Las identificaciones son el producto de la mente. La función de la mente es producir formas y agrupaciones, correspondencias, atribuciones, entre supuestas entidades que no son nada sino conceptos, imágenes (bhâva). Identificado por su mente y con su mente, el jîva (el individuo ‘vivo’) padece, sufre identidades que son limitaciones, alienaciones.
Encantado, atormentado por el espectro de la humanidad, de la deidad, de la consciencia, mirando como el esclavo de Platón las sombras sobre la pared de su cueva, encerrado en el hospital de locos de la consciencia, es víctima de la historia que se cuenta en su mente, su diálogo interior. Como un león educado por vacas, que cree ser él mismo una vaca, pasa una vida de sufrimiento, al no ser lo que realmente es (tattvata). Toda condición es ilusoria, debido a Mâyâ, toda identificación es avidyâ, ignorancia, el origen del sufrimiento sin origen.
La irrealidad es mâyâ, los conceptos. El universo, la indefinidad de las cosas, la sociedad humana, todo el conocimiento humano, no es nada, sino conceptos virtuales; el espacio ‘infinito’, el tiempo ‘sin final’, etc., están solamente en la mente. La realidad, tat (Brahman, Âtman) es la cesación de la conceptualización, de la identificación con lo limitado.
Bernard Dubant "Âtman es el protagonista y el secreto (rahasya) del Advaita Vedânta"
Lecturas Advaita
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