26 de mayo de 2013

ACERCA DEL JUICIO Y DE JUZGAR LOS JUICIOS.

No podemos conocer la experiencia de nadie más. Nunca. Aquello que creemos o sentimos o "sabemos" que el otro está experimentando es nuestra propia suposición, nuestra propia opinión, nada más —nuestro propio sueño acerca de su sueño, un sueño dentro de otro sueño. Un sueño recurrente. Podemos ser testigos de su comportamiento, podemos ver cómo habla y actúa, podemos "leer" su lenguaje corporal, podemos escuchar sus historias, podemos sacar conclusiones inteligentes y tener reacciones viscerales; pero definitivamente debemos tener la humildad de admitir que jamás podremos saber por aquello que está pasando, lo que está sintiendo, y siempre nos terminaremos quedando sólo con nuestra propia experiencia, con nuestra propia intuición y suposición, con nuestro propio sueño acerca de su sueño, con nuestro propio criterio y juicio. No podemos conocer la experiencia de los demás. Nadie tiene autoridad sobre la experiencia de nadie, y cuando nos despertemos de este espejismo, podremos entrar en comunión con los demás tal y como están en ese momento, no como los estamos juzgando o como deseamos que estén. Se trata de "mantenerse al margen de cualquier conclusión" y descansar profundamente en la intimidad de nuestra propia experiencia.

En realidad nunca podemos juzgar a los demás, nunca podemos asegurar realmente que alguien está "iluminado" o no, o hacer el juicio de "qué tan lejos" ha llegado dentro de su propia evolución, o decir "qué tan libre está del sufrimiento", o "qué tan claramente" percibe las cosas, ya que este sería nuestro propio sueño, nuestra propia opinión, nuestros propios "asuntos" inconscientes proyectados. Qué tan rápido sacamos conclusiones acerca de los "demás", y después nos aferramos a esas conclusiones como si fueran La Verdad. A la mente le fascina comparar, juzgar "qué tan despierto" está alguien en comparación a algo llamado "yo", proclamarse iluminado y ver a los demás como menos iluminados. El juicio, o mejor dicho, tomar un juicio como un hecho, es el mecanismo de la no-aceptación, simple y llanamente. La mente es un mecanismo de comparación, y sólo porque nos percibimos a nosotros mismos como "despiertos" espiritualmente, no quiere decir que este mecanismo se haya desactivado. El mecanismo del juicio y la comparación es inmensamente creativo y siempre encontrará maneras discretas para seguir operando.  Ay de aquel que se proclame y juzgue a sí mismo como "espiritualmente completo", y libre de sufrimiento, y libre de un "yo", y después juzgue a los demás como todo lo contrario. ¡Oh, la ironía! 
Y, sin embargo, aquello que somos, observa todo esto, observa el mecanismo de comparación y juicio, pero jamás juzgándolo, esto que somos es incapaz de juzgarlo e incapaz de juzgar el juicio como "malo" (¡qué juicio!), descansando silenciosamente en el fondo, con sus pies en alto en el sofá cósmico, sonriendo en secreto mientras todo el juicio y el no-juicio humano y toda la habladuría acerca de los juicios se despliega, mientras se establecen y se disuelven todas las conclusiones, mientras juzgamos a otros como más o menos que nosotros, como superiores e inferiores, y olvidamos que sólo estamos juzgando humanamente y que no estamos recibiendo privilegios secretos por parte del universo a través de nuestras antenas del despertar. Somos humanos, demasiado humanos, independientemente de lo divinos que seamos. 

Aquello que en verdad somos siempre está en profunda paz, más allá de las conclusiones, y siempre gozando el juego de la humanidad en su propia pantalla de televisión cósmica, incluyendo todos los anuncios publicitarios. Relativamente, podríamos encontrarnos a nosotros mismos juzgando a otros, comparándonos con otros, juzgando que estamos más "despiertos" que los demás, juzgando a nuestro Dios o a nuestras Enseñanzas, o incluso a nosotros mismos, como lo Sólo y lo Único y, relativamente hablando, esto podría ser algo para tomarse en cuenta, para generarnos la curiosidad, para explorar, para hacernos conscientes de, sin importar qué tan "despiertos" creamos estar. ¿Cómo es que nos estamos separando de los "demás", aunque no haya "otros"? Sin embargo, en última instancia, aquello que somos permite todo esto, acoge todo este drama abrumador en la palma de su mano, envuelve todo en su abrazo de perdón, lo ama hasta la muerte, literalmente, así como esta maravillosa paradoja de la existencia, lo que siempre cambia y lo que nunca cambia para nada, toda esa danza del Amado. E incluso el instante cuando ese juicio se disuelve...

