¿Cómo podemos saber que estamos ante un verdadero Maestro?
Un verdadero maestro debe cumplir dos condiciones:
1) haber comprendido su auténtico ser y
2) poder llevar a otros hasta la puerta de la Gran Realización.
Son condiciones tan generales que podemos entender que haya distintos niveles de maestros, desde el modesto instructor, hasta el ser autorrealizado.
Pero cuando hablamos de un auténtico maestro o guru generalmente nos referimos al ser autorrealizado que con su sola presencia puede despertar en el discípulo su energía interna. Los textos clásicos de hatha yoga ensalzan la figura del guru y llegan a afirmar que sin su mediación, la realización final puede ser una empresa imposible.
Según algunos textos la palabra guru se compone de las sílabas "gu" (oscuridad) y "ru" (el destructor de eso). Por tanto, al guru se le considera capaz de destruir la oscuridad que oculta la luz del conocimiento supremo. En la práctica llegan a ser imprescindibles para guiar al discípulo en las etapas más avanzadas y en los caminos más esotéricos (Tantra, ciertas vías del Budismo Mahayana, etc.).
Los auténticos Gurús son muy escasos y, generalmente, huyen de la fama. Lo más importante es saber discriminar entre el auténtico guru y el falso (éste, por desgracia, sí que es abundante y, en muchos casos, famoso). Los Gurús falsos suelen reclamar obediencia ciega (incluyendo favores o “prácticas” sexuales) y servicio constante y gratuito; incluso llegan a poner precio a sus "iniciaciones".
Por otro lado, también se afirma que el auténtico maestro no es nada más que nuestro ser interior o Sadgurú (el cual es idéntico al ser interior de otra persona). Por eso, en el yogui se encuentra la opción de buscar al maestro dentro de sí mismo o en el exterior.
¿Qué proceso fiable de discriminación puede llevarnos a percibir la autenticidad de la maestría?
No se puede aplicar el método científico para analizar la validez de un maestro. Hay que tomar contacto directo con él y "sentir" su autenticidad. La relación entre un maestro y su discípulo es como el enamoramiento: ciega, irracional y total. Además, igual que en el amor, un discípulo puede "sintonizar" con un maestro determinado y otro discípulo no sentir dicha conexión en absoluto.
Si la relación del discípulo con el maestro se basa en esa conexión intuitiva que está más allá de lo meramente racional, es decir, el discípulo puede "percibir" la presencia de su maestro incluso más allá de la presencia corporal, en etapas avanzadas de la enseñanza, como una presencia a la distancia.
El discípulo reconoce a su maestro. Un maestro reconoce a cualquier otro maestro.
Es así de sencillo: cuando realmente estés ante tu maestro, las dudas se disiparán sin que tu intervengas. Es un convencimiento interior que supera todos los razonamientos pero que no los contradice. No se trata de "apostar" a ciegas por un maestro. Cuando apuestas por algo, no sabes, no tienes certidumbre. Tú quieres señales o pruebas que puedan servir para certificar la autenticidad del maestro, pero es que no puede haberlas. Es algo que supera la razón.
Sin embargo, Hariharananda nos proporciona algunas pistas cuando afirma que la auténtica fe hacia el maestro es un sentimiento que provoca sensación de tranquilidad acompañado de profunda reverencia; además, tal sentimiento genera una tendencia a descubrir más y mejores aspectos aún ocultos del guru que desemboca finalmente en un sentimiento de amor hacia el mismo.
Practica:
El verdadero maestro es aquel que:
a) Se diferencia de los demás por su nivel de conciencia (nivel de auto revelación, de auto descubrimiento.
b) Conoce las verdades esenciales, no las que los humanos han escrito, creado o contado.
Las verdades esenciales surgen a raíz del conocimiento trascendente, el cual es intransferible por los medios habituales que nos proporciona la lógica: habla o escritura. No es un conocimiento indirecto o sea lo que puede estudiarse del Sí mismo, sino la experiencia directa del Si mismo. El conocimiento trascendente no viene desde la mente si no del aquietamiento y silencio de la misma.
c) Ha tenido la voluntad de dominarse, dirigirse y controlarse totalmente a sí mismo, y lo ha conseguido.
Es decir, en la profundidad y permanencia de la práctica con objeto de llegar hasta el final. En él la práctica debe ser de tal calibre que le haya permitido llegar hasta las puertas de la Realidad.
d) Lo anterior sólo debe servirle para manifestar todas las cualidades y virtudes del amor desinteresado.
En Amor y sabiduría, liberado totalmente de egoísmo, deseo y miedo.
Siempre juntos. Siempre Positivos
Marcelo dos Santos
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