Las
enseñanzas de Sri Ramana no se daban en general. De hecho, el Sabio no solía
dictar «conferencias» ni pronunciar «discursos». Sus palabras se dirigían
principalmente al aspirante particular que sentía alguna dificultad en su senda
espiritual y buscaba resolverla. Pero, como en la búsqueda del Sí mismo surgen
las mismas dificultades y el método de resolverlas es el mismo, las respuestas
del Maharshi a las preguntas tienen la cualidad de la universalidad.
Sin
embargo, no todo consiste en poder formular las preguntas correctas ni en
estructurarlas adecuadamente. Por consiguiente, las «Conversaciones» del Gurú no
consisten simplemente en responder a la pregunta, como si se tratara de un
examen por escrito. A menudo, el Gurú se mantiene detrás de las palabras que
constituyen la pregunta y corrige a quien la formula incluso en el propio
interrogante que se plantea. Y, cuando las preguntas que se le formulan son
irrelevantes o fútiles, no es al Gurú a quien le concierne satisfacer la
curiosidad ociosa de quien le interroga ni confirmarle en sus engaños. Sri
Ramana no deja a su interlocutor en el lugar donde estaba. Como lo expresara
uno de los devotos: «Todas nuestras preguntas son desde nuestro punto de vista,
y las respuestas de Sri Bhagaván son desde su punto de vista. Las preguntas no
sólo son respondidas, sino también socavadas».
Con
frecuencia, quienes visitaban el Asramam solían preguntar a Sri Ramana sobre
poderes ocultos y fenómenos psíquicos. ¿No es bueno adquirir poderes ocultos,
tales como la telepatía? ¿No es el poder de hacer invisible el propio cuerpo de
uno una señal de sabiduría madura? ¿Puede uno leer las mentes de los demás? La
respuesta del Maestro a tales preguntas era que lo oculto y lo milagroso no son
lo espiritual. Los poderes supranormales son más bien obstáculos que ayudas en
el camino hacia el Espíritu Supremo. A algunos interlocutores les interesaban
los temas relativos a los muertos: ¿Qué les ocurre a los muertos? ¿Puede uno
verlos? Aquí, nuevamente, Sri Ramana enseñaba que estos problemas eran
irrelevantes y que ningún buscador de la Verdad debía interesarse por ellos. Una señora
aristocrática y distinguida que le visitó una vez le preguntó: «Maharaji,
¿podemos ver a los muertos?» El Maestro respondió: «Sí». La señora le volvió a
preguntar: «¿Pueden los yogis mostrárnoslos?» El Maestro respondió: «Sí,
pueden. Pero no me pida que se los muestre, porque yo no puedo». La señora
preguntó otra vez: «¿Los ve usted?» Y el Maestro respondió: «Sí, en sueños».
La
enseñanza central de Sri Ramana es: la indagación del Sí mismo (o
autoindagación). En vez de querer saber esto y aquello, uno debe buscar conocer
al Sí mismo. Uno ha de preguntar: «¿Quién soy yo?» en vez de preguntar sobre
cientos de otras cosas. La indagación del Sí mismo debería ser la más fácil de
todas las tareas. Pero parece ser la más difícil porque hemos devenido extraños
para nuestro Sí mismo. Lo que uno tiene que hacer es simple: permanecer como el
Sí mismo. Ésta es la Verdad
última.
Éste es el estado
inherente, natural y eterno de uno. Debido a la ignorancia, nosotros nos
identificamos con el no-sí mismo. La más sutil de todas estas identificaciones
es con el ego. Busquemos la raíz del ego. ¿De dónde surge este seudo-Sí mismo?
Al final de esta búsqueda encontraremos que el ego desaparece dejando que el Sí
mismo eterno brille. Así pues, la mejor disciplina es la indagación: «¿Quién
soy yo?»
Siempre juntos.
Siempre
Positivos
Marcelo dos Santos
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