Jeff Foster



24 de mayo de 2013

SER, COMPRENDER, AMAR.


Cuando seas consciente de algo, creerás al principio que ese algo existe y que tú eres consciente del objeto en cuestión. Pensarás que existe lo observado y el observador y que la interacción entre ambos da lugar a la observación. Con el tiempo, tendrás que darte cuenta de que sólo existe la Conciencia impersonal sin ningún 'tú' (o 'yo', o cualquier otro pronombre personal). La dualidad del contemplador y lo contemplado se disuelve. La triada original se ha reducido a una sola cosa, la propia contemplación sin contemplador. Lo que llamas 'tú' es realmente la Conciencia transitoriamente personalizada en tu cuerpo, sufriendo el espejismo de su separación del resto de la realidad. Si te haces consciente del espejismo, la ilusión del 'yo' separado se desvanece y sólo queda la vivencia (o experiencia) de la pura Conciencia impersonal. Sólo queda el ser consciente, el ser la Conciencia de lo que es, y esa Conciencia es, en esencia, algo dichoso. Por eso, lo podríamos expresar así:

Si comprendes, te rindes.
Si te rindes, comprendes.
Y rendido, comprendiendo, no puedes dejar de amar.
Eres la conciencia dichosa que ama y comprende.
Cuando lo descubres nada más te atreves a decir.
Has llegado a la frontera que no puede cruzarse.
Has comprendido, más allá de toda duda,
que todo está más que bien, perfecto.
Has dejado atrás el tiempo y sus cachorros:
El miedo, la desesperación y la esperanza.
La experiencia humana que atraviesas
es un insignificante detalle,
de ese todo que ya sabes que eres o mejor, que es.
Porque aquel que creía tener la experiencia
se esfumó para siempre,
en el momento irrepetible de la comprensión.
Ahora ya nadie vive, ni sufre ni goza,
sólo hay vida, gozo y sufrimiento,
que contribuyen a la música inefable de la sinfonía universal.
Entonces, si ya estás ahí lo único que resta es:
Ser comprensión dichosa para siempre jamás.

Vicente Simón

17 de mayo de 2013

LA TOTALIDAD DE LA VIDA.


Solía trabajar como voluntario en un asilo y pasé algún tiempo con personas que se encontraban en la fase final de sus vidas. Muy a menudo, los pacientes me confesaban que sólo hasta ese momento, cuando el telón había estado a punto de caer, habían abierto realmente sus ojos a esta representación teatral. Sólo entonces, habían empezado a apreciar la hermosura de la vida y a darse cuenta de que siempre había sido así. Muchos de ellos hablaban de sus remordimientos. Remordimiento por no haber vivido la vida al máximo. Remordimiento por no haber amado lo suficiente, por haber reprimido sus sentimientos por miedo al rechazo. Lamentaban no haber sido más honestos y abiertos en sus relaciones con los demás. Se arrepentían de haberse esforzado demasiado hasta que enfermaron, persiguiendo un futuro que nunca llegó y que nunca iba a llegar. Si tan sólo hubieran sabido que la vida tenía otros planes reservados para ellos, hubieran podido abrir sus ojos mucho antes.

Algunos de ellos empezaron a explorar realmente la vida cuando sintieron que se les arrebataba el tiempo. Ya no tenían tiempo de vivir de esperanzas y sueños, sólo tenían tiempo para vivir. Algunos adoptaron el arte, otros aprendieron a tocar un instrumento o a cantar o a bailar por primera vez. Una mujer que conocí tuvo el valor para grabar su primer álbum. Toda su vida se había estado escondiendo, cantando en la ducha cuando estaba sola, protegiéndose del ridículo y del rechazo. Pero ahora, en sus últimas semanas de vida, cuando ya no tenía nada que perder, cantaba con todo su corazón, como si nadie pudiera escucharla, como si ya hubiera muerto y no tuviera nada que temer. El ridículo y el rechazo ya no eran más sus enemigos.

