando lo que realmente deseamos y
necesitamos. Sonreír a afirmaciones que nos parecen ofensivas.
Solo
hay una única ocasión en que estas actitudes se justifican y es cuando nuestra
supervivencia está amenazada en algún sentido. Ante una violación de límites,
que tiene lugar cuando alguien, inconscientemente o deliberadamente (por malicia o por ignorancia SIGUE SIENDO
una violación) atraviesa las fronteras emocionales o físicas de otra
persona, nos encontramos en una situación que nos causa mucho daño.
Aún en las circunstancias
más adversas, siempre estamos a tiempo de establecer límites que nos permitan
no solamente sobrevivir sino también vivir de acuerdo con nuestros principios y
valores.
Aprender a establecer
límites sanos y claros nos ayudará a mejorar la calidad de nuestra vida.
El secreto para lograr el equilibrio que tanto buscamos es lograr construir
barreras precisas.
Walter Dresel (Libro “Toma un café contigo mismo”)
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