Hay ríos
metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando
alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el
impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco,
los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita
a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que
ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es su orden
misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las
verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en
prejuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo.
Yo, condenado a ser
absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, déjame
entrar, déjame ver algún día como ven tus ojos.
Julio Cortázar
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