Un día estaba jugando ajedrez con una paciente. Apenas nos dirigíamos la palabra mientras jugábamos. Su cabeza estaba rasurada, obviamente se encontraba muy débil después de meses de haber recibido quimioterapia. Estuvo tan presente conmigo por una hora o más, que nos sentimos realmente juntos. Ella simplemente estaba en el aquí y el ahora, maravillada por la vida, tan fascinada con todo, como un bebé recién nacido. "Jaque mate," me dijo con una sonrisa, mientras arrinconaba a mi rey. Ella murió esa noche, pero durante ese juego había estado más viva que nunca, más abierta a la experiencia, más enamorada del momento presente, que mucha gente que aún tenía otros cincuenta años por vivir. El estar presente no tiene nada que ver con el tiempo. ¿Por qué a menudo necesitamos de situaciones extremas para hacernos conscientes de la magia y del misterio de la vida? ¿Por qué esperar hasta nuestros últimos días para descubrir la profunda gratitud por la vida misma? ¿Por qué nos agotamos a nosotros mismos en la búsqueda del amor, la aceptación, la fama, el éxito, o la iluminación espiritual en un futuro? ¿Por qué trabajamos o meditamos al borde de la tumba? ¿Por qué posponemos nuestra vida? ¿Por qué nos ocultamos de ella? ¿Qué es lo que exactamente estamos buscando? ¿Qué es lo que estamos esperando? ¿A qué le tememos? ¿Esa vida que tanto anhelamos, llegará en el futuro? ¿O es que siempre ha estado más cerca de lo que creemos?

Los seres humanos parecen ser los únicos dentro de todos los organismos del planeta que dañan y matan a otros seres humanos no sólo para protegerse físicamente, no sólo para conseguir alimento y territorio, sino que también por defender sus imágenes. Matamos en nombre de cualquier tipo de imagen —ideología, filosofía, sistema de creencias, caminos espirituales, visiones del mundo. Matamos en nuestros intentos de crear nuestra imagen del cielo sobre la tierra, para imponer nuestra imagen del mundo sobre otros seres humanos que no son como nosotros. Matamos en nombre de imágenes de la realidad, imágenes sobre la verdad y la falsedad, imágenes de quienes somos y quienes son los demás en relación con nosotros —imágenes que rara vez, o nunca, corresponden a la realidad. ¿En dónde puede terminar esta violencia?

Hoy en día está de moda hablar del cambio de consciencia humana que se está dando en el planeta —la idea de que los seres humanos están en el proceso de encontrar algún estado más elevado de consciencia. Pero en su lugar, creo que lo que realmente estamos haciendo es desarrollar una nueva y mayor consciencia acerca de la locura humana. Estamos más conscientes que nunca de que nuestras formas antiguas de hacer las cosas ya no funcionan. Nuestras viejas suposiciones acerca de lo que somos, nuestra forma dual de pensar, nuestra mentalidad de nosotros-ellos no nos ha conducido a la paz, ni a la paz en el mundo, ni a la paz en general y tampoco a la paz dentro de nosotros mismos. Todo lo contrario. Las guerras, el genocidio, la opresión y la violencia siguen ocurriendo en este mismo momento en el que el sistema financiero mundial se encuentra al borde del colapso (y algunos dirían que ya ha colapsado), y cuando las más grandes potencias están enfrentando una deuda terrible. El desastre ecológico se cierne en el horizonte. Y los humanos están experimentando niveles record de depresión, ansiedad y estrés.

El mundo siempre ha estado loco, pero hoy en día, somos más conscientes de esa locura. Por primera vez en la historia de la humanidad, la información acerca del estado del mundo está disponible casi en todos los lugares que tienen acceso a una computadora. También es probablemente cierto decir que estamos más desesperados que nunca por encontrar una salida.

Si en cierta medida, cada uno de nosotros no se enfrenta a su propio presente y sana la locura y la violencia y la separación ahí mismo, no tendremos esperanzas de encontrar una manera de salir de la locura colectiva humana. Si podemos encontrar dentro de nuestra propia experiencia, en dónde empieza la violencia, el sufrimiento, la separación de la vida y la separación para con los demás, y si podemos ver con claridad y entender el sufrimiento que creamos para nosotros mismos, entonces también seremos capaces de ver cómo es que generamos sufrimiento a los demás, a nuestros seres queridos, a nuestras ciudades, a nuestros países, a nuestros continentes, a nuestro planeta. La violencia comienza y termina en ti. Reconocer esta verdad nos lleva a una completa responsabilidad, en el verdadero sentido de la palabra.
No estoy ofreciendo una salida de la locura de la mente humana, sino una manera de entrar. No estoy realmente ofreciendo ninguna solución al sufrimiento, sino otra forma de ver el sufrimiento —una forma radicalmente nueva de relacionarnos con ello. No tenemos ninguna esperanza de terminar con el sufrimiento —personal o mundial— hasta que entendamos lo que es realmente el sufrimiento en su nivel más fundamental. Y cuando realmente entendamos el sufrimiento, podremos descubrir que la verdadera libertad no se encuentra escapando de la experiencia presente, sino sumergiéndonos sin miedo en sus profundidades ocultas. Allí, tal vez, descubramos toda la paz, el amor y la aceptación profunda que siempre estuvimos buscando "allá afuera".

