“Para llegar a uno mismo,
al Ser esencial, primero que nada debemos domar a esa ilusión tatuada en
nuestra mente por la familia, la sociedad y la cultura, que llamamos Ego.
Ilusión con la que nos identificamos y que nos retiene en una especie de cárcel
mental. Se logra esto, observando objetivamente hasta donde nos es posible, la
cotidiana conducta de ese personaje que nos posee. He aquí una lista, no
exhaustiva, de los defectos de carácter que debemos vencer para llegar a actuar
como un ser de un alto nivel de conciencia. Quien añade conciencia, añade
felicidad a su vida.
El Ego se alaba sin cesar. El Ego se maltrata, pero en el fondo quiere que le digan que sus defectos no
son tan graves o que lo admiren por su franqueza y “humildad”.El Ego habla sin
entender lo que está diciendo porque, en verdad, no puede conocer nada pues
gira alrededor de sí mismo, el Ego proyecta su imagen en todo el mundo. Si
tiene miedo, el mundo es feo. Si está eufórico, el mundo es bello. Si tiene
deseos perversos, ve pervertidos en todas partes. El Ego cree que él es lo que
piensa, siente, hace. Si critican algo de él, se ofende. El Ego no ve
diferencia entre lo que tiene y lo que es él. Los objetos son su continuación.
Es capaz de matar si le dañan, por ejemplo, su automóvil. El Ego goza de su
propia violencia, como también goza de su insatisfacción e incultura. Como el
tiempo es su enemigo porque lo acerca a la muerte, el Ego se preocupa de la
edad, es decir, de sus cambios físicos. Cambios que oculta con tatuajes,
piercings, adornos. El Ego siempre enjuicia a los demás poniéndose él como
medida: son mejores, peores o iguales a él. El Ego tiene buenas razones para
justificar sus errores: son culpa de las circunstancias o de los otros. El Ego
discute para demostrarse a sí mismo que es más inteligente que los otros. Su
táctica es decir “¡No!”. El Ego es codicioso: no ama sino que desea poseer. El
Ego dice que le suceden cosas “extraordinarias”: ha visto un platillo volador,
ha tenido una visión, conoce a un personaje famoso, etc. Lo que le “sucede” lo
cuenta para ponerse en valor y sentirse superior a los que lo escuchan. Cuando
alguien muere, el Ego se alegra porque no es él quien expiró. El Ego oculta un
mordisco detrás de cada alabanza que concede. Al Ego le gusta agradar y se coloca
máscaras de diferentes personalidades para caer bien. Se hace el honesto o el
fuerte o el delicado o el niño, según con quien está. El Ego se preocupa por
dejar sus huellas en algún lado: firma paredes, pone sus fotografías en marcos,
funda escuelas, lucha por obtener medallas y premios, etc… Al Ego le gusta
mandar a otros y goza apoderándose de voluntades ajenas. Sufre cuando otro lo
manda. Detesta a cualquier clase de maestro. Al Ego le gusta vivir junto a los
que tienen poder o fama y es servil con ellos por envidia. El Ego no sabe
escuchar: supone lo que le van a decir y reacciona según sus suposiciones sin
dejar hablar al otro. El Ego es un vampiro de energía: cuando visita a alguien
es capaz de hablarle de sí mismo durante horas sin preguntarle ni siquiera si
está bien de salud.
La auto-observación de
nuestro Ego debe ser constante: es la básica y esencial primera lucha para
acceder a planos de conciencia más elevados.
¿POR QUÉ EL EGO TEME
CAMBIAR?
Para responder a esta
pregunta debo contar una pequeña historia:
“Un cazador, que buscaba la pista de un león, preguntó a un leñador si había visto huellas del felino. Este le respondió: “Conozco el sitio donde se cobija. ¡Voy a mostrarte al león mismo!” El cazador se puso blanco y, entre castañeteos de dientes, confesó: “Sólo busco la pista y no al león”.
“Un cazador, que buscaba la pista de un león, preguntó a un leñador si había visto huellas del felino. Este le respondió: “Conozco el sitio donde se cobija. ¡Voy a mostrarte al león mismo!” El cazador se puso blanco y, entre castañeteos de dientes, confesó: “Sólo busco la pista y no al león”.
Esta historia puede ser
aplicada a aquellos que buscan el Conocimiento. Para aprender se necesita,
primero, saber que se puede aprender; segundo, ser maestro de sí mismo para
poder aprender; y tercero, estar dispuesto a aceptar el cambio que provocará el
Conocimiento. Gran parte de la falta de aprendizaje es la creencia de que no se
tienen capacidades para aprender. Luego, la pereza de creer que todo se
recibirá de un Maestro. Y por fin, el miedo al cambio que hace que el discípulo
luche contra aquello mismo que quiere aprender.
¿Por qué el cambio
aterroriza? Nuestro Ser esencial es ilimitado y participa de la eternidad
universal. Nuestro limitado Ego, con angustia quiere perdurar, quedándose
dentro de sus límites para siempre, igual a sí mismo. Mas, para ser inmortal,
tiene que conocer y eso lo llena de terror, pues si le dice a su Esencia:
“Tengo miedo de morir, ¿qué debo hacer para impedirlo?” Ella le contestará: “Si
quieres alcanzar la eternidad, debes primero morir. Sólo cambiando
radicalmente, eliminando tus amarras al pasado, abandonando los intereses que
te atan a lo que posees, perdiendo tu “personalidad”, tu nombre, tu rostro, tus
ideas, muriendo en vida para otra vez nacer, es decir mutando, podrás salvarte.
Así como el cazador sigue
las huellas pero rehúye enfrentarse al león, el Ego teme enfrentarse al
Conocimiento. Para perdurar, debe dejar de ser tal cual es. Para cazar al león
debe dejar que este se lo coma. El Ego debe disolverse en el Ser esencial. La
bestia duerme en su caverna. Él tiene que entrar en la oscuridad y despertarla. "Cuando el león se despierta, el cazador se esfuma.”
Alejandro Jodorowsky
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