No
tengo mapa. Existen años donde la claridad está a la vuelta de la esquina, y
otros donde una especie de neblina contínua te acecha los ojos sin dejarte un
atisbo de los que está por venir. Por lo general son años llenos de sueños y
cambios, pero son años confusos. Hoy entre una tarde de mucho sueño, mucho
cansancio y un par de emociones lo vi. No tengo mapa. Me asusto y me da
la tranquilidad de que me estoy reconstruyendo. Una parte mía se va, y a los
porrazos y con un nudo en la garganta va llegando la nueva. Redefinirse en el
fondo es eso. Casi como en un big bang emocional, el orden comienza a aparecer
posterior al caos, y aunque el vacío aprisiona el pecho porque nos da miedo, es
la oportunidad de empezar a construir algo nuevo. Hoy pasan las cosas y yo no sé
cómo actuar, no tengo ni puta idea; pero no pongo resistencia. Resistir es
repetir. Una y otra vez las cosas que creímos nos daban resultado llegan como
un Superman del auto boicot para salirse de órbita y no correr riesgos.
Aceptar, entender y elegir un nuevo camino es transformar. Después de todo no
está tan mal no tener mapa. Ahora puedo dibujarlo yo.
Que el mapa del corazón se mueva tanto, tanto que puedas definirte una y otra vez sin miedo, hasta que sin darte cuenta llegue el verdadero camino a casa. Ese que salteabas una y otra vez sin darte cuenta.
¡Feliz luna creciente! Cuando crece algo allá arriba, crece algo acá abajo.
Que el mapa del corazón se mueva tanto, tanto que puedas definirte una y otra vez sin miedo, hasta que sin darte cuenta llegue el verdadero camino a casa. Ese que salteabas una y otra vez sin darte cuenta.
¡Feliz luna creciente! Cuando crece algo allá arriba, crece algo acá abajo.
Soledad Voulgaris
Fuente: Facebook