Ahora, podría sonar egoísta o narcisista enfocarme en mi propio sufrimiento. "¿Quién soy yo como para sentarme aquí y observar mi propio sufrimiento? ¿No debería olvidarme de mí mismo, salir y ayudar a terminar con el sufrimiento del mundo?" Recuerda, cualquier sufrimiento dentro de ti inevitablemente se proyectará hacia afuera. Tú y el mundo son uno, como podremos descubrir. Cualquier cosa con la que estés en guerra dentro de ti, es muy probable que se convierta en una guerra con el mundo. Si hay violencia y separación viviendo en ti, lo llevarás hacia tus relaciones más cercanas, hacia tu familia, hacia tu trabajo, hacia el mundo en general.

El mundo no es sino tu proyección de él, como los maestros espirituales, santos, sabios y místicos a través de las eras nos han estado recordado.
El maestro espiritual Osho habló de la paradoja de mirar profundamente dentro de nuestra propia experiencia en lugar de tratar de terminar con todos los problemas del mundo: "Sí, podría sonar como egoísmo. Pero ¿acaso la flor de loto es egoísta cuando florece? ¿Es el sol egoísta cuando brilla?" De una manera muy extraña, con el fin de ser totalmente altruista, se debe ser totalmente egoísta, se debe estar completamente obsesionado consigo mismo, pero no en la forma que solemos pensar acerca de la obsesión o del egoísmo. Debes sentirte fascinado, curioso, dispuesto a ver a través de la separación, en todas las formas, en medio de tu experiencia presente. Debes estar abierto a explorar el sufrimiento —cómo y por qué se manifiesta en ti, en dónde se origina. Debes estar dispuesto a echar una mirada a tus peores miedos, a tu dolor, a tu tristeza y a tus más profundos anhelos no realizados. Debes estar dispuesto a verlos de frente y encontrar el lugar en el que incluso los aspectos aparentemente más inaceptables de ti mismo puedan ser profundamente aceptados.

La verdadera libertad reside en enfrentar sin temor la oscuridad y finalmente llegar a reconocer que esa oscuridad es inseparable de la luz. Reside en reconocer que aquello que estabas buscando, siempre estuvo oculto incluso dentro de tu peor miedo. Parafraseando a Thomas Hardy, si existe algún camino hacia algo mejor, éste reside en mirar abiertamente hacia lo peor —y encontrar ahí la profunda aceptación. Cuando entiendes cómo se manifiesta en ti el sufrimiento, inmediatamente entiendes cómo se manifiesta en los demás.

A menudo nos enfocamos tanto en nuestras diferencias individuales que no somos capaces de ver que, básicamente, todos somos iguales. Todos sufrimos, y todos buscamos una salida a ese sufrimiento, como el Buda enseñó, cuando observas y entiendes la mecánica del sufrimiento en ti mismo, ganas una profunda compasión para con el sufrimiento de los demás —en el verdadero sentido de la palabra compasión (de com-passio; literalmente, "Yo sufro con").

Cuando veo el dolor como mío, me pierdo en mi burbuja personal de sufrimiento y me siento desconectado de la vida, alejado y solo en mi propia miseria. Pero más allá de mi historia personal de sufrimiento, descubro que el dolor no es realmente mi dolor. Es el dolor del mundo. Es el dolor de la humanidad. Cuando pierdo a mi padre, el dolor que experimento no es mi dolor, sino el dolor de cada hijo. Siento dolor y lo siento junto con cada hijo que algún día perdió un padre. Cuando mi pareja me deja, me convierto en cualquiera que haya perdido a un ser querido. En los rincones más íntimos de la experiencia presente, descubro que yo soy el universo que tanto estoy tratando de salvar, descubro que soy esa compasión que tanto quiero practicar en el mundo. Descubro que soy los demás, con los que tanto deseo conectarme. En las profundidades de lo personal, en medio de las experiencias personales más íntimas y dolorosas, descubro esa verdad impersonal de la existencia, y ahí, soy libre.

Jeff Foster

15 de mayo de 2013

¿QUÉ ES EL AMOR?


La palabra "amor" se refiere a una experiencia vivida. Es una experiencia paradójica porque a pesar de que todos hemos experimentado su realidad, parece escapar a todo intento de comprenderla, de describirla o de repetirla. El tierno deleite que teníamos en nuestra infancia, cuando mirábamos una hermosa ilustración en color, la dulce emoción cuando pensamos en un ser querido, el impulso que nos mueve a consolar a un extraño en un profundo dolor y ayudarle cuando está en peligro, la repulsión que nos invade cuando se comete crueldad contra la inocencia oprimida. Todas estas circunstancias entre muchas otras apuntan a una experiencia común que no puede ser descrita o definida. Si queremos profundizar en el descubrimiento de esta experiencia central parece que nuestra investigación se evapora debido a la falta de apoyo objetivo. Si no tengo palabras para expresarla y no hay imágenes para describirla, es porque no hay percepciones o sensaciones para experimentarla objetivamente. Sin embargo, sí que tenemos esta experiencia. Esa es la paradoja: está sin lugar a dudas presente. Tiene el mismo carácter innegable y etéreo como la presencia consciente. Conocemos esta experiencia de la misma manera que sabemos que somos conscientes.
Si tratamos de describir la trayectoria hasta el último momento en el que se cruza con lo inexpresable, parece como si el sentimiento del "yo" se disolviera, quizás sólo temporalmente, en una realidad más amplia, infinita, una bendita paz que pone fin a toda agitación emocional o intelectual. No somos ajenos a esta nueva dimensión. No es el descubrimiento de una América espiritual. Es reconocida de inmediato como absoluta intimidad y ternura. Es el centro de nuestro ser y del mundo, al mismo tiempo. Esta presencia es amor.

¿Hay alguna condición especial antes de que esta cualidad de auténtico amor y compasión sea revelada?

La condición es la desaparición temporal o permanente de la idea de un "yo" separado. Esta desaparición no puede ser nunca el resultado de una acción realizada por este "yo". El amor vuela con sus propias alas y no conoce leyes. Es la aparición de la gracia lo que nos arranca de la hipnosis de la separación. La liberación surge de la propia libertad.
Pero no se debe concluir que todo acto y práctica destinada a establecernos como amor sea inútil. Tal decisión nos limitaría a un embotamiento intelectual. El anhelo de amor viene del amor mismo, no desde el ego separado. Por el contrario, tenemos que rendirnos a todo lo que nos lleve al amor. En esta entrega descubrimos la verdadera vida, la paz interior que siempre hemos buscado.

¿Puede el amor existir sin un objeto?

El amor sólo existe sin un objeto. El amor es el amor de lo sin-objeto por lo sin-objeto. Un objeto pone vestidos al amor, y lo viste con velos. Lo que amamos en una persona no es ni el cuerpo físico ni los pensamientos. Es la presencia consciente lo que tenemos en común con él o ella, el ser, lo sin-objeto. El velo puede ejercer un poder temporal de atracción, pero sólo el verdadero yo que permanece en el trasfondo puede darnos lo que buscamos. No amamos a los demás, amamos el amor en los demás. Esto no significa que tenemos que alejarnos de los demás para dirigirnos a Dios, lo sin-objeto, sino que vemos a los demás como una expresión de amor. Las relaciones con nuestra pareja, hijo o hija, un extraño, un extranjero cobran entonces otra dimensión. La vida cotidiana se convierte en un campo de experiencia que es siempre nuevo. Si nos acercamos a los demás como consciencia divina potencial, obligamos a Dios a que se quite la máscara, lo que hace con un milagro; y el milagro es la sonrisa de Dios.

Francis Lucille 

1 de mayo de 2013

EL SECRETO.


¿Cómo le ayudó su maestro?
Yo no he tenido nunca un maestro ni he visto a nadie como un maestro. Yo sabía, cuando aún era un muchacho, que la vida debe ser el maestro. Prefiero la palabra invitación. Esto fue confirmado cuando caminaba por el parque.

Seguramente, usted necesitó comprender algo por los escritos de otras gentes.
¡Oh sí! Mi primera comprensión realmente profunda, que vino de la lectura, fue una interpretación de las palabras de Cristo en el libro El hombre nuevo, de Maurice Nicholl. Explicaba que la palabra "arrepentimiento" no significaba "apesadumbrarse por los pecados y proponerse no pecar nunca de nuevo". La palabra, en la lengua nativa de Cristo, significa "girar 180 grados y ver de una manera nueva". Esto fue para mí una revelación que llegó más profundamente que la comprensión intelectual. A una edad temprana, yo sabía que había un secreto, y sentía que Cristo sabía y vivía este secreto, y que mucho de lo que dijo se refería a él. Después de caminar por el parque, los escritos de otras gentes sobre este tema fueron para mí como una confirmación, y también aprendí de estas gentes cómo comunicar de una manera más clara.

¿Qué más aprendió usted con sus lecturas sobre Cristo?
En aquella época, llegué a comprender también el significado del simbolismo de la cruz cristiana. La vida es aparentemente un viaje horizontal a través de algo que nosotros llamamos tiempo. Parece oscilar entre experiencias negativas y positivas, y mientras creemos que somos individuos separados, tratamos de hacer nuestras vidas tan positivas como sea posible. Sin embargo, como veo ahora, todo el mundo tiene exactamente las experiencias que necesita de una y otra polaridad, independientemente de sus esfuerzos para influenciar ese equilibrio. El aparente viaje horizontal sólo tiene un propósito, que es invitarnos a ver otra posibilidad. Esa otra posibilidad es la realización de la verticalidad. Nosotros somos la línea vertical que intersecta la línea horizontal. Nosotros somos la luz que vive dentro de la experiencia de la vida ordinaria. Y esto es lo que significa el crucifijo.

¿Algo más?
Sí, el perdón de los pecados. Siento que Cristo hablaba directamente a sus discípulos sobre estas cosas, pero lo que decía a las gentes a menudo estaba oculto en parábolas. Cuando decía a las gentes que sus pecados estaban perdonados, estaba diciéndoles realmente que nunca habían tenido un pasado del que pudieran ser tenidos por responsables. Simplemente habían sido personajes vividos por lo infinito, sin haber tenido nunca ninguna elección ni libre albedrío.

¿Siente usted que cualquier tentativa de organizar cualquiera de estos conceptos inmediatamente los devalúa?
El secreto que está disponible, y que usted de todos modos ya es, no puede ser devaluado nunca. La palabra escrita no puede revelar el secreto porque un secreto es un tesoro vivo, vital y atemporal. Pero la mente se protegerá a sí misma aparentando apoyar la comunicación que se está produciendo. La evitación de lo que más se teme, se crea convirtiendo en un método o un sistema lo que está siendo comunicado; método o sistema que puede ser formulado, empaquetado y distribuido a grupos de gentes. Esto ha acontecido a través de la historia y está aconteciendo hoy con maestros que desean controlar a grupos de gentes.
Por ejemplo, algunos maestros dan a las gentes nombres nuevos; y, por supuesto, esto refuerza más el sentido de individualidad ligado a una identidad nueva, pero todavía separada. Se forman grupos, y o bien las gentes viven juntas en ashrams o pertenecen vagamente a una organización. Como resultado de esto, se crea una sensación de singularidad y de exclusión del resto del mundo. Esto atrae mucho a la mente guruísta. Es también una manera muy efectiva de que el secreto permanezca oculto hasta que pueda emerger, cuando sea apropiado.
A mí me parece que usted tiene algo que yo no tengo, y quiero obtenerlo tan rápidamente como sea posible.
Primeramente, usted no puede ir rápidamente a donde usted ya está [risas]. Pero comprenda esto realmente. Viva con ello y trate de ver profundamente lo que se está diciendo realmente.
El problema es que usted piensa que debe acontecer algo. Usted está esperando que acontezca algo. De hecho, acontece continuamente, y usted simplemente no lo ve. Yo no tengo nada que usted no tenga. La diferencia es que yo ya no espero nada. Esto es ello, y eso es el fin de ello. Abandone la búsqueda de que acontezca algo y enamórese, enamórese íntimamente del don de la presencia en "lo que es".
Aquí, justamente aquí, está la sede de todo lo que usted ha anhelado siempre. Es simple, ordinario y magnífico. Vea, usted ya está en casa.

Tony Parsons (Diálogo extraido de 'Lo que Es